Los sacerdotes pederastas, los feminicidios y las desapariciones forzadas son algunos de los mayores ultrajes que asuelan México, pero para el jefe del Estado Vaticano en su reciente visita fue como si no existieran. No dijo una palabra al respecto, pronunció discursos en los que señalaba al aire y no se reunió con familiares de las víctimas. Las familias vapuleadas por la violencia se sienten revictimizadas por aquel de quien esperaban consuelo y acción al servicio de la justicia: “Nos dimos cuenta lo que es la religión y el gobierno: Están para engañar”…
En entrevistas por separado, representantes de la Red Nacional de Organismos Civiles Todos los Derechos para Todas y Todos (Red TDT), Amnistía Internacional, Católicas por el Derecho a Decidir (CCD), Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan y de los padres de los 43 normalistas de Ayotzinapa desaparecidos, lamentan que el jerarca católico no haya querido escuchar a las víctimas, en un país lacerado por la violencia, la corrupción y la impunidad.
Esas agrupaciones, como muchas otras, enviaron mensajes al pontífice para informarle de la crisis de derechos humanos que padece el país, y en algunos casos, para solicitarle encuentros privados, como fue el caso de los papás de los 43 estudiantes levantados en Iguala, quienes ya habían buscado a Francisco desde su primera visita al continente americano, el año pasado.
Para María de la Luz Estrada, de CCD, Jorge Bergoglio “perdió una oportunidad histórica”, para demostrar que es un jefe religioso y de Estado que se encuentra del lado del pueblo:
“Al Papa le faltó algo a lo que convocó a los sacerdotes en Michoacán: atreverse a no resignarse. Le faltó romper con la agenda tan formal, que no dejó mirar el rostro de las víctimas.”
Fragmento del reportaje que se publica en la edición 2051, ya en circulación.
FUENTE: PROCESO.
AUTOR: GLORIA LETICIA DÍAZ.
LINK: http://www.proceso.com.mx/430839/el-arreglo-entre-el-vaticano-y-pena
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