CIUDAD DE MÉXICO: Este jueves 1 de diciembre se cumplen cuatro años de gobierno de Enrique Peña Nieto, hundido en el descrédito, pero también se completa una década de la fatídica sociedad que estableció con Felipe Calderón –marcada por muerte, violencia, corrupción, pobreza, impunidad, represión– y que se propone abarcar tres sexenios con el proyecto común de convertir a Margarita Zavala en presidenta de México.
Cuando ayer domingo Peña exclamó, ante el Consejo Político Nacional del PRI, que es “primero el PAN (sic) y luego el hombre” –tratando de parafrasear el frustrado plan de Jesús Reyes Heroles de anteponer el proyecto al candidato–, evidenció lo que priistas, panistas y toda la sociedad ven cada vez más claro: La alianza con Calderón, que viene de 2006, para que él y su esposa le cuiden las espaldas.
No es que Ricardo Anaya y Rafael Moreno Valle no pacten también con Peña –ambos le han avalado todo y su nivel de interlocución-colusión es amplio en cada caso–, pero los contubernios de Peña con Calderón son más hondos y cumplen una década: Desde los más de 200 mil votos priistas que le dio como gobernador del Estado de México, en la elección de 2006, hasta el premio del ITAM que le entregó hace casi un mes, el 1 de noviembre.
Esta alianza fue también clave en la victoria de Peña en 2012, cuando Calderón saboteó la campaña de Josefina Vázquez Mota –premiada luego con más de mil millones de pesos del erario federal para la fundación que preside– con operadores de toda su confianza como Roberto Gil Zuarth, su exsecretario particular y coordinador de la campaña, justamente el orquestador del PAN en el Senado para ratificar al priista Raúl Cervantes como procurador general de la República y para hacerlo fiscal transexenal, epicentro de la impunidad.
Ahora que de manera oportunista Margarita Zavala se pronuncia en contra de que Cervantes sea fiscal general, conviene recordar que convalidaron con su silencio su nombramiento, hace un mes, y si ella y su marido hubieran estado en desacuerdo no habrían votado a favor Gil Zuarth y Mariana Gómez del Campo, prima de la pareja, y Luisa María Calderón los habría imitado también.
Sucede exactamente lo mismo con el fiscal anticorrupción: Los senadores del PAN habían pactado que el cargo recayera en Fernando Gómez Mont, personero de Diego Fernández de Cevallos y secretario de Gobernación con Calderón, el mismo que, en octubre de 2009, firmó como testigo del pacto entre los presidentes del PAN, César Nava, y del PRI, Beatriz Paredes, para que el primero no se aliara con el PAN en la elección estatal de 2011.
Seis años después, Calderón está haciendo exactamente lo mismo en el Estado de México como parte de esta colusión con Peña: Se ha reunido con liderazgos de esa entidad para obstaculizar la candidatura de Vázquez Mota, la única panista que tendría posibilidades de ganar el gobierno estatal, porque la derrota sería para Ricardo Anaya, el presidente del PAN que se le ha atravesado a Margarita.
Es sabido que los documentos que comprometen los más de mil millones de pesos que el gobierno de Peña entregó a Vázquez Mota salieron del gobierno de Eruviel Ávila, cuyo jefe de prensa es Alejandro Echegaray Suárez, testaferro de Alejandra Sota Mirafuentes, vocera de Calderón y hoy al servicio también de Luis Videgaray, primo de Margarita Zavala.
En la relación Peña-Calderón no hay coincidencias, sino complicidades y están en curso otras más en materia de seguridad: La entrega del control y administración de los puertos del país a la Secretaría de Marina, el proyecto de una ley sobre “uso legítimo de la fuerza” y la Ley de Seguridad Interior que, como lo advierte el especialista Erubiel Tirado, “son parte de un andamiaje legal que anticipa un golpismo disfrazado y la justificación para reprimir las protestas sociales y políticas por venir”.
La aprobación de la Ley de Seguridad Interior, de supuesta autoría –PRI-PAN– significa la máxima garantía de impunidad a los abusos y violaciones graves a los derechos humanos que, de ahora en adelante, cometan las Fuerzas Armadas, alerta Tirado.
“Los militares mexicanos, desgastados a decir del titular de la Sedena, obtendrán con Peña Nieto lo que no lograron con Felipe Calderón: un paraguas legal, que no sólo proteja a las Fuerzas Armadas (Ejército y Marina) de acusaciones de violaciones graves a los derechos humanos, sino que ensanche sus atribuciones de control y vigilancia sobre la sociedad. De este modo, los militares evaden el avance de juzgarlos en el ámbito civil que había acotado su fuero, se erigen en garantes de toda la seguridad del Estado y se convierten en un suprapoder al servicio del presidente”.
Qué obra de Calderón y Peña en una década, que busca con Margarita convertirse en tres sexenios: A la macabra contabilización de muertes violentas en sus gobiernos –121 mil 163 del primero y 62 mil 926 en los tres primeros años del segundo–, el mísero crecimiento en cada uno de los diez años –2% anual en promedio– y la fabricación de millones de pobres, desempleados y subempleados, ambos se hermanan también en la impunidad y la represión…
Justamente para conmemorar una década de su toma de posesión, que hizo entrando por un hoyo de la Cámara de Diputados, Calderón se reunió con algunos de los suyos y ahí aseguró que, en caso de que su esposa sea presidenta de la República, él no gobernará:
“La mejor manera de respaldarla es no obstruirla, no estorbarla. Ella tiene una gran habilidad, trayectoria propia, liderazgo”. Y subrayó: “Yo tendré el papel que ella me pida, incluso no ser absolutamente nadie. ¡Yo ya!”.
FUENTE: PROCESO.
AUTOR: ÁLVARO DELGADO.
LINK: http://www.proceso.com.mx/464332/calderon-pena-una-decada-tragica-sociedad