Enrique Peña Nieto, vive en una realidad paralela, en un mundo distinto a nosotros, en un país que ciertamente que no es México.
Sorprende ver su desconexión total de nuestros problemas. Parece que el señor de Los Pinos vive en otro país cuando habla de México.
Y es que desde su torre de marfil, no puede tocar la tierra. Su promontorio no le permite ver más allá de sus falsas creencias, de sus fantasías, de sus mentiras, literalmente, mentiras.
La entrevista que ofreció a la periodista Rosa Elvira Vargas del periódico La Jornada nos devela un Peña Nieto desconectado de los problemas nacionales que afectan a los habitantes del país que supuestamente gobierna desde hace más de tres años.
Primero, dice que los mexicanos no tenemos motivos para estar de “mal humor”. Y dice que todos “les está yendo bien”: “Los datos acreditan que hay más empleo que nunca”. No sabemos a qué datos se refiera el señor de Los Pinos, pero el INEGI sitúa la tasa de desempleo a nivel nacional del 4.4 por ciento, es decir más de 2 millones de personas.
¿Mal humor?… Parece que el señor Peña Nieto no conoce el nivel de empleo basura que existe en México, ni los minisalarios que no permiten a la gente sobrevivir. Tal vez, habrá que informarle que un trabajador gana diariamente 73 pesos, que el salario o minisalario mínimo lacera la vida de casi 8 millones de mexicanos y sus familias.
Los salarios en México son los peores de América Latina, salarios que provocan extender más la inmensa brecha de desigualdad que las políticas públicas de gobiernos como el de Peña Nieto han generado. Para ser más claro, su gobierno se ha convertido en una fabrica de hacer pobres. Más de la mitad de la población, es decir, casi 60 millones de personas viven en la pobreza.
Sería bueno que Peña Nieto leyera los informes de la CEPAL, pero como ya sabemos que el gusto por la lectura no se le da, ojalá que sus asesores le digan que según los últimos estudios más del 40 por ciento de los trabajadores no logra obtener el mínimo necesario para sostener a sus familias. Y el resto tiene dificultades para llegar a fin de mes. Todo aumenta, menos los salarios que anualmente gracias a sus amigos empresarios charros en contubernio con los sindicatos charros, solo reciben paupérrimos incrementos.
Peña Nieto habla como si fuera Alicia en el país de las maravillas, pero la realidad es otra: el México de Peña Nieto es un país empobrecido, sumido en una inmensa crisis social, política y económica por sus nefastas reformas y los privilegios de la clase empresarial empeñada en extender la pobreza en lugar de generar riqueza. Dentro de poco, ya no habrá clase media, solo pobres y ricos. Y de eso se están encargando los políticos y los dueños de México, los empresarios mexicanos en general, los más mezquinos del mundo.
Sobre su desastrosa reforma educativa justifica los 4 mil maestros en paro despedidos ilegalmente. Dice que su reforma “no tiene orientación punitiva ni para castigar a los maestros”. Miente, Peña Nieto miente. ¿Cómo le llama a los 4 mil despidos ilegales? pues dice que solo son acciones que reflejan la pérdida de “privilegios”, pero que su reforma cuenta con un gran “consenso”. Si así fuera, no habría 4 mil despidos. Luego señala que su modelo de reforma educativa impuesto, es bastante “generoso y noble”. Pero en realidad no reconoce que su modelo es nada más y nada menos, que la privatización de la educación. Parece que el señor de los Pinos no sabe del empobrecimiento al que han sometido estos últimos gobiernos a la clase magisterial que trabaja literalmente con las uñas en escuelas infrahumanas sin condiciones materiales para la enseñanza, escuelas que no tienen ni pupitres ni pizarrones en las zonas más pobres, escuelas que sobreviven gracias al heroísmo de los maestros. Peña Nieto no premia a los maestros, los castiga. Y se está desapareciendo la educación pública. Así de sencillo. Punto.
Sobre Ayotzinapa, uno de los crímenes de estado que lo perseguirá hasta después de su muerte, el señor de Los Pinos dice que no entiende cómo fue que su gobierno pasó a ser “señalado como implicado, culpable”. Ay señor Peña Nieto. Disculpe la pregunta: ¿es o se hace?. En serio. Necesitamos saber si el inquilino de los Pinos tiene el suficiente nivel de inteligencia para sostener ese puesto.
Dice que su gobierno intervino en la desaparición forzada para “esclarecer y apoyar la investigación”. Mentira. Peña Nieto miente. Los hechos lo desmienten. Allí esta la investigación del GIEI que en todo momento fue torpedeada y bloqueada por las instituciones de su gobierno, particularmente por el Ejército y la PGR, para no conocer el paradero de los 43 normalistas desaparecidos.
Es extraño que Peña Nieto no sepa la implicación de su gobierno en la desaparición de los 43 de Ayotzinapa, que desconozca la implicación directa e indirecta de los militares, cuyo máximo jefe es él mismo. Otra vez: ¿es o se hace?.
Otra de sus graves desconexiones de la realidad es la del entorno político. El señor de Los Pinos asegura que los resultados de las próximas elecciones no tiene nada que ver con el escenario presidencial del 2018. ¿En serio? ¿Es neta? Por favor, hasta un niño de cinco años comprende que estas próximas elecciones son el termómetro para saber que pasará en las presidenciables. ¿A qué le teme Peña Nieto? Tal vez, al castigo de los electores al PRI por su mal gobierno.
Sobre el irrisorio “sistema nacional anticorrupción” que su gobierno ha instituido para simular una persecución contra los políticos corruptos, el señor de Los Pinos, vuelve a desconectarse de la realidad señalando que “sanciona y previene” la corrupción, algo que todos los mexicanos sabemos que es mentira. ¿Cuántos gobernadores corruptos como Humberto Moreira o Rodrigo Medina o decenas más, están en la cárcel? Ninguno. El sistema está hecho para proteger a los políticos corruptos. Más aún. En México ser político significa ser impune.
Todo indica que el señor Peña Nieto no solo está desconectado de nuestra realidad, sino que tal vez, padece un preocupante trastorno de la personalidad esquizoide, que se traduce en una enfermedad mental caracterizada por la indiferencia al sufrimiento de los demás y por el aislamiento social.
¿Quién supervisa la salud mental de los presidentes? Debería ser una cuestión de estado, una preocupación de los demás poderes, de la ciudadanía. Un presidente desvariando, instalado en el delirio, en la fantasía debe ser revisado. Es muy grave su comportamiento. Urge una evaluación psicológica al señor de Los Pinos.
FUENTE: SIN EMBARGO.
AUTOR: SANJUANA MARTÍNEZ.
LINK: http://www.sinembargo.mx/opinion/30-05-2016/49050