CIUDAD DE MÉXICO: Desde 1994, cuando apareció el EZLN, Chiapas no figuraba como un lugar de violencia e incluso en esta guerra contra el narcotráfico no estaba contemplada, aunque desde mucho antes el cartel de Sinaloa ya tenía sus negocios en la frontera con Guatemala y el mismísimo Chapo Guzmán paseaba por las calles coloniales de San Cristóbal de las Casas y se emborrachaba en Villa Flores.
Hoy Chiapas está inmerso en una espiral de violencia que ha ido creciendo de manera explosiva porque, a diferencia de otros estados donde el crimen organizado es el grupo más armado, aquí se lleva a cabo una batalla por el control de las zonas norte, selva y altos en la que participan los Zetas y los cárteles de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación, más los paramilitares como Paz y Justicia afiliados al PVEM, y replegados los milicianos del EZLN que están a la expectativa.
Todos los días hay ejecutados y secuestrados en Chiapas que no aparecen en los registros de la guerra contra el narco en todo el país. Pareciera que en esa franja del territorio nacional donde no pasa nada más que bloqueos de carreteras por las comunidades indígenas y conflictos electorales por la manipulación del PVEM por parte del gobernador Manuel Velasco que sueña con ser candidato presidencial en el 2018.
Pero no es así. En Chiapas ocurren varios fenómenos de violencia que se han ido pergeñando en zona estratégicas para el trasiego de cocaína proveniente de Sudamérica vía Guatemala y el tráfico de armas y de centroamericanos.
La situación de violencia ha comenzado a manifestarse con ejecuciones brutales como la de Tony Reynaldo Gutiérrez López en el municipio de Tila a mediados del año pasado a manos de policías municipales y civiles armados. Fue encontrado con huellas de tortura, desollado y sin ojos.
El Comité de Derechos Humanos Digna Ochoa tiene detectados a los grupos del crimen organizado peleando zonas especiales de la frontera con Guatemala, hacia el norte de Chiapas colindando con Tabasco y la región de Los Altos, donde se encuentra la ciudad de San Cristóbal de las Casas y el municipio de San Juan Chamula.
Varios de los municipios donde tienen presencia los grupos del crimen organizado eran zonas de influencia del EZLN y también de grupos paramilitares auspiciados desde 1996 por el gobierno federal en su estrategia de contrainsurgencia, principalmente al norte del estado y que nunca fueron desarticulados.
En esos municipios de Chilón, Yajalón, Tila, Sabanilla, Palenque, Ocosingo, Comitán, Frontera Comalapa, Pueblo Nuevo Solistahuacán, Simojovel, San Cristóbal de las Casas, Marqués de Comillas, La Trinitaria, entre otros, la situación de violencia ha crecido en los últimos años y a pesar de que hay muertos, desparecidos, secuestrados, desplazados y ejecutados, el gobierno de Velasco ha sido indolente para no llamar la atención y eclipsar sus pretensiones presidenciales.
En algunos de estos municipios, el EZLN ha tomado la decisión de replegarse y proteger a sus bases de apoyo. Pero el crecimiento de la violencia está latente y, con ello, el de enfrentamientos armados.
Aunado a esta situación que puede estallar en cualquier momento, está también el aumento de las adicciones a cocaína y crack en algunas comunidades indígenas donde los jóvenes quieren ser sicarios y jefes de plaza como ocurre en otros lugares del país.
Chiapas en toda su historia siempre ha estado olvidado por la federación, hoy sucede lo mismo. Lamentablemente habrá de atraer la atención cuando estalle nuevamente la violencia, pero no como en el 94 cuando fue por causas sociales, sino ahora como expresión clara de la podredumbre de la clase política que cada vez está más ligada al crimen organizado.
FUENTE: PROCESO.
AUTOR: JOSÉ GIL OLMOS.
LINK: http://www.proceso.com.mx/436023/chiapas-refugio-del-narco