MÉXICO, DF: El proceso de autonomía que inició el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) en 2008 se pone en tela de juicio con la designación de Julio Alfonso Santaella Castell, nuevo presidente del órgano desde el 1 de enero y hasta diciembre del 2021, en sustitución de Eduardo Sojo Garza-Aldape.
El presidente Enrique Peña Nieto lo eligió para dicha función y según fuentes consultadas por el reportero, el gobernador del Banco de México (Banxico) Agustín Carstens estuvo detrás del nombramiento, ya que lo tuvo bajo su mando cuando Santaella se desempeñaba como director de Apoyo en la Dirección General de Operaciones de Banca Central del Banxico.
El nuevo presidente del Inegi es egresado del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) donde estudió la carrera de Economía, y es maestro y doctor en Economía por la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), en Estados Unidos.
Aunque sus credenciales académicas son vastas, su perfil político es muy bajo y las funciones que ha desempeñado incluso como coordinador Ejecutivo del Fondo Mexicano del Petróleo para la Estabilización y el Desarrollo, nada tienen que ver con coordinar, administrar y manejar los enredados hilos de las estadísticas del Inegi que van desde economía, ciencia y tecnología, gobierno, medio ambiente, ocupación y empleo, población, hogares y vivienda, seguridad pública y justicia, hasta datos de la sociedad en general.
El Inegi también tiene a su cargo datos geográficos que van desde la geodesia y la cartografía del territorio nacional, hasta la topografía y su catastro así como los principales censos económicos, agropecuarios y de población.
Para el prestigiado economista y analista independiente Jonathan Heath y autor del libro Lo que indican los indicadores: Cómo utilizar la información estadística para entender la realidad económica de México editado por el Inegi, el nombramiento de Santaella lleva un sesgo político que favorece al gobernador del Banxico.
“Santaella es alguien que no queda claro que tan allegado es a Carstens, parece que tiene el servicio profesional de carrera, tiene tablas, no es mal candidato. Pero no queda claro si llega con la agenda de Carstens. Creo que si hay un ligero conflicto de interés, no es tan marcado como si hubiera sido alguien proveniente de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP)”, señala a Apro el doctor en economía por la Universidad de Pennsylvania.
–¿Cuál puede ser esa agenda proveniente del Banco de México? –se le pregunta.
–El Banxico e Inegi siempre han estado en constante conflicto en muchos de los indicadores económicos, hay algunos indicadores en los que el Banco de México financia al instituto como el Índice de Pedidos Manufactureros, el Índice de Confianza del Consumidor, así como el Indicador de Confianza Empresarial.
“Al final de cuentas el Banco de México tiene sus intereses, especialmente en el Índice de Confianza del Consumidor (ICC) donde ha habido muchas controversias en cómo se debe hacer, el banco central lo quería como un tipo de índice con base 100=2004, lo cual es una estupidez, y el Inegi estaba luchando para reportarlo de la misma manera que reportan el Indicador de Confianza Empresarial (ICE) en una escala de 0 a 100 en un índice de inclusión, como debe de ser.
“Ahí parece ser que el instituto central ha bloqueado, finalmente el Inegi lo está produciendo en índice balance, pero el Banxico está reacio. Deberían echar a la basura el índice de la forma anterior en como lo hacían.
“Tanto el ICC y el ICE miden la percepción de los consumidores y empresarios mexicanos respecto al comportamiento de la economía del país, los hogares y empresas, así como la posibilidad de adquirir bienes durables por parte de los consumidores y la posibilidad de realizar nuevas inversiones en lo que respecta a los empresarios”, explica Health.
El académico de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) añade que ese es un ejemplo, “pero queda muy claro que el Banco de México tiene mucho interés” y por eso es muy importante que el Inegi sea realmente autónomo, no nada más del gobierno federal, sino también del Banco de México.
En efecto, la institución gobernada por Agustín Carstens fue la más interesada en que el Senado de la República avalara la designación del Julio Alfonso Santaella como nuevo miembro de la Junta de Gobierno del Inegi. De hecho, el senador panista Juan Carlos Romero Hicks confirmó a esta agencia que “hubo llamadas de alto nivel” por parte del banco central a senadores para promover la candidatura de Santaella.
“Nos llama la atención, es un interés excesivo por parte del Banxico y Hacienda para que se ratificara a Santaella, llama la atención porque el Banxico es un ente autónomo que no tiene por qué estar metiendo las narices en el Inegi. Su papel es otro. Tuvimos a muchos senadores que recibieron llamadas del más alto nivel del banco central para promover la candidatura”, comenta Romero Hicks.
Para Jonathan Heath el dilema es el siguiente:
“A mí me preocupa mucho que Agustín Carstens está teniendo un poder demasiado fuerte que no tiene contrapesos, que no tiene balance. Eso preocupa. Yo creo que Carstens es extraordinario economista, en cuanto a nivel técnico no hay duda de sus credenciales, él debe de ser el gobernador del Banxico, sin embargo, cuando le das demasiado poder a una persona por más calificado que sea es un riesgo para cualquier sistema democrático” .
Durante la comparecencia de Santaella Castell, previo a su ratificación, Romero Hicks le cuestionó:
“¿Qué experiencia ejecutiva tiene para manejar una institución de 17 mil servidores públicos, dos sindicatos? ¿Qué experiencia tiene usted en operativos de campo, de procesos estadísticos, incluyendo encuestas y demás?”
No quedó ahí, le pidió ejemplos de su capacidad ejecutiva y su independencia de juicio de criterio y conducción ética en los cargos públicos en los que se ha desempeñado.
El futuro presidente del Inegi respondió: “Algo que he aprendido en el Banco de México es valorar la independencia y la autonomía en una encomienda de un organismo del Estado y es algo que yo me llevaría simplemente al Inegi”.
Sobre tener a su disposición más de 17 mil funcionarios se limitó a decir que “es un reto de gran envergadura” y de los ejemplos de su capacidad se limitó a mencionar su participación en el Fondo Mexicano de Petróleo.
“El Fondo Mexicano del Petróleo, a pesar de tener poco más de un año de existencia, ha representado un reto importante porque es una institución que parte de la nada. Entonces, de una concepción que quedó plasmada en ley, he tenido la oportunidad y la fortuna de poder contribuir a aterrizar una idea que estaba en norma legal, a una institución que está ahora operando completamente”, señaló ante senadores.
De cómo debe conducir el Inegi sólo dijo que deberá “operar con una absoluta autonomía, la cual permite evitar la injerencia de grupos de interés, partidos o gobiernos de todos los niveles”.
Sin embargo, el organismo está sometido a presiones constantes en todos los niveles, desde presidentes municipales hasta el gobierno federal, que difieren de las cifras y buscan cambiarlas como pasó con el jefe del Servicio de Administración Tributaria (SAT), Aristóteles Núñez quien recientemente criticó:
“Es necesario evaluar si la forma en que actualmente se mide el Producto Interno Bruto de México es correcta, porque el crecimiento económico del país no parece empatar con algunos indicadores de recaudación, consumo y empleo”.
Otro ejemplo:
En mayo de 2014 el Inegi y la SHCP entraron en una controversia porque según el Sistema de Indicadores Cíclicos mostraban que la economía mexicana entraba en recesión durante los primeros meses de ese año, situación que negó el titular de Hacienda Luis Videgaray y que finalmente Eduardo Sojo tuvo que aclarar diciendo que la forma de medir el PIB difiere de la escuela clásica.
“Medida en el ciclo clásico (la economía) no está (en recesión) estancada. Puede ser un adjetivo adecuado porque lo que está pasando desde hace un buen número de trimestres es que la economía se mueve de manera lateral, creciendo muy poco, la tendencia es muy baja, hubo un crecimiento debajo de la tendencia” explicó el extitular del Inegi.
Jonathan Heath hurga en las mediciones que hace el Inegi y habla de los retos que deberá sortear Santaella, como la forma de presentar la información sobre la Encuesta Mensual de Ocupación y Empleo, donde se muestra cierta manipulación al dar los datos.
“El primer párrafo habla de la tasa de participación laboral, mientras que la tasa de desempleo que es la realmente importante la mencionan hasta el tercer párrafo. Segundo, es más importante la tasa de desempleo urbana, más que la nacional, porque la nacional integra la parte rural que tiene un sesgo hacía la baja y hacen que se vea mejor. Pero la problemática rural, contra la urbana, no tiene nada que ver. No solamente son capítulos diferentes, sino que son libros diferentes”, explica el experto.
Health, quien acumula 30 años de experiencia en el análisis de la economía mexicana y sus perspectivas, asegura:
“Finalmente los datos están ahí pero en el boletín de prensa hay cierta manipulación: ‘Si menciono esto primero y luego esto después y si no lo menciono’, el Inegi puede decir ahí están los datos pero en el boletín de prensa están manejando mensajes y si yo te menciono la tasa de participación laboral antes de la del desempleo, estoy tratando de manipular. Es más, mencionan que la tasa de empleo es de 95%… a nadie le interesa”.
Y da otro ejemplo relacionado con la medición de la informalidad del país que el organismo no pudo publicar de manera abierta ante la oposición del gobierno de Felipe Calderón.
Es la Tasa de Informalidad Laboral que se refiere a la suma, sin duplicar, de los que son laboralmente vulnerables por la naturaleza de la unidad económica para la que trabajan, con aquellos cuyo vínculo o dependencia laboral no es reconocido por su fuente de trabajo y que representa el 60% de la población ocupada.
El gobierno calderonista sólo permitió la divulgación de la Tasa de Ocupación en el Sector Informal que considera a todas las personas que trabajan para unidades económicas no agropecuarias operadas sin registros contables y que funcionan a partir de los recursos del hogar o de la persona que encabeza la actividad sin que se constituya como empresa. En este rubro está apenas una cuarta parte de quienes trabajan.
“Se requiere de ese manejo político que mostró Sojo (…) de alguien que sabe que el Inegi es autónomo pero aún no goza de autonomía perfecta, sin embargo, supo balancear el hacer las cosas bien, pero con manejo político. Eso es lo que no queda claro con Julio, esa es la gran duda”, señala Health.
A tres años de que finalice el sexenio de Enrique Peña Nieto, en un contexto económico complicado donde la economía no terminará de crecer a sus niveles planteados, y con la violencia e inseguridad arraigada en la sociedad, la tarea de Julio Alfonso Santaella es más difícil para hacer del Inegi un organismo que divulgue datos confiables, sin presiones políticas o línea por parte del Banco de México donde laboró 14 años.
Concluye Heath:
“El Inegi tiene un gran reto, sin embargo, tiene más factores a favor que en contra, creo que ha hecho un buen trabajo, Sojo lanzó la autonomía, va por muy buen camino, ha sorteado las presiones políticas en el balance correctamente y Santaella tiene la mesa puesta. Puede seguir haciéndolo bien o seguir una agenda que le manda alguien del exterior”.
FUENTE: PROCESO.
AUTOR: JUAN CARLOS CRUZ VARGAS (REPORTAJE ESPECIAL)
LINK: http://www.proceso.com.mx/?p=425254
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