Investigador advierte sobre riesgos para la salud de habitantes de la capital y Xichú
Los mejores procesos para potabilizar el agua son muy costosos, afirma
Se aplicará el que sea más viable económicamente: funcionario
Ambientalistas exigen análisis independiente
Guanajuato, Gto. La presa La Tranquilidad, que dotará de agua a 60 por ciento de los 75 mil habitantes de la capital, será construida en una zona donde cinco minas abandonadas han drenado durante 200 años agua con arsénico, advirTió Yann René Ramos Arroyo, doctor en ciencias de la tierra e investigador de la Universidad de Guanajuato (UG).
El especialista del Departamento de Ingeniería Geomática e Hidráulica de esa institución dio a conocer que en la ciudad de Guanajuato y el municipio de Xichú descubrió que el agua está contaminada con arsénico y otros residuos de procesos metalúrgicos.
De acuerdo con la Organización Mundial de Salud, la exposición prolongada al arsénico, a través del consumo de agua y alimentos contaminados, puede causar cáncer y lesiones cutáneas. También se ha asociado a problemas de desarrollo, enfermedades cardiovasculares, neurotoxicidad y diabetes.
El sistema municipal de agua potable y alcantarillado de Guanajuato y la Comisión Nacional del Agua (Conagua) edificarán la presa La Tranquilidad en la zona baja de la sierra de Santa Rosa, que recibe escurrimientos mineros con arsénico.
Las presas La Esperanza, La Soledad y Burrones surtirán de agua en cascada a La Tranquilidad, donde tenemos el sistema de vetas La Luz desde hace 400 años y hay minas abandonadas que drenan agua con arsénico, explicó el también integrante del consejo asesor de la reserva de la biosfera de la Sierra Gorda.
A la presa Burrones, construida en el siglo XVIII para moler mineral, llegan desde hace dos siglos escurrimientos de agua con hierro, manganeso, sulfatos y arsénico, que serán vertidos a La Tranquilidad. La cortina de la presa Burrones estará junto a la parte trasera de La Tranquilidad, que abastecerá a 75 mil habitantes de la ciudad de Guanajuato.
En Burrones hay aproximadamente mil toneladas de minerales de arsénico. Tenemos tres tesis de doctorado sobre esa presa: de las minas salen hasta 40 mil metros cúbicos de agua con altas concentraciones de arsénico, precisó Ramos Arroyo.
Recordó que desde 2014 la UG alertó al sistema municipal de aguas sobre los riegos de recibir agua con arsénico y planteó tratar el líquido desde las minas, crear un arroyo depurador, hacer estudios más profundos y elaborar una estrategia hidráulica.
El problema es que una crecida de agua desprenderá sedimentos de Burrones (que tiene cinco metros de profundidad y almacena 300 mil metros cúbicos de líquido) que caerán a la nueva presa; cuando no llueve, el agua que llega a Burrones es la de las minas, detalló.
Señaló que el organismo municipal tiene que garantizar que el agua de La Tranquilidad, una vez que pase por sus plantas potabilizadoras, estará libre de arsénico, hierro, manganeso y sulfatos.
En lo personal, pensaría en hacer la presa en otro lado; sería deseable saber cuánto costará la potabilización y la garantía de que en 10 años nos darán agua potable, porque las minas seguirán drenando. Hay otras opciones: El Rodeo, por la comunidad de El Chapín, comentó.
El director de aguas de Guanajuato, José Lara Lona, dijo que el organismo está consciente de que al sitio donde se construirá la presa La Tranquilidad llegan escurrimientos con arsénico, pero una vez que esté caracterizada el agua de entrada, contando con factores de dilución y tiempos de residencia y sedimentos de esa presa, se podrá diseñar un tren de potabilización. El agua cruda deberá pasar por un proceso.
El funcionario indicó que se buscará el proceso económicamente más viable que garantice la pureza del líquido, y la asesoría de la UG. Los análisis del agua determinarán el proceso y la tecnología necesarios para potabilizar el agua. Se analizaron otros sitios, pero los estudios indican que La Tranquilidad es la mejor zona; nuestra obligación es generar proyectos que garanticen suministro de agua a la población, argumentó.
El ecologista Carlos Álvarez Flores expuso que para potabilizar el agua de un embalse se deben analizar todos sus contaminantes. Los estudios deben ser de un laboratorio que no dependa del gobierno y esté avalado por la EMA (Entidad Mexicana de Acreditación).
Los sistemas más eficientes para el tratamiento de agua con metales pesados son la coagulación química y la electrofloculación, que son muy caros, subrayó.
El sistema municipal de aguas ha invertido 27 millones de pesos en las 23 hectáreas donde se construirá la presa y en el proyecto ejecutivo. Lara Lona mencionó que ya están terminados los estudios de factibilidad, que incluyen información de hidrología, topografía, geología, manifestación de impacto ambiental, tenencia de la tierra y análisis costo-beneficio.
La presa, que costará 280 millones de pesos, se licitará en el primer semestre de 2017. Se espera que a finales de este mes la Secretaría de Hacienda y Crédito Público asigne un número de proyecto para que lleguen los recursos, explicó el director.
Agregó que el nuevo embalse, que estará concluido a mediados de 2018, almacenará 3 millones de metros cúbicos de agua y operará durante 30 años.
En el municipio de Xichú, colindante con Querétaro y San Luis Potosí, hay un millón de toneladas de jales que vierten lixiviados con arsénico al río Santa María.
La demarcación se localiza en la reserva de la biosfera de la Sierra Gorda, donde habitan más de 12 mil personas que viven de remesas, programas sociales, comercio, la ganadería y el campo. La principal fuente de empleo es el propio ayuntamiento.
La minería en Xichú se abandonó en 1957; vivió un auge en la Segunda Guerra Mundial con la extracción masiva de plata y zinc, yacimientos con arsenopirita, galena (mineral de plomo) y pirita. Si se exponen a la atmósfera generan ácido sulfúrico y metales, explicó Yann René Ramos Arroyo.
Desde 2007, el investigador y el estudiante Armando Guerrero Aguilar han examinado la riqueza geológica de la Sierra Gorda y descubrieron que lixiviados con arsénico contaminan el río Santa María. Hay cuatro depósitos con un millón de toneladas de residuos mineros debajo de la cabecera de Xichú, en la comunidad Río Abajo y en la Aurora, aseveró el especialista.
Explicó que los jales depositados en 10 hectáreas liberan arsénico, lo que puede controlarse recubriendo los desechos y construyendo drenajes. No obstante –advirtió–, un kilogramo de arsénico disuelto es liberado cada año al río y eso pone en riesgo la potabilidad del agua. Es factible la remediación a bajo costo (un millón de pesos), pero el gobierno de Xichú no tiene recursos.
Alertó sobre la intención de la Secretaría de Economía de reactivar la minería en la reserva de la biosfera, lo que aumentaría la liberación de residuos.
FUENTE: LA JORNADA
AUTOR: CARLOS GARCÍA
LINK: http://www.jornada.unam.mx/2016/08/23/estados/025n1est