Una de las fortunas más turbias de México –la de la familia Hank– está rodeada de riquezas igualmente oscuras. Al menos tres de los cercanos a Carlos Hank Rhon abrieron firmas offshore gracias al despacho panameño Mossack Fonseca. Se trata de Carlos Alberto Rojo Macedo, Máximo Haddad Abed y Carlos Mauricio Ballesteros Franco, quienes se han beneficiado de las privatizaciones, los subsiguientes rescates carretero y bancario, y han decidido triangular recursos mediante compañías fantasma en Bahamas.
CIUDAD DE MÉXICO: Aunque en 2013 el despacho panameño Mossack Fonseca se negó a entrar en negocios con Carlos Hank Rhon debido a su pasado oscuro, tres de sus cercanos no tuvieron problema para crear entidades offshore en el paraíso bancario de Bahamas. Se trata de Carlos Alberto Rojo Macedo, actual presidente de Grupo Interacciones; Máximo Haddad Abed y Carlos Mauricio Ballesteros Franco.
El segundo es un empresario del sector de la construcción, cuya fortuna creció al amparo del gobierno del Estado de México, cuando el padre de Hank Rhon, el profesor Carlos Hank González, era mandatario. El tercero es directivo en el gigante de la construcción Grupo Mexicano de Desarrollo (GMD), la empresa familiar.
Haddad y Jorge Eduardo Ballesteros Franco –el presidente de GMD– formaron parte del consejo de administración de Grupo Interacciones en los inicios del consorcio, en 1993.
Haddad, GMD y Hank Rhon se beneficiaron de la privatización del sector carretero hecha por Carlos Salinas de Gortari en 1989. Posteriormente obtuvieron cantidades millonarias de los planes de rescate de las carreteras y del sector bancario delineados por la administración de Ernesto Zedillo, debido a los cuales el contribuyente mexicano, en 2016, sigue endeudado por 1 billón 62 mil millones de pesos.
La actividad de los socios de Hank Rhon en paraísos fiscales se desprende de los 11.5 millones de documentos internos de Mossack Fonseca, que obtuvieron de una fuente anónima el periódico alemán Süddeutsche Zeitung (http://www.sueddeutsche.de/), el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ, por sus siglas en inglés, https://www.icij.org/), así como otro centenar de medios, entre ellos Proceso.
El pasado 4 de abril, proceso.com.mx informó que, en septiembre de 2013, después de revisar el expediente de Carlos Hank Rhon, los abogados de Mossack Fonseca encontraron “resultados negativos” sobre el financiero y se negaron a incorporar una empresa ficticia en Bahamas que le serviría para ocultar una cuenta bancaria en Suiza.
Entre los resultados que arrojó el programa de revisión internacional surgieron artículos de prensa sobre los antecedentes de la familia Hank, entre otros un reportaje del Washington Post de 1999.
Este reportaje, que siguió a una investigación del periódico El Financiero, señalaba que Carlos Hank González y sus hijos Carlos y Jorge Hank Rhon “lavaron dinero de manera masiva, apoyaron organizaciones de narcotraficantes en transportar cargamentos de droga y se involucraron en corrupción pública a gran escala”, según un informe de distintas agencias de inteligencia estadunidenses.
A inicios de 2012, una de las personas cercanas a la familia Hank –con un pasado igualmente turbio– apareció en los documentos del despacho panameño. Se trataba de Máximo Haddad Abed, un empresario poblano de 71 años, con nacionalidad panameña, que preside el Grupo Haddad y formó parte del primer consejo de administración de Grupo Interacciones, en 1993.
Al amparo de los Hank
Grupo Haddad posee varias empresas constructoras (Summa Concesiones y Prefabricación y Construcción, Pycsa) que operan en México y Panamá, así como el fideicomiso de inversión Fibramex –a través del cual es propietario de siete edificios en la capital mexicana, como la Torre El Caballito o el edificio de Mexicana de Aviación–. También maneja los fondos de inversión Sarsa, Inglewood y Mayford.
Los últimos dos están registrados en paraísos bancarios, respectivamente en las Islas Vírgenes Británicas y en Bahamas, y se encuentran bajo la administración de Mossack Fonseca, según los documentos obtenidos por el ICIJ.
Mayford Development Ltd., fue constituida en Bahamas el 3 de marzo de 1998; en julio de 2006, el despacho panameño Watson & Associates la pasó a la administración de la oficina de Mossack Fonseca en Bahamas, no sin antes transferir sus acciones a MH Panama Real Estate Holding Corp., una sociedad de Máximo Haddad.
El 2 de diciembre de 2011, Máximo Haddad Abed transfirió las acciones de Mayford Development a Grupo Haddad, y en marzo de 2012 sustituyó a los directores de papel de Mossack Fonseca por Charles Edward Haddad Koenig –su hijo–, Gustavo Zárate Ramos y María Mirza Peña Romero, respectivamente director, director financiero y consejero general de Grupo Haddad. Dos años más tarde, Máximo Haddad Abed se volvió su director único.
De acuerdo con un correo de Watson & Associates a Mossack Fonseca fechado el 4 de abril de 2012, Mayford Development “sólo es tenedora de cuentas bancarias y valores”.
El empresario incursionó en los sectores de la infraestructura en Panamá, de la salud en Estados Unidos, de los bienes raíces en México y Estados Unidos y de los cosméticos, entre otros. Llegó a ser juez en el concurso Miss Colombia 2011 y reportes de prensa lo relacionan con casinos en Bahamas.
No sólo eso. A inicios del siglo XXI el empresario fungió como cónsul honorario de Panamá en Tampa, Florida, y fue investigado por la justicia de Estados Unidos en el caso Hamilton Bank, un banco de Florida del que las autoridades asumieron el control en 2002, ante la sospecha de que la entidad se prestaba a actividades de lavado de dinero y malversaciones financieras. Algo similar le ocurrió a Hank Rhon con el Laredo National Bank, en 2001, tras las investigaciones de Estados Unidos en su contra.
El Miami Herald reportó entonces que las autoridades estadunidenses pusieron a Haddad en una lista negra, pues sus empresas offshore recibieron más de 25 millones de dólares en transacciones y transferencias “por las cuales el banco no ha dado una explicación legítima”. Haddad siempre aseguró que no había perpetrado ninguna acción ilegal, pero según reportes de la prensa panameña, en 2004 las autoridades de Estados Unidos se negaron a renovar la visa al pasaporte panameño de Haddad.
En 2007, Máximo Haddad aparecía entre los 10 accionistas más importantes de Grupo Interacciones. Incluso lo era dos veces: una como persona y la otra a través de Grupo Pycsa, S.A. de C.V., una de sus firmas constructoras.
El vínculo
La relación de Haddad con la familia Hank se remonta a más de 40 años atrás, cuando el hombre estaba recién egresado de la universidad. En una entrevista que concedió a Global Industries en febrero de 2013, Haddad admitió: “Después de terminar la carrera de ingeniería civil, tuve una coyuntura donde me ofrecieron hacer unas obras en el Estado de México cuando era gobernador el profesor Carlos Hank (González)”.
Es así como, con apenas 27 años, Haddad participó en la construcción de Cuautitlán Izcalli, la primera “ciudad planeada” de la naciente área metropolitana. Esta urbe fue promovida por el entonces presidente Luis Echeverría al inicio de su mandato, con el objetivo de frenar el crecimiento de la Ciudad de México.
En 1989, el empresario formó parte de los beneficiarios de la privatización de las carreteras, lanzada por Salinas de Gortari.
Durante la entrevista mencionada, Haddad informó: “Participamos en la primera licitación de una carretera privada, la de México-Toluca, que ganamos”. El empresario también mencionó haber “ganado” las concesiones de las carreteras Tijuana-Mexicali, Córdoba-Veracruz y La Tinaja-Cosoleacaque durante el sexenio salinista.
La México-Toluca fue otorgada a Triturados Basálticos y Derivados (Tribasa), propiedad de David Peñaloza Sandoval; la Tijuana-Mexicali fue concesionada a La Nacional Compañía Constructora (propiedad de la familia Hank) y posteriormente a Pycsa, de Haddad; mientras GMD, de la familia Ballesteros Franco, recibió las carreteras Córdoba-Veracruz y La Tinaja-Cosoleacaque.
En el origen de Interacciones
De las concesiones carreteras a empresas privadas, 23 terminaron en un desastre. En agosto de 1997, menos de una década después de las concesiones, el gobierno de Ernesto Zedillo adoptó un plan de “rescate” por 170 mil millones de pesos, que administró a través del Fideicomiso de Apoyo para el Rescate de Autopistas Concesionadas (FARAC).
Tras recibir algunas de las concesiones más ventajosas –entre ellas un tramo de la Autopista del Sol– GMD resultó una de las empresas más beneficiadas por el FARAC. Junto con ICA y Tribasa recibió 5 mil 765 millones de pesos.
En los documentos de Mossack Fonseca aparecen Carlos Mauricio y Josefina Ballesteros Franco como respectivos beneficiarios finales de Caribou Bahamas GP y Aramis Bahamas GP, dos empresas fantasma incorporadas en Bahamas el 29 de mayo de 2015 con la finalidad de “ser socios de una empresa canadiense”. Ambos señalaron como origen de los fondos: “herencia”.
Son hermanos de Jorge Eduardo Ballesteros Franco, cofundador y actual presidente de GMD, así como accionistas e integrantes del consejo de administración de la empresa familiar, ya señalada por su uso ilícito de las estructuras offshore.
En 2001, Jorge Eduardo Ballesteros Franco fue procesado en Estados Unidos por utilizar “múltiples fideicomisos offshore a nombre de personas ajenas a la familia Ballesteros” en una operación de fraude financiero.
El 15 de marzo de 1993 se registró de manera formal Grupo Financiero Interacciones ante la notaría número seis del Distrito Federal. Se integró su nuevo consejo de administración con 12 consejeros propietarios y con Carlos Hank Rhon como presidente. Entre ellos destacaban David Peñaloza Sandoval, Máximo Haddad Abed y Jorge Eduardo Ballesteros Franco.
Además de ser salvados por el FARAC, estos cuatro personajes participaron en la crisis bancaria de los noventa y se beneficiaron del rescate masivo a los bancos que impulsó Zedillo en 1995 a través del Fondo Bancario de Protección al Ahorro (Fobaproa).
En una lista de 745 presuntos beneficiarios de ese salvamento, que presentó la bancada del PRD en 2001, aparecían Hermes, Tribasa, GMD y Pycsa, las empresas de Hank Rhon, Peñaloza Sandoval, Ballesteros Franco y Haddad Abed, respectivamente.
En marzo de 2016, la deuda de México respecto de los pagarés del Fobaproa y del FARAC se elevaba a 1 billón 62 mil millones de pesos: 877 mil millones en el primer caso y 185 mil millones de pesos en el segundo.
El pasado 29 de abril, Proceso llamó a las oficinas de GMD en búsqueda de Ballesteros Franco. La operadora aseveró que ni él ni la persona encargada de sus relaciones se encontraban. Asimismo, este semanario intentó comunicarse con Grupo Haddad para conversar con su presidente, pero el timbre sonó en el vacío y la dirección de correo electrónico publicada en la página de la empresa era inválida.
Nuevo director
El pasado 16 de septiembre, Mossack Fonseca incorporó la empresa Arise Regent Group Inc., en Bahamas para el cliente JTC (Suisse) S.A., domiciliado a su vez en las Islas Vírgenes Británicas.
Detrás de la empresa fantasma se encuentra Carlos Rojo Macedo, quien aparece tanto en calidad de director como de único accionista, titular de 50 mil acciones de un dólar cada una. El hombre de 46 años es director general de Grupo Financiero Interacciones desde octubre de 2014, cuando asumió el cargo que dejó Carlos Hank González para integrarse a la dirección del consejo de administración de Banorte.
En ese entonces, Rojo Macedo ya era un hombre de confianza de Hank Rhon: llevaba 14 años en el Grupo Interacciones, donde subió los eslabones uno tras otro, hasta llegar al puesto de director general ejecutivo, debajo de Hank González.
Rojo Macedo indicó a Mossack Fonseca el 7 de diciembre pasado que los “registros fiables de contabilidad” de la empresa fantasma se encontraban en el piso 13 de la torre de vidrio que se erige en el número 383 de Reforma, en la Ciudad de México, según consta en los documentos obtenidos. Esta dirección corresponde a las oficinas corporativas del Banco Interacciones.
El vocero de Interacciones, Jorge Rodríguez Castañeda, aseveró a Proceso que Rojo Macedo abrió esa empresa “a título estrictamente personal”. “Cabe precisar que las acciones de dicha sociedad fueron suscritas pero no se exhibió el capital para cubrir las mismas; esto es, la sociedad no cuenta con patrimonio, por lo cual a la fecha no ha efectuado, ni efectuará en lo futuro, operación alguna”, sostuvo. Y añadió: “Por lo que hace al domicilio señalado, éste se utilizó únicamente con el propósito de recibir correspondencia al efecto”.
FUENTE: PROCESO.
AUTOR: MATHIEU TOURLIERE.
LINK: http://www.proceso.com.mx/439458/amigos-hank-empresas-en-bahamas