martes, 2 de febrero de 2016

La Spotlight del Papa

Les tengo dos noticias. La mala, es que la película Spotlight (En Primera Plana) sobre la pederastia clerical no podrán verla en muchos cines. Su proyección coincide con la visita del Papa Francisco a México, así que en este momento el film esta sufriendo una vergonzosa censura. La buena noticia, es que la pueden ver online.

La película ha ido cosechando premios allí donde se presenta, incluidas seis candidaturas a los Oscar. Es una historia centrada en el buen periodismo, ese que ya casi no se practica en las redacciones de los periódicos y otros medios de comunicación que han preferido eliminar las unidades de investigación porque supuestamente les resultan muy “costosos” y prefieren llenar ese espacio con trabajitos de recién egresados para ahorrar dinero y dejar de profundizar en temas cruciales.

Sin embargo, si algo puede salvarnos de las zonas oscuras en esta vida, es el periodismo de investigación y Spotlight viene a confirmarlo. Afortunadamente aún hay medios de comunicación que piensan en grande y le invierten a la investigación periodística como el The Boston Globe. Esos son los medios que pasarán a la historia, el resto, se quedaran como meros consignadores de la realidad sin generar cambio alguno.

La investigación del equipo de periodistas destapa la cloaca del Vaticano. Exhibe el método sistemático de protección y encubrimiento, aún imperante con el Papa Francisco, hacia los curas pederastas. Pero no se regodea en los detalles del abuso sexual a cientos de menores en Boston, más bien nos hace reflexionar sobre la permisividad de la sociedad que permitió durante décadas que los sacerdotes cometieran estos crímenes deleznables con la complicidad de sus superiores.

Spotlight, es el nombre del pequeño equipo de investigación de tres periodistas y su jefe en el Boston Globe. La película nos ofrece la historia cotidiana del trabajo reporteril. Exhibe las condiciones necesarias del olfato periodístico. Y sobretodo, nos muestra como el peor error de un medio de comunicación o de un periodista es habituarse a la realidad patológica, de manera terriblemente natural.

El reportaje empieza siendo el caso de un sacerdote pederasta que abusó de niños en tres parroquias durante treinta años, pero ese caso se convierte en 90 curas pederastas, luego en más y más. Muy pronto, el asunto se vuelve grande, algo que únicamente ve de manera incipiente el nuevo director del periódico. La noticia había pasado por las narices de todos, años atrás y nadie fue capaz de verla, ni los veteranos periodistas, ni las víctimas; los abogados o los familiares. ¿Atavismos católicos o simple aceptación del mal menor para no perjudicar a la Iglesia?

Cuando la sociedad se acostumbra a ciertas patologías, se vuelve cómplice. El caso de los curas pederastas de Boston es igual a los casos de curas pederastas de Ciudad de México, Oaxaca, San Luis Potosí, Monterrey, Coahuila, Cancún, Tamaulipas, Chiapas, o cualquier ciudad del mundo.

La película se centra en la estructura eclesiástica que ha permitido estos abusos por los siglos de los siglos. El director Tom McCarthy lo advierte: “Esta historia no despotrica contra la Iglesia. Trata de preguntar: ¿cómo pudo suceder algo así? (…) ¿cómo pudieron producirse estos abusos durante décadas sin que la gente se pusiera en pie y dijera algo?”.


El director va llevando al espectador a vivir y sufrir las mismas angustias que padecemos los periodistas en nuestro trabajo diario. Los periodistas, escenificados por Mark Ruffalo, Rachel McAdams y Michael Keaton se enfrentan a todo tipo de obstáculos para llegar a la verdad, pero buscan las grietas por donde entra la luz alumbrando la oscuridad y allí encuentran el hilo conductor de esta gran historia.

Los periodistas que hemos elegido el camino de la reporteada al más puro estilo profesional, sabemos que ir detrás de una historia implica ensuciarse los zapatos, esperar horas y horas en una esquina para abordar al personaje, ir buscando puerta por puerta a la víctima, atender todo tipo de llamadas, incluso las amenazantes, husmear en los archivos muertos, descubrir documentos olvidados, conseguir testimonios vitales, perseguir día con día la entrevista necesaria hasta convencer al personaje que nos la de, ya sea por interés o simple hartazgo. Muchas veces, la verdad está allí frente a todos y solo el que quiere conquistarla la ve.

Así se consiguen las grandes historias y no detrás de un escritorio haciendo entrevistas por teléfono. Así se consigue desvelar el manto de silencio que cubre una gran historia y no copiando fichas oficiales, novelas o boletines. Así se combate la mentira y no ficcionando la realidad para escribir crónicas fantasmagóricas producto de su falta de ética periodística. ¿Cuántos impostores de periodistas conoce en nuestro maltrecho panorama informativo?


Spotlight es una película objetiva. Y gracias al trabajo arduo de meses y años, este equipo de investigación que obtuvo el Premio Pulitzer en 2003, consigue no solamente la historia de los curas pederastas de Boston, sino que descubre más de cien diócesis de diferentes países del mundo, con presencia de sacerdotes abusadores.

Creo en el periodismo como agente de cambio. Una buena investigación no se conforma con descubrir la verdad, su objetivo es finalmente conseguir que algo cambie. Y el equipo de Spotlight lo logra. Gracias a su trabajo y luego al de muchos otros periodistas, sabemos que en Estados Unidos existen más de 6 mil 427 curas acusados de abusar sexualmente de 17 mil 259 víctimas. Gracias a los periodistas sabemos que la iglesia católica estadounidense se declaró en bancarrota al pagar en los últimos 20 años, más de 2 mil millones de dólares en compensaciones a las víctimas.

Esta película llega a México en coincidencia con la visita del Papa Francisco y algunas salas han preferido no exhibirla. No importa. El escabroso tema de la pederastia clerical perseguirá al Pontífice del 12 al 18 de febrero allí donde vaya. Tampoco importa que no quiera recibir a las víctimas mexicanas de abuso sexual de sacerdotes, ellos existen con o sin su mirada complaciente sobre los victimarios, la mayoría de ellos aún impunes.


El tema sigue vigente porque el discurso del Pontífice de tolerancia cero en torno a los curas pederastas, no se corresponde con los hechos. Y allí estarán las víctimas para demostrárselo. Y también algunos periodistas que desde hace años buscamos esas grietas de la estructura vaticana por donde entra la luz.

FUENTE: SIN EMBARGO.
AUTOR: SANJUAN MARTÍNEZ.
LINK: http://www.sinembargo.mx/opinion/01-02-2016/45264

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