En México, país miembro de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) en el que se trabaja más al año y donde las personas se retiran a la edad más avanzada, si una persona labora 11 horas al día, está dos veces más propensa a padecer depresión, y si lo hace durante 55 a la semana, su riesgo de sufrir un infarto es un 33 por ciento mayor, expuso Rodolfo Nava, académico de la Facultad de Medicina (FM) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Parte del problema se debe a que quienes organizan los esquemas de horarios son los patrones, la mayoría de las veces con pocos acotamientos por parte de la autoridad, señaló Nava. “Ellos establecen los horarios de entrada y salida, salarios, niveles jerárquicos en las empresas y hasta las obligaciones de cada quien, al tiempo que entorpecen y frenan cualquier intento de impulsar mejoras en este ámbito”, añadió.
Sin contar tiempos extras, la legislación mexicana establece máximo 48 horas laborales a la semana, cuando la mayoría de las legislaciones mundiales estipulan que persona debería laborar 40 horas semanales como máximo. Lo anterior llega a generar afectaciones a nivel orgánico, psicológico e incluso social, pues el trabajo excesivo deteriora las relaciones familiares e interpersonales, advirtió el coordinador de Salud en el Trabajo de la FM.
De acuerdo con Nava, uno de los aspectos más preocupantes derivados de la sobrecarga de trabajo es el estrés, pues aumenta el cortisol, hormona que incrementa los niveles de azúcar y favorece la diabetes, así como debilita el sistema inmunológico, causa problemas digestivos, estimula la secreción de ácido gástrico, eleva la presión arterial y provoca infertilidad, irritabilidad, palpitaciones, cansancio o dolores de cabeza permanentes, falta de apetito o gula y alteraciones en los ciclos del sueño.
“México cuenta con una de las legislaciones más atrasadas en este renglón —incluso Colombia nos supera—, al grado de que nuestro país no reconoce como enfermedades laborales a aquellas derivadas del estrés, pese a toda la literatura médica al respecto y a sus notorios impactos en el bienestar de los individuos”, subrayó el académico.
El país, con sus dos mil 246 horas anuales de trabajo, duplica el tiempo trabajado en Alemania durante el lapso referido y sobrepasa por mucho la media de las naciones miembro de la OCDE, pero además consistentemente registra los niveles más bajos de productividad.
“En este fenómeno confluyen dos aspectos: la organización y la satisfacción del empleado respecto a sus deberes. Por ejemplo, las compañías alemanas suelen brindar condiciones por arriba de lo estipulado en las normatividades europeas, lo que genera mayor compromiso entre sus empleados, mientras que las mexicanas ofrecen escenarios malos y adversos, por lo que la gente se desmotiva”, expuso.
FUENTE: DESINFORMÉMONOS.
AUTOR: REDACCIÓN.
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