En Morelia, Francisco critica la falta de oportunidades. Los jóvenes son la principal riqueza del país y no pueden ser sacrifcados, sostiene. Defiendan su dignidad y no dejen de soñar, dijo en el estadio Morelos.
Morelia, Mich: De la abrazoterapia, la medicina papal tornó a la escuchoterapia con los chavos que desde aquí reclamaron estar atrapados en la desesperación y la violencia, necesitados de trabajo, pero especialmente de apapacho. Después de tomar nota con su bolígrafo, el papa Francisco respondió: Ser joven en México es la mayor riqueza; por tanto, no pueden ser sacrificados.
Un pontífice con frescura terrenal se ganó con una sola pincelada a los más de 40 mil jóvenes congregados en el estadio Morelos para verlo de cerca: “Ustedes son la riqueza de la Iglesia. Y les voy a decir una frase de mi tía: ‘No les estoy sobando el lomo’. No les estoy adulando”.
En un entorno de reclutamiento por el crimen organizado, envueltos en la subcultura de las armas, trocas y dinero, el pontífice llamó a los jóvenes a no dejarse excluir, desvalorizar, tratar como mercancía, a no ser sicarios. En suma, a no perder la dignidad ni a dejarse, insistió, a dejar sobar el lomo por nadie.
Llama a no ser mercenarios de ambiciones ajenas
No sean mercadería para los bolsillos de otros. Mercenarios de ambiciones ajenas. Es mentira que la única forma de vivir, de poder ser joven, es dejando la vida en manos del narcotráfico o de aquellos que lo único que hacen es sembrar destrucción y muerte, apostilló.
Jorge Mario Bergoglio, el jesuita, afirmó que así, aquellos jóvenes no tendrán auto último modelo o los bolsillos llenos de plata, pero se sentirán amados.
Más de 7 millones de jóvenes en México no estudian ni trabajan, y el Papa admitió: “Es difícil sentirse riqueza cuando están expuestos a la pérdida de amigos o familiares en manos del narcotráfico, de las drogas o de organizaciones criminales que siembran el terror.
Es difícil sentirse la riqueza de una nación cuando no se tienen oportunidades de trabajo digno, posibilidades de estudio y capacitación; cuando no se sienten reconocidos los derechos que terminan impulsándolos a situaciones límites. Es difícil sentirse la riqueza de un lugar cuando por ser jóvenes se los utiliza para fines mezquinos, seduciéndolos con promesas que al final no son reales. ¡Son pompas de jabón!
Como ya es su estilo, el papa Francisco rompió otra vez el protocolo. Mientras se activaba la escenografía con un estilizado Baile de los viejitos para darle la bienvenida, con la mano derecha dejó que dos niñas con síndrome de Down se le acercaran.
Las abrazó, besó y bendijo. Pero una hora más tarde esa bonhomía arrancó un susto a la guardia suiza y al Estado Mayor Presidencial, encargados de su seguridad: muy cerca de las vallas, ya para despedirse, el Papa fue jalado por varias manos que lo hicieron trastabillar.
El Centro Televisivo Vaticano registró el disgusto que provocó a Francisco, su regaño a los autores y la angustia del guardia presidencial que atinó a detener al pontífice por el hombro izquierdo.
Con todo, el resto de la gira papal se desarrolló en calma. Funcionó el operativo del Ejército, la Marina, la Policía Federal y la Gendarmería. Lo más que atendió Protección Civil y la Cruz Roja fueron desmayos y sofocos por insolación, y pies ampollados.
Eso, porque la mayoría de los jóvenes que asistieron al estadio caminaron desde los llanos de la liga municipal, habilitados como albergue, y porque la cita para iniciar la peregrinación fue a las seis de la mañana.
Siete horas más tarde aún continuaba el ingreso bajo los 27 grados centígrados de calor del sol de Morelia. Venidos de la tenencia de Capula, donde los artesanos diseñaron y cocieron la vajilla en cerámica de alta temperatura que se utilizó para el servicio en la comida de Francisco, tres jóvenes devotos de la capilla de la Asunción se quejaban de la forma en que su amigo distribuyó los boletos para el estadio.
A ellos los dejó en el enrejado del estacionamiento, avivado el calor por el asfalto, pero se aseguró para él y sus cuates los mejores sitios en la cancha. Y aun así fueron de los primeros en recibir el papamóvil.
Mientras el Papa visitó la catedral, la Fuerza Aérea envió a los terrenos aledaños al estadio, habilitados como helipuerto, a los Súper Puma, y la fuerza de aspas y rotores levantó polvareda, pañuelos, gorras y basura. El viento se llevó el terregal al asentamiento que antorchistas levantaron en el cerro de al lado.
Ahí no hay drenaje, luz, mucho menos agua. Pero eso sí, para evitar una segunda nube para el despegue se utilizó el contenido de dos pipas. Allá arriba, a lo lejos, decenas de personas se apostaron para observar el encuentro, y en contraste, los dueños de palcos y plateas en el estadio se negaron a ceder su lugar de privilegio. Meseros entraban y salían con viandas y bebidas.
A las 14 horas, dos horas antes del arribo papal, el estadio rebosó de fieles. Sólo quedó espacio en los estacionamientos. Sombreros y gorras sirvieron de abanicos y abundaron las quejas de falsificación o, al menos, duplicación de boletos.
El Papa redondeó su mensaje con el señalamiento de que la principal amenaza a la esperanza es que los jóvenes crean que son valiosos por disfrazarse con ropa de marca, el último grito de la moda, o que el prestigio y el cariño lo da el dinero.
Afuera, un par de adolescentes de secundaria trataban de vender las dos últimas bolsas de agua de jamaica para completar el día. Y quedaba el eco del papa Francisco en el ocaso de la tarde michoacana: No pierdan el encanto de soñar. ¡Atrévanse a soñar! Que no es lo mismo que ser dormilones.
FUENTE: LA JORNADA.
AUTOR: Enrique Méndez y Ernesto Martínez Elorriaga.
LINK: http://www.jornada.unam.mx/2016/02/17/politica/002n1pol
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