viernes, 2 de diciembre de 2016

Cuarto año de Peña: porras, aplausos y un acarreo que no se cuenta, pero cuenta mucho

CIUDAD DE MÉXICO: La fila de autobuses, vehículos tipo Suv y caravanas de todoterreno estacionados a lo largo de la avenida Vasco de Quiroga, daban una idea de las dimensiones del acto que, como en los mejores tiempos de los presidentes del pasado priista, enmarcaría el cuarto aniversario en el poder de Enrique Peña Nieto.

Unos 10 mil burócratas abandonaron hoy sus puestos de trabajo –profesores incluidos– para aplaudir, vitorear y lanzar porras al presidente de México. El encuentro es para un mensaje y dos videos que tienen un solo hilo conductor: “Hablar de cosas que no se cuentan, pero que cuentan mucho”, la frase publicitaria lanzada en agosto para el IV Informe de Gobierno.

Atrás, en el pasado salinista quizá, quedaron las grandes concentraciones en el Monumento a la Revolución –confinado hoy a campamento intermitente de protesta–, ni el Zócalo capitalino –espacio destinado desde hace tiempo a conciertos y actividades recreativas–. También atrás quedó el acto con jóvenes becarios y beneficiarios de programas sociales con los que Peña Nieto desahogó la parte informal de su IV Informe.

Pero el fraseo y las conductas son idénticas, volvieron los vocablos del pasado: unidad nacional para evitar las heridas de otra Revolución como la de 1910, famosa expresión del antiguo presidencialismo priista. El “que me juzgue la historia”, tan socorrido.

En el corazón corporativo y comercial de Santa Fe, el arroyo vehicular se convirtió en torrente humano: hombres y mujeres, mandos medios, con el traje perturbado por stickers para el control de la seguridad; encuentro de uniformidades oficiales, que pasan de la tropa, a los mandos, lo mismo en las Fuerzas Armadas que en todo tipo de función gubernamental:

Petroleros y electricistas en respectivo overol; los de Migración tan parecidos en el caqui de Aduanas; y los cascos blancos de Protección Civil; los médicos en bata blanca; siglas de la Secretaría de la Función Pública en relieve sobre las camisolas blancas; carteros sin valija ni vehículo de reparto, y la marca hecha joya se destaca en la solapa de los oscuros trajes masculinos y aun entre la bisutería reluciente que cultiva la feminidad.

Ni duda cabe, son enfermeras de blanco y celeste, o bien, de verde y blanco de la seguridad social, a las que Peña Nieto saludará, trepando en las gradas como suele hacer en toda concentración apoteósica, monumental, con música de fondo estimulante a los sentidos y la grave voz de un anónimo maestro de ceremonias que anuncia su llegada.

Él en su traje oscuro y su corbata roja, como casi siempre, entra con paso firme, amplio el séquito de seguridad y logística –staff, que le dicen– acompañado de su esposa Angélica Rivera, que como nadie destaca por el rojo intenso del conjunto holgado con el que se atavió para la ocasión.

Desde las 9 de la mañana los servidores públicos saturaron medio centenar de arcos de seguridad, un primer puesto para poder llegar a una segunda revisión y poco a poco llenar el graderío simétrico con un plató central, alfombrado y repleto de butacas.


Hoy, Peña Nieto inicia el tercer tercio de su administración y para celebrarlo se dispuso el plató plateado entre el persistente gris que, excepto por las pantallas gigantes, parece invocar la modernidad del evento, cuyo programa consiste en la transmisión de dos videos y el mensaje presidencial.

FUENTE: PROCESO.
AUTOR: ARTURO RODRÍGUEZ GARCÍA.
LINK: http://www.proceso.com.mx/464907/cuarto-ano-pena-porras-aplausos-acarreo-se-cuenta-cuenta-mucho