En la región del Istmo no existe un nosocomio con la capacidad ni la infraestructura adecuada para atender nacimientos prematuros o con complicaciones; en los hospitales de Juchitán y Ciudad Ixtepec, las unidades de cuidados intensivos (Ucin) están en obra negra desde hace más de seis meses, por falta de presupuesto, y el único que funciona, pero sin medicamentos, es el de Salina Cruz.
El 7 de octubre pasado en el Hospital General de Juchitán nació un bebé prematuro: dos días después falleció. El bebé se encontraba en un pabellón improvisado que también sirve de bodega de materiales para remodelación.
El pasado 15 de septiembre, médicos y enfermeras del área de pediatría cerraron la Ucin de Juchitán debido a que las obras de rehabilitación, que comenzaron en marzo anterior, sólo tenían 30 por ciento de avance.
Debido a la lenta y tardía rehabilitación de las áreas de terapias intensiva, e intermedia y etapa de desarrollo durante seis meses la Ucin y el área de pediatría se fusionaron; es decir, bebés prematuros y no prematuros convivieron con el riesgo de que contraer infecciones y morir. Desde entonces se improvisan pasillos para atender a los recién nacidos hasta donde sea posible.
En el hospital de Juchitán hay 400 trabajadores que laboran las 24 horas del día en cuatro turnos. En el área de pediatría el ambiente es desolador y hay total hermetismo. La impotencia y la molestia se reflejan en los rostros de los médicos y enfermeras cuando llegan a sus guardias. Al final del pasillo se observa una gran bolsa de plástico negra colocada desde marzo para simular la puerta de entrada a la Ucin, área que no estaba contemplado rehabilitar pero que ahora debe concluirse.
Luis Aquino Santiago, médico pediatra neonatólogo –uno de los cuatro que hay en una región donde nacen al menos 50 bebés prematuros al mes–, llegó al nosocomio hace seis meses y desde entonces no ha dejado de atender de ocho a 10 nacimientos cada día, entre prematuros y pacientes a término.
“¡No había de otra! Durante 180 días recibimos a los bebés prematuros y los unimos con los no prematuros, mientras unos estaban con sus madres recibiendo el calor, los otros en un cunero con tubos para respirar y cables recibiendo los cuidados intensivos, hasta que dijimos ‘¡basta!, así no podríamos arriesgarnos y tampoco a las madres y bebés’. ¿La respuesta de las autoridades? De total indiferencia”, dice.
La misma situación se vive con la Ucin de Ciudad Ixtepec, donde “llegaron los albañiles y lo tiraron todo. Ahora la Secretaría de Salud de Oaxaca hace oídos sordos a escasos 40 días de que concluya la administración de Gabino Cué.
El tratamiento de un bebé en una Ucin es costoso, un día de cama cuesta 20 mil pesos en promedio y los recién nacidos deben permanecer al menos un mes para salir del peligro, por lo que sus padres pagarían unos 600 mil pesos.
La idea de un área que dé seguimiento a los bebés prematuros, donde a partir de que son dados de alta y hasta los seis años podrían recibir terapias de lenguaje, audiología, se quedó en un sueño.
Fuente: La Jornada
Autora: Diana Manzo
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