COATZACOALCOS, Ver. (apro).-“Hablamos de un genocidio industrial (sic). Mandaron al sacrificio a 58 obreros, según las cuentas que nos reportan los obreros que salieron vivos”, expresa Mario Díaz Ortega, integrante de la Coordinadora de la Defensa del Petróleo y agremiado de la Unión Nacional de Técnicos y Profesionistas Petroleros.
Dicha agrupación incluye a 320 empleados de Petróleos Mexicanos (Pemex) disidentes del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM).
Con cejas canosas bien pobladas, Díaz Ortega es enfático: el “genocidio industrial” –explica– se viene dando desde que Pemex delegó la operación de la planta a Petroquímica Mexicana de Vinilo (PMV) y a la empresa Mexichem que, con base en empresas outsourcing del petróleo, “relegó tareas delicadas” a gente joven, inexperta, sin preparación y sin una retribución salarial estable. Por esa razón, dijo, las familias de los fallecidos quedaron en el desamparo.
“Los petroleros tenemos otra responsabilidad. Con Mexichem sólo picamos los botones. Estamos en un cuarto de control, estamos operando. ¿Quiénes hacen la reparación?, pues los jóvenes de las empresas contratistas, gente humilde que no tiene preparación, a nosotros (los petroleros) nos fueron quitando materia de trabajo. Hoy en esta tragedia mueren los de las compañías contratistas”, ataja Ortega, flanqueado por un grupo de empleados del sindicato disidente y otros extrabajadores del petróleo jubilados.
Hasta pasado el mediodía de este lunes, los boletines de Pemex consignaban la cifra oficial de 32 muertos, más de 160 heridos, 12 de ellos de gravedad y cero desaparecidos.
Y es que, raíz de la visita del presidente Enrique Peña Nieto el pasado 21 de abril, el director general de la paraestatal José Antonio González Anaya y el gobernador priista Javier Duarte dieron por canceladas sus ruedas de prensa nocturnas y desde entonces todo se concentró en enviar escuetos despachos informativos.
Entierro de un trabajador fallecido en explosión Coatzacoalcos. Foto: Yahir Ceballos
“Chivos expiatorios”
En su oficina ubicada en pleno centro histórico de Coatzacoalcos, la diputada del Movimiento Regeneración Nacional (Morena) Rocío Nahle García advirtió del siguiente viacrucis al que quedarán expuestos mandos medios del complejo “Pajaritos” adscritos a Pemex, así como trabajadores inmersos en la nómina de PMV.
En el complejo petrolero, dijo, se vivía un esclavismo laboral con la reforma energética y anteriormente con la reforma laboral, pues a través de puras empresas outsourcing en la industria de los hidrocarburos, la mayoría de los 700 obreros de este complejo petroquímico trabajaban sin prestaciones laborales; no acumulaban antigüedad laboral ni tenían respaldo en accidentes de trabajo.
La legisladora de Morena fustigó que al iniciar las investigaciones, la Procuraduría General de la República (PGR), dirigida por Arely Gómez, intenta buscar a “los chivos expiatorios” de esta doble explosión en el área de Clorados III en el complejo Pajaritos. Agregó que “todo parece indicar” que serán los mandos medios en quienes se recargue la responsabilidad de la catástrofe.
“Vemos que hoy la PGR le está enviando requerimiento a los ingenieros de Pemex, para que la paraestatal absorba la responsabilidad de los privados. Yo voy a defender a los trabajadores… Sí, que vayan y expliquen a la Procuraduría en qué condiciones estaban trabajando, si no habían las condiciones óptimas al momento de operar, sí los obligaban por una cuestión económica. Pero no que los agarren de chivo expiatorio de este terrorismo laboral que desencadenó en tragedia”, dijo.
Rocío Nahle García, representante del distrito de Coatzacoalcos, fue enfática al soslayar que hay una empresa mexicana “responsable de la tragedia” y que se llama Petroquímica Mexicana de Vinilo, cuyo dueño de 58% de las acciones es el exbanquero mexicano (dueño de Bital), Juan Antonio del Valle.
“Creo que el manejo de hidrocarburos no es para cualquiera, sabíamos y lo habíamos advertido que los empleados operaban sin el equipo de seguridad básico, no seguían las normas de seguridad, además la falta de mantenimiento y la negligencia laboral de sus directivos llevó a esta atroz tragedia”, expuso.
Familiares despiden a uno de los trabajadores muertos en la explosión de Pemex en Coatzacoalcos. Foto: Yahir Ceballos
Jugar con la muerte…
Mario Díaz, integrante de la Coordinadora con la Defensa del Petróleo da una síntesis recabada con los obreros que sobrevivieron a la explosión del fatídico miércoles 20. Ataja que los “riesgos” en una planta de petroquímica siempre van a existir, pero serán menores cuando haya empleados calificados y de Pemex al frente.
“La información que hemos recibido es que primero se presenta la fuga. Los retiran (los directivos a los obreros), se van a comer. Luego los directivos dicen ‘ya no hay fuga’ (sic). Los vuelven a meter a trabajar… después sobreviene la explosión”, agregó.
Javier, un obrero de la cuadrilla de andamios lo explicó de una forma más puntual: “primero hubo un desfogue, cerramos válvulas, vino una fuga, sentimos que algo explotó. Luego vino el diablo y sopló”.
Díaz Ortega reparó en que cualquier petrolero de Pemex experto en contingencias habría sabido la receta para evitar la tragedia al pie de la letra: “Uno, sí hay una fuga, tienes que cortar y parar. De otro modo, ahí están los resultados”.
El pretexto de Mexichem y de PVM para no parar fue muy lógico –atajó Díaz–, más no admitido. Los mandos decidieron no parar por la cuestión económica, pues nunca una iniciativa privada va a perder un segundo de producción: “los puntos de la Bolsa Mexicana de Valores se vienen abajo y la empresa pierde… sí estuviera Pemex al frente de la planta, el sindicato no hubiera permitido reanudar labores”, expuso.
Los razonamientos de la Coordinadora en Defensa del Petróleo y de la Unión Nacional de Técnicos y Profesionistas Petroleros suenan obvios, según el periódico La Jornada en su edición del domingo 24 de abril, tras el fatal accidente y 4 días de receso-. Y es que, Mexichem había caído 4 mil 116 millones de pesos en su valor de mercado en relación con su valor de capitalización de la semana anterior.
Un día después del accidente, el propio José Antonio González Anaya, director general de Pemex, admitió que aunque la paraestatal logró amortizar el pago de impuestos en unos 50 mil millones de pesos por año, el diagnóstico del primer trimestre tendrá “muy malos resultados financieros”.
En otras compañías privadas como Breskan Idesa, quienes controlan el proyecto de Etileno XXI, sus directivos explicaron el desplome y la tragedia de “Pajaritos” de la siguiente manera: hubo una desincorporación del recurso humano, las instalaciones ya están convertidas en chatarra y con falta de mantenimiento, nulos recesos y producción forzada en aras de no caer en la Bolsa Mexicana de Valores (BMV), entre otros multifactores.
Mario Díaz coincidió, pero atajó que el remedio no llegó a tiempo, porque hoy “Pajaritos” depende del sector privado; sin embargo, Mexichem nunca respetó los protocolos ni las normas de seguridad, mucho menos –dijo– el respeto humanitario al trabajador.
Y eso es cierto, empresas como Ica Flour, Gamza, Peri-Gamza, entre otras, evadieron su responsabilidad de apoyar en los cortejos fúnebres de sus obreros fallecidos. Peor aún, ni siquiera dieron visos de una eventual indemnización conforme a la ley. Por ello, familiares de víctimas de la Congregación de Mundo Nuevo salieron a “botear” el pasado lunes en el Puente Coatzacoalcos I, para exigir y presionar a las autoridades federales a que asuman su responsabilidad de cubrir los gastos funerarios y dar una liquidación a los deudos.
“Peña llegó a decir lo que sabe decir, que estaba con nuestro dolor, nos prometió que el gobernador Javier Duarte se quedaría para agilizar los trámites de la entrega de muertos y la búsqueda de desaparecidos pero, apenas se fue Peña y a Duarte no le volvimos a ver ni el polvo”, dijo Lucero Rocha, viuda de Abigail Sánchez, quien murió en la explosión cuando ocupaba el cargo de supervisor de Andamios y empleado contratista de Gamza.
Al ver hacía delante de la tragedia, Mario Díaz pugnó porque esto no vuelva a suceder: “Exigimos que la PGR haga una exhaustiva investigación, tenemos toda la información. Vamos a empezar a actuar, por la vía legal y por la movilización social para exigir que ‘Pajaritos’ sea desincorporado de la iniciativa privada y regrese a manos del Estado”.
La explosión en el complejo de Pemex en Coatzacoalcos. Foto: Yahir Ceballos
Y en las perdidas, el drama…
En los alrededores del complejo “Pajaritos” reina la zozobra y la incertidumbre. Obreros de empresas contratistas se arremolinan y acercan a los reporteros para cuestionarlos “si supieran” de la fecha de la reapertura de la empresa, del despido de personal y de sí alguna “contratista” está pagando sueldos o liquidaciones.
Y en el caos y el reacomodo de la empresa, ya se presentan actos de rapiña: “Por la explosión vino mucha gente de (la ciudad de) México, y varios administrativos de los contratistas ya se están quejando de robos, de saqueo de oficinas. La rapiña allá adentro está a todo lo que da”, explica Javier, empleado de Gamza, pero no es lo único que le preocupa.
“Seguimos llorando a nuestros amigos. Nos duele en el alma tener que ir ayer y antier a dos velorios por día, pero queremos ver, ¿Qué sigue?, la familia tiene que comer. ¿De dónde va a salir la papa? Hemos escuchado que la planta va a estar cerrada muchos meses. ¿De qué vamos a vivir?”.
La zozobra se multiplica, las empresas contratistas se desentienden del reacomodo de sus empleados. En los murmullos y lamentos de los trabajadores petroleros, la empresa Welding los respalda y algunos hasta ya lograron cobrar su sueldo el pasado viernes.
El drama que conmovió a la comunidad petrolera fue el destino de los hermanos de la congregación de Mundo Nuevo, Óscar y Abigaíl Sánchez de la Cruz, quienes murieron abrazados en la doble explosión del área de Clorados III, del complejo petroquímico. Sus cuerpos fueron encontrados la tarde-noche del domingo 24, por binomios caninos, en el área de más difícil acceso por los estragos que causó la conflagración.
Empleados del Servicio Médico Forense y periciales de la Fiscalía General del Estado (FGE) sacaron en una sola camilla los cuerpos calcinados de los trabajadores de 24 y 30 años. En la plancha del forense tuvieron que realizar diligencias quirúrgicas para “separar a los cuerpos”, así como “evitar despellejarlos”, por el estado en que se encontraban.
Rutilio Sánchez Jiménez, padre de Óscar, andamiero de profesión y Abigaíl, supervisor de andamios, ambos de la empresa Gamsa, contó que, según testimonios de otros obreros, Abigaíl logró evadir la onda expansiva del fuego en una primera instancia. Sin embargo, al gritar desesperado por su hermano Óscar y no obtener respuesta, regresó por él. Pasaron cinco días después del accidente para conocer que ninguno sobrevivió.
Apenas el sábado 23, Jessica Jiménez –esposa de Óscar– y Lucero Rocha –cónyuge de Abigaíl– se atrincheraban en la entrada del complejo “Pajaritos” en búsqueda de noticias sobre sus maridos. Sentadas bajo un árbol que no daba sombra ni consuelo, Jessica no paraba de sollozar, mientras Lucero platicaba con reporteros con la mirada absorta y los ojos vidriosos. “Que me entreguen a mi marido ya como esté”, decía.
El funeral de los hermanos Sánchez fue el martes 26 al mediodía en el panteón municipal de la congregación de Mundo Nuevo, una localidad de apenas ocho mil habitantes, donde 75% de la economía se mueve por los ingresos de empleados de empresas outsourcing del petróleo, sin derecho a prestaciones, ganancias ni dividendos de la industria de los hidrocarburos.
La diputada de Morena Rocío Nahle aseguró que con este incidente, no hay que buscarla mucho: “la Reforma Energética ya es un fracaso… es lo peor que nos ha pasado”. Sería absurdo, agregó, que después de la tragedia de Coatzacoalcos, los directivos de Pemex y el gobierno federal quisieran privatizar las refinerías. “Es absurdo, pero el gobierno sería capaz”.
Ingeniera de profesión, aseguró que el área de Clorados y sus sectores dañados se tendrán que volver a construir y ser cambiados por un complejo petroquímico nuevo, pues un remozamiento volvería a poner en riesgo a cientos de trabajadores.
“La planta quedó desecha, hay que hacerla de nuevo. Y cuando digo nueva, es Pemex el encargado de hacerla. Que no nos salgan con que van a concesionar Mexichem y a los amigos de Salinas la construcción del nuevo complejo petroquímico”, concluyó.
Fuente: Proceso
Autor: Noé Zavaleta
http://www.proceso.com.mx/439213/tragedia-en-pajaritos-ya-se-veia-venir