En un análisis titulado “Una década de la guerra de México contra las drogas”, la empresa de inteligencia Stratfor, con sede en Austin, Texas, asegura que “las perspectivas del país en materia de seguridad y paz no parecen mucho mejores de lo que eran cuando comenzó la represión masiva contra los cárteles mexicanos en 2006”.
El análisis reconoce que una mayoría de los mexicanos identifica al gobierno de Felipe Calderón [2006-2012] como el momento en que las cosas empezaron a ir mal para el país.
“Ante el aumento de la delincuencia y bajo la creciente presión de Estados Unidos para detener el flujo de drogas que ingresaba al país a través de su frontera sur, Calderón envió a 5 mil soldados y policías federales a las calles del estado de Michoacán que dispararon los primeros disparos de lo que se convertiría en una larga y sangrienta lucha”, dice el reporte.
Stratfor recuerda que el Operativo Conjunto Michoacán marcó el inicio de la estrategia gubernamental de combatir al crimen organizado, el cual, gracias a la corrupción y a su poder de intimidación, había logrado controlar a las policías locales de una buena parte del país, lo que obligó a las fuerza armadas y a la policía federal a realizar funciones de seguridad pública.
Bajo las órdenes de Calderón, unos 45 mil soldados fueron desplegados cada año en México para combatir a la delincuencia, más del doble de personal que el predecesor de Calderón, Vicente Fox, había dedicado a la misma tarea. Un aumento de las detenciones y asesinatos de miembros de los cárteles comenzaron a entorpecer notablemente las actividades de tráfico de drogas, a medida que las capacidades de los grupos delictivos menguaban de manera constante.
“Pero el éxito de los militares tuvo un precio. A medida que los grupos delictivos mexicanos se vieron sometidos a una mayor presión por parte de las fuerzas del orden, comenzaron a luchar contra el gobierno y entre ellos mismos, compitiendo por las rutas del tráfico, por reclutas y por los recursos que quedaban. La violencia se disparó en varias de las ciudades y regiones que eran vitales para el narcotráfico y para otras actividades ilegales”, dice el análisis.EL TRATAMIENTO DE LOS SINTOMAS
Stratfor asegura que 10 años después de iniciada la guerra, el futuro de de la seguridad en México no parece más prometedor que al inicio de la campaña de Calderón. Sin embargo –reconoce–, en la última década se han dado al menos dos cambios positivos.
- Desde una perspectiva táctica, la seguridad pública ha mejorado visiblemente en las regiones en las que el gobierno dirigió sus esfuerzos por tener la violencia desenfrenada, como en Ciudad Juárez y partes de Tamaulipas y Nuevo León.
- La mayoría de los grandes cárteles, que alguna vez controlaron porciones del territorio mexicano se han fragmentado a medida que las operaciones militares los han dejado sin líderes y divididos por luchas internas.
Lo que no ha cambiado es la proximidad de México con el mercado masivo de drogas que se encuentra al norte de su frontera. A pesar de los duros golpes que las autoridades mexicanas han infligido a las principales organizaciones de narcotraficantes, los grupos más pequeños que han surgido han tomado el control donde lo dejaron sus predecesores.
“Impulsados por la persistente y masiva demanda de sus drogas, los traficantes mexicanos han mantenido las cadenas de suministro a Estados Unidos y a otros lugares, pese a que las fuerzas de seguridad intentan destruirlos”, dice Stratfor
La firma de inteligencia afirma que aunque el poder de los grupos delictivos, de manera individual, ha menguado por los continuos esfuerzos de aplicación de la ley, el alcance, la ubicación y la intensidad de la violencia se ha dispersado, en lugar de disminuir permanentemente.
Una de las conclusiones del reporte es que será difícil que la violencia se elimine mientras las ganancias que obtienen los cárteles mexicanos sean tan grandes.
“Desde que Estados Unidos y sus socios extranjeros comenzaron a combatir las rutas de contrabando de cocaína a través del Caribe en los años ochenta, México –situado entre América Central y Estados Unidos y bendecido con infraestructura de transporte bien desarrollada– ha demostrado ser ideal para servir como puente para las drogas que van hacia el norte”.
Aunque el consumo de cocaína ha disminuido drásticamente desde mediados de los años 2000, asegura el reporte, la heroína y las metanfetaminas se han apoderado de partes cada vez mayores del mercado de las drogas en Estados Unidos y ambas son cada vez más producidas y transportadas por los cárteles mexicanos.
La creciente preferencia por la heroína y las metanfetaminas ha aumentado incluso los márgenes de ganancia, ya que los cárteles no tienen que comprar estas drogas a los productores sudamericanos.
SIN FINAL A LA VISTA
Con una creciente demanda externa apuntalando a los grupos criminales mexicanos, es poco probable que el Gobierno federal se retire de su guerra contra las drogas en el corto plazo. Los cárteles representan una amenaza para la seguridad nacional tan grande que el gobierno mexicano no puede enfrentarlos solo.
“En consecuencia, el gobierno mexicano continuará confiando en la ayuda de Washington, en forma de entrenamiento e intercambio de inteligencia, para atacar a los miembros de los cárteles y a sus redes criminales. El esfuerzo permanente de México para anular el tráfico de drogas a través de sus fronteras es una parte fundamental de su relación con Estados Unidos. Cualquier intento de reducir sus operaciones contra los cárteles provocaría de inmediato una reacción negativa de Washington”, agrega el análisis.
Según Stratfor, el Gobierno mexicano no tiene otra alternativa que seguir encargando a las fuerzas federales la protección de la sociedad civil. Los esfuerzos del Gobierno federal por crear policías municipales que puedan asumir el combate al crimen organizado sin someterse a los deseos de los grupos criminales han fracasado.
Sin embargo, la formación y la puesta en funcionamiento de estas corporaciones llevará años, dejando al Gobierno federal con la única opción de seguir contando con los militares para proteger a sus ciudadanos de los criminales.
Es muy probable que la guerra contra las drogas en México continúe durante décadas. Impulsada por la geografía y por la economía del narcotráfico, el comercio de drogas y la violencia seguirán siendo una herida en el lado mexicano y una mancha en las relaciones entre Estados Unidos y México. Aunque el crimen no se manifieste tan dramáticamente como lo hizo en el país en los últimos 10 años, los cárteles mexicanos son centrales en el mercado global de las drogas y por ahora han dejado claro que llegaron para quedarse.
FUENTE: SIN EMBARGO.
AUTOR: REDACCIÓN.
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