Querétaro, Querétaro. El 19 junio del 2016, Aleida Alejandra Quintana Ordaz, recibe una llamada de amenaza.“Era un hombre que preguntó por mí y me dijo:
-Pues te la voy a poner fácil, o le bajas, o te vamos a dar una calentadita.
Yo le pregunté:
-¿Quién habla?
Comenzó a decir groserías y volví a preguntar:
-¿Quién habla?
-Mira yo no sé con quién más tengas ‘pedos’, pero con nosotros no estás jugando- me contestaron.
Esta es una de las últimas amenazas que recibió este año. En 2013 y 2015 fue acosada vía teléfono por hombres desconocidos, recibió amenazas y violencia física en la calle y fue víctima de hostigamiento y vigilancia en su casa, trabajo y en la cotidianidad de su vida.
Estos son algunos de los motivos por lo que decidió ingresar al “Mecanismo de Protección para Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas de la Secretaria de Gobernación del gobierno mexicano. Sin embargo, ni el “botón de seguridad”, ni la escolta que cuida de su seguridad, han inhibido las amenazas contra ella. Aleida Alejandra Quintana Ordaz, en entrevista conDesinformémonos denuncia y comparte su historia de vida.
Aleida Quintana es una joven defensora de los derechos humanos de veintinueve años. Antropóloga por la Universidad Autónoma de Querétaro, ha trabajado con mujeres y jóvenes en comunidades indígenas, participa en el movimiento feminista estatal y es integrante del Grupo Interdisciplinario T’eKéi. Este año recibió el premio “Cecilia Loria Saviñón”, otorgado por la Red de Mujeres Feministas de Querétaro.
En mayo del 2016, el director de la Policía Estatal de Querétaro, bajo la justificación de reforzar su seguridad, la mandó llamar. Estando en la oficina de la policía, el Subdirector de la Policía Estatal le dijo que el riesgo que tiene “se debe a que soy fiestera y salgo de noche”.
El trabajo que ella realiza es documentar los testimonios de las mujeres desaparecidas en este estado. “Entonces sentí lo que sienten las madres cuando les dicen eso de sus hijas que están desaparecidas, ‘que seguramente se fue con el novio o que era fiestera´. Era un servidor público el que me aconsejó esto que supone estaba ahí para reforzar mi seguridad. Entré en cuenta que estaba frente a un estado al que no le interesa mi seguridad, sino por el contrario”.
El delito de los números
Empezó a vivir esta situación en junio del 2013: “nosotros ya estábamos documentando lo que pasaba con las desapariciones. En una reunión con servidores públicos me pedían no decir cifras. En ese momento entendí que eso les preocupaba. Comentaban, entre otras cosas, que esas declaraciones podrían causar paranoia y que eso iba ahuyentar a la inversión del estado. Esto decían: Como tú sabes, la trata de personas afecta a la gente pobre, entonces si tú hablas de esto, la gente no va a querer invertir en Querétaro, por lo tanto, va a haber más pobres“.
Siempre lo manejaban así, explica:
“Nosotros te decimos que no hagas esto, porque te estas poniendo en riesgo, pero si sigues así pues bueno, yo de una vez te digo que te vayas preparando. Nada más piensa en las mujeres que han sido violadas hasta por veinte policías. Yo no quisiera que esto te pasara, qué va a hacer tu familia si le llega un dedo tuyo. Piensa en tu mamá, en el dolor que le vas a provocar. Y de una vez te digo que no quiero que tu mamá me venga a llorar el día que no te encuentre”.
En abril de 2013, a un integrante de Grupo Interdisciplinario T’eKéi lo intentaron levantar en la alameda de Querétaro, sobre la calle Corregidora. “Después de ese atentado yo quedé como vocera del grupo, es contra mi contra quien se ejerce un poco más de presión y más violencia”.
Hasta ese momento el tipo de amenazas se realizaban de manera sutil, pero narra que las más amenazas más violentas fueron después del 2013.
“Te vamos a dar una cogida”, eran los mensajes que le enviaban por vía telefónica en 2014 y 2015, eran amenazas de abuso sexual.
Después de hacer la denuncia y que le brindaran una escolta en agosto del 2015, ya dentro del Mecanismo de Protección para Personas Defensoras de Derechos, en la mitad de una conferencia sobre feminicidio y desaparición de personas, un mensaje recibido a su teléfono decía: “así vas a terminar, hija de puta”.
Los mensajes y llamadas eran una constante y aumentaban de tono, “la más fuerte la recibí en la madrugada del 14 de febrero del 2016, en donde me decían que estaban afuera de mi casa y que ‘me diera por muerta’. En este año otro compañero de la organización recibe una amenaza”.
“En noviembre del 2014, exigimos al procurador del estado información sobre mil 270 mujeres desaparecidas entre los años 2009 al 2013. El procurador salió y declaró ante los medios de comunicación que en Querétaro ‘no había un sólo desaparecido’, y los medios de comunicación en esa ocasión, por fortuna, no callaron”.
“El procurador fue a mi casa días antes de dar estas cifras de mujeres desaparecidas en la conferencia. Tocó a la puerta y se quedó hablando con mi hermano, llegó con varias camionetas que estacionó a lo largo de toda la calle. Yo desperté, salí al patio y vi a mi hermano platicando con alguien y de repente digo:
-¿Quién es ese señor?
Me acuerdo y voy con mi mamá y le digo que Mi hermano está afuera hablando con el procurador.
Sale mi madre y mi hermano estaba cerrando la puerta”.
Para la luchadora social, apunta que “fue como una llamada de atención para mí, fue como decir, ‘mira sabemos dónde vives y puedo acercarme a tu familia’. Sentí temor y eso hizo que nos cambiáramos de domicilio”.
Un día después de la vista del procurador a su casa, reúne a un grupo de mujeres feministas y les pregunta sobre el tema que trabajaban, “cuando llega conmigo se mostró muy molesto, porque decía que yo estaba exagerando las cifras, yo llevaba las solicitudes de información con sello y firma, le dije al presidente municipal: -aquí están, que son cifras oficiales”.
Hostigamiento y vigilancia en la cotidianidad de la vida
En abril de este año, en la presentación de un libro sobre feminicidios, Aleida tenía que presentar un informe que aún no se publicaba y solicitudes de acceso a la información. Un hombre le robó los documentos, “lo alcancé y le pido mis documentos, se niega en dármelos, tuve que arrebatarlos. Abrí el folder y efectivamente, él llevaba mis documentos”.
Después de este suceso, la persona se retira junto con un empleado de la Secretaria de Gobierno del Estado, “en otros eventos está misma persona me fotografió y grabó”, añadió.
En abril del mismo año durante una visita que realizó a familias de desaparecidos, en una comunidad de Santa Rosa Jáuregui, expuso que dos autos los persiguieron a ella y a familiares de víctimas, “fueron varios kilómetros que nos estuvieron siguiendo”.
Mecanismo de Protección para Personas Defensoras de Derechos
Aleida Alejandra Quintana Ordaz ingresó al “Mecanismo de Protección para Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas” en agosto del 2015, como un caso extemporáneo que se otorga a personas en situación de mucho riesgo.
A estos casos que por su gravedad de amenaza ameritan que se brinde seguridad inmediata, se les proporciona un “botón de emergencia”. Si una persona está en riesgo aprieta el botón y se le localiza por medio de un Geoposicionador (GPS), y le envía la información a la policía federal o municipal y estos deberían acudir a su emergencia.
Un día después que se le asigna el botón de seguridad, sufre otro atentado en contra su persona.
Aleida Quintana se encontraba atendiendo a familiares de desaparecidos en la calle 5 de febrero y Tecnológico en la ciudad de Querétaro. Uno de los padres de los familiares se percata que los están grabando y deciden irse. Al momento de cruzar una avenida, “un carro acelera e intenta subirse a la banqueta, yo estaba tratando de apretar el botón, pero el sistema estaba apagado, no funcionaba”.
El 10 de septiembre del 2015, después de recibir la presea “Cecilia Loria Saviñon”, sufrió otro ataque rumbo a su domicilio. “Eran como las nueve y media de la noche”. Relata que ya rumbo a su casa, se baja del autobús con el botón de seguridad en mano. Se percata de que un hombre joven empieza a caminar detrás de ella, se cambia de banqueta y el hombre hace lo mismo, y así varias veces.
“Caminaba atrás de mí y comienza a decirme:
– Qué te da miedo cabrona, qué ahora sí mucho miedo, quién te va a defender pendeja, ya vas a llorar”.
Después de tratar de escapar caminado más rápido, Aleida Quintana relata que el hombre se le para frente a ella, al mismo tiempo que un automóvil. “Logro zafarme, empujo al tipo. Me acuerdo que cuando iba caminando saqué el botón. Los tipos se asustaron y corrieron. Prendo el botón y en él me dicen:
-¿En dónde estás?
Les digo y me ubican. Los del mecanismo me indican que camine a un lugar con luz. Yo estaba como a media cuadra donde había un puesto de tacos, llego ahí y les digo tengo mucho miedo que regresen los hombres por mí. Me responden:
-Métete a un establecimiento.
Había un café cerca. Me metí y me empiezan a monitorear, ya habían avisado a la policía para que fueran donde me encontraba, pero me dicen iban a tardar entre veinticinco minutos a media hora en llegar. Mi familia fue por mí y el mecanismo sólo me monitoreó hasta que llegué a mi casa”.
En el mes de noviembre, personas en automóviles que la habían acosado permanentemente se pararon frente a ella. Aceleraron el automóvil, se mostraron. En una ocasión se bajaron, explica que apretó el “botón de seguridad” y los de mecanismo le preguntaron:
-¿Quiénes son? ¿Qué te están haciendo?
“Yo, con mucho miedo, les explico lo que está pasando”. Ese día la batería del botón se descargó. “Cuando llego a mi casa conecto nuevamente el botón y entra la llamada del ‘Mecanismo’ pidiendo disculpas:
– Discúlpanos, no es problema nuestro, la policía no llegó, nosotros les avisamos y ellos no llegaron. ¿Pero ya comiste?, come algo para el susto’”.
Los jefes dicen que se acabó la seguridad para usted
Fue en noviembre cuando el mecanismo le asignó una escolta de seguridad, pero cuatro meses después se la retiran, sin avisar, sin algún argumento sobre el análisis de riesgo de su persona. “Es una gran falta que me la hayan retirado. Ese día que me retiran la escolta, yo estaba trabajando en Querétaro.
Me avisa un escolta:
–Licenciada, acaban de pedir que me retire.
-¿Quién le pidió que se retire?
-Mis jefes me acaban de decir que se acabó la seguridad para usted.
Se fue y me dejó aquí, en Querétaro”.
Aleida Quintana vive en Santa Rosa Jáuregui. Después que le quitaran la escolta, tenía que transportarse en autobús a su casa. En Mayo del 2015, después de estar en una manifestación con familiares de desaparecidos, al retorno a su casa, recibió nuevamente una amenaza. En el asiento trasero del autobús, “iban dos hombres hablando cosas de violencia sexual y entonces uno le decía al otro:
-Entonces yo me la voy a agarrar así y me la voy a coger así.
Estaba molesta por su plática, pero jamás pensé que se refirieran a mí. Traté de agarrar mi celular para distraerme. Uno de ellos me agarra por el cuello y me dice:
–Qué, ¿no te da miedo cabrona?
Me zafé, tomé mis cosas y me bajé unas cuadras antes de llegar a mi casa. Me empezaron a gritar:
-Allá fuera muy cabrona y aquí que te vas a cagar de miedo.
En el mes de abril del 2016 el mecanismo le incorporó nuevamente la escolta.
No se disfruta con el dolor ajeno
Después de relatar la vida de una activista de derechos humanos, Aleida Quintana comparte: “lo que hago a mí me gusta mucho, pero no es algo que disfrute, porque no se puede disfrutar con lo que acusa dolor”.
Ha modificado la manera en que vivía, la forma de apreciar la realidad y la manera de relacionarse con la gente. “Cambias cuando estás constantemente en esta situación. Yo siento que no vivo con total libertad, todo está condicionado”.
Explica que Mecanismo de Protección determinó que no puede salir del estado de Querétaro, y si sale del estado es bajo su propio riesgo. “No me han explicado por qué, lo único que me han dicho ‘es que yo no tengo permitido salir del estado con escoltas’. Ellos, no les iban a brindar viáticos ni nada y si yo tengo que salir entonces tengo que pagarles todos los gastos a ellos”.
“Entonces ahora tengo que cuidarme más, cancelar actividades que son importantes para la defensa de los derechos humanos. Temo que algo me pase. Y esto no es vida, pierdes mucho el sueño y la tranquilidad, me ha impactado mucho. A veces logro sobrellevarlo, pero hay días que cuando ocurre algo fuerte no duermo, y si duermo, después tengo pesadillas. Es muy difícil”, concluye Aleida Quintana.
Fuente: Desinformémonos
Autores: Moisés y Jaime Quintana Guerrero
https://desinformemonos.org/aleida-quintana-luchadora-social-amenazada-en-queretaro/