Después de la noche trágica de Iguala, el 26 de septiembre de 2014, la comunidad guerrerense de Carrizalillo se vio inundada de presuntos sicarios de Guerreros Unidos, quienes se escondían junto con una mujer a la que después los lugareños identificaron como María de los Ángeles Pineda Villa, esposa del exalcalde igualteco José Luis Abarca. Habitantes del lugar van más lejos y afirman que ahí, en el municipio de Eduardo Neri, hay fosas clandestinas que podrían contener los restos de los normalistas de Ayotzinapa.
Añaden que en las cercanías podrían estar los cuerpos de los normalistas desaparecidos.
“Era una mujer elegante, que cubría su rostro con velo, sacaba mucho dinero del cajero automático de la minera y siempre iba resguardada por sicarios que se desplazaban en cuatro camionetas. Cuando fue detenida y exhibida en la televisión, la gente dijo: ‘¡Miren!, esa señora es la que estuvo aquí’”, cuenta a Proceso el comisario municipal Nelson Figueroa.
Carrizalillo está enclavado en la parte serrana del municipio de Eduardo Neri, en las inmediaciones de la veta de oro más grande del país, explotada por la minera canadiense Goldcorp, en el llamado “cinturón de oro” de la ribera del Balsas.
Durante años ha padecido los efectos de la depredación empresarial y la confrontación entre sicarios al servicio de las bandas Los Rojos y Guerreros Unidos, que buscan el control de la ruta de trasiego de drogas y las millonarias ganancias por el cobro de piso a Goldcorp.
La bonanza de la minera contrasta con la pobreza y marginación de los habitantes de Carrizalillo, lugar sin servicios públicos, de calles sinuosas y mal pavimentadas, donde una decena de casas, abandonadas y con marcas de metralla, refleja el abandono gubernamental.
(Fragmento del reportaje que se publica en la revista Proceso 2036, ya en circulación)
FUENTE: PROCESO.
AUTOR: EZEQUIEL FLORES CONTRERAS.
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