Además de ser las más caras de América Latina, el sistema de Afores en México no garantiza a los trabajadores recibir su dinero al final de su vida laboral. El exdiputado federal Miguel Alonso Raya sostiene que aún hay tiempo para evitar un desastre que dejaría a millones de pensionados en la calle.
La curva generacional, la baja aportación de los trabajadores, el cúmulo de requisitos –como las mil 250 semanas de cotización– y las afores han creado un caldo de cultivo que deja entrever la posibilidad de que millones de mexicanos que hoy trabajan lleguen a su retiro como mendigos.
Y es que el sistema de ahorro para el retiro está a nada de caer al vacío, de acuerdo con el perredista Miguel Alonso Raya, exdiputado federal y creador de iniciativas en materia de pensiones en el Congreso de la Unión.
Ya desde el 2005, un análisis elaborado en la Comisión de Seguridad Social de la Cámara de Diputados había revelado que sólo 5.7 por ciento de los empleados registrados en las Afore podrán recibir su pensión completa, y el resto perderán su dinero u obtendrán una cantidad menor a lo esperado.
“De los 52 millones de cuentas, solamente 5.7 por ciento estaría cumpliendo los requisitos para poner derecho a la pensión, en el mejor de los casos tendrán una tercera parte de lo que reciban en el momento de pensionarse”, confirma Alonso Raya, quien promueve una revisión al actual sistema de pensiones en el que se involucre a demógrafos, académicos, actuarios, y otros expertos en el tema para replantear el actual esquema.
El legislador dice que aún hay a tiempo para evitar un desastre que perjudicaría a millones de personas que son trabajadoras y están en riesgo de quedarse “solas y en la mendicidad”.
“La pensión, en general, es para la gente que ya no puede trabajar, para eso es la pensión, cuando las condiciones no te dan para seguir trabajando, tienes que tener la pensión.
“Eso implica revisar la parte de los requisitos que hay que cubrir en las pensiones por invalidez o por algún accidente de trabajo, de tal manera que tú compenses hoy una pensión por invalidez, empiezan dándote 50 por ciento pero terminas llevándote la tercera parte del salario que tienes, entonces no es justa”, comenta.
Alonso Raya afirma que en la problemática de las pensiones inciden muchos factores que se deben abordar desde diferentes perspectivas, incluso desde el ámbito cultural, al prever, por ejemplo, que hay una tendencia en que los adultos mayores ya no son cuidados por sus propios familiares y son llevados a los asilos a que pasen la última parte de su vida.
El crecimiento de la cantidad de gente de la tercera edad a mediados de este siglo creará la necesidad de tener más personal de enfermería y no serán tan necesarios los pediatras como los geriatras, refiere.
Y no se ve la mano de las políticas públicas en una decisión de hoy que incidirá, dice el legislador, en el panorama del futuro.
“(En el 1997) se planteó que el sistema de reparto, el sistema solidario intergeneracional, no era viable. Desde mi punto de vista, ese sistema de pensiones sí, si desde hace 35 o 40 años se le hubiese empezado a hacer ajustes a la edad, a las aportaciones, pues podría ser viable. El problema no era en sí el sistema”, comenta.
El negocio del retiro
Si bien para los trabajadores no está garantizada una pensión –pues tienen que cubrir ciertos requisitos, como las mil 250 semanas de cotización– para las administradoras de fondos para el retiro (Afores) el asunto de las pensiones ha sido un gran negocio.
“Tenemos casi 3 billones del ahorro manejado por estas 10 intermediarias (Afores) para efectos de invertir todos los recursos. Las Afores indiscutiblemente han ganado, esas, llueve, truene o relampaguee, ganan, sacan su comisión, obtienen ganancias de las cuentas que manejan. Para ellas nunca fue la exigencia que diseñaran un esquema en el que la gente reciba pensiones”, afirma el diputado Miguel Alonso Raya.
Las Afores, remarca, sólo se preocupan por obtener ganancias del manejo del ahorro de los trabajadores.
“Mientras tú introduzcas en el sistema de pensiones el negocio no va a haber esquema que te dé, porque siempre estará distorsionado, porque quienes manejan tus recursos estarán privilegiando el negocio, no la pensión”, expone.
Los recursos de las pensiones se utilizan en compra de deuda gubernamental, es decir, son títulos que se le compran al gobierno y el dinero termina en sus manos a cambio de un mínimo rendimiento en beneficio del trabajador.
Por ello, comenta el legislador, es necesario debatir si es la mejor manera de emplear los recursos, ya que bien podrían invertirse de manera segura y con ello generar beneficios para los trabajadores.
Una buena manera, piensa el exlegislador federal, es invertirlo en carreteras.
“La mayor parte del ahorro, al menos el 50 por ciento de lo que usan las administradoras (Afores), lo usa el gobierno como deuda, llegó a usar prácticamente 90 por ciento del ahorro de retiro para efectos de financiar su deuda.
“El 50 por ciento del dinero que usan las afores están invertidos en papeles gubernamentales. El gobierno es el principal deudor, el principal usuario de los recursos que tienen las afores para efectos de financiarse”, comenta
Esa inversión es de las más conservadoras, agrega, para que den mejores rendimientos los ahorros de los trabajadores requieres diversificar y requieres crear inversiones en otras cosas.
“¿Por qué no has abierto la posibilidad de invertir el dinero de los trabajadores para que tengan más ganancias? En la bronca de carreteras, en la bronca de infraestructura”, asegura.
Requieren análisis
Miguel Alonso Raya considera que hay tres movimientos básicos que se deberían hacer para atender el sistema de pensiones: sacar el negocio millonario de las Afores del esquema de ahorro para el retiro, contemplar factor de la estabilidad en el empleo y que hacer que todas las partes implicadas -trabajadores, empleadores y el Estado- participen en las aportaciones para obtener una pensión digna.
Las Afores generan que las pensiones de los trabajadores pasen a un segundo término y las empresas se preocupen más por obtener beneficios y cubrir sus gastos de operación que en pensar en un beneficio para los asalariados.
“Quienes manejan tus recursos están privilegiando el negocio, no la pensión”, considera el exdiputado.
En las reformas de 1997, a decir del especialista, no se consideró que existen trabajadores que no tienen empleo todo el año, lo que dificulta cumplir con el requisito del tiempo de cotización.
Por ejemplo, en el ramo de la construcción, los albañiles trabajan en obras bajo contrato alrededor de seis meses por año. Si un trabajador debe cubrir casi 25 años de trabajo, un albañil debería tener el doble y en caso de que viva lo suficiente cuando obtenga la pensión el disfrute de ésta sería mínimo.
“Un problema clave es el asunto del trabajo. Si hay trabajo formal entonces el trabajador tiene condiciones de poder estar aportando permanentemente y de cumplir más o menos los requisitos que establecen para garantizar la pensión. Si tú no tienes un trabajo permanente, pues no tienes posibilidades de cumplir los requisitos”, considera Alonso Raya.
“Si antes eran 10 años de cotización, eran 500 semanas, y la elevas a 25 años, mil 250 semanas de cotización de un trancazo, partes de una premisa: deberías de garantizar que la gente va a tener empleo estable y va a poder aportar para garantizar para tener la densidad de cotización adecuada y por lo tanto cubrir el requisito para tener derecho a pensión”, añade.
De los 52 millones de cuentas que están hoy, ese requisito de la densidad de cotización, de acuerdo con la Consar, sólo lo cumplen 5.7 por ciento de los trabajadores.
Asimismo, se debió involucrar en este sistema de pensiones la aportación de los trabajadores junto con la de los patrones y el Estado.
“Desde el principio debía haberse planteado un asunto en donde ‘todos ponen’, como en la perinola, y eso implicaba que pusieran los trabajadores, pusieran los patrones más aportaciones y pusiese el Estado más aportaciones para poder asegurar la pensión”, comenta.
El tema además se agrava, remarca, porque son muy pocos los trabajadores que aportan dinero extra a su cuenta, que es alrededor de uno por ciento.
“Se requiere reconocer la necesidad de que los sistemas de lo que se reformó en el 95 y que se empezó en el 97 con cuentas individuales, con una aportación definida sin que puedas tener certeza o claridad de con cuánto te puedes jubilar al final o te puedas pensionar cuando terminas de cumplir tus requisitos, porque tu aportación, primero, es baja.
“Una de las cosas que se critica en el país es que la aportación en total es de 6.5 por ciento (del salario base), tanto lo que aportan trabajadores como patrones”, finaliza.
FUENTE: REPORTE INDIGO.
AUTOR: JULIO RAMÍREZ.
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