Culiacán, Sinaloa: Juan de Dios tiene apenas ocho años, viste un pantalón deportivo azul y una playera blanca con el rostro de su hermana desaparecida, en su mano porta una pala pequeña, con trabajo le arranca a la tierra algunos pedazos, él quiere desenterrar la verdad, está buscando fosas clandestinas junto con la III Brigada Nacional de Búsqueda de Personas Desaparecidas. Un niño que busca a su hermana y a otros miles de desaparecidos en fosas. Ese es el México de hoy.
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), a través del informe Situación de derechos humanos en México, dio cuenta de la grave situación que atraviesa el país al respecto. Según datos recogidos por el organismo, hay casos de personas que buscan a más de diez de sus familiares, siendo Tamaulipas el estado con más desapariciones, y a su vez una de las entidades con mayor presencia de fuerzas armadas. El Estado Mexicano reconoce la ausencia de entre 28 mil y poco más de 30 mil hombres, mujeres y niños. Sin embargo, algunos colectivos de familiares de personas desaparecidas no son tan optimistas: señalan que esos datos son apenas el 10 por ciento de la realidad, y que apenas representa los pocos casos denunciados.
Juan Carlos Trujillo Herrera, integrante de la III Brigada Nacional, quien busca a cuatro de sus hermanos, afirma que a los desaparecidos los desaparece el Estado dos veces, esto al no tener una cifra apegada a la realidad del número de personas que actualmente faltan en sus hogares.
A pesar de la gravedad del problema de la desaparición y desaparición forzada, “no existe certeza al momento de intentar proporcionar cifras claras y una estadística confiable”, reportó la Comisión Nacional de Derechos Humanos en sus Consideraciones ante el Comité de Desaparición Forzada de las Naciones Unidad en febrero del 2015.
La falta de cifras y bases de datos, significa para los familiares de personas desaparecidas, una forma en que el Estado ha intentado hacer invisible el problema, de negarlo. Sin embargo, es apenas uno de los muchos obstáculos que enfrentan las personas cuando uno de sus familiares desaparece.
Una legislación deficiente en la materia, no apegada a los estándares internacionales en derechos humanos, una actuación ineficiente de la Procuraduría General de la República y las procuradurías estatales, que muchas veces deviene en la renuencia del familiar de realizar la denuncia; falta de inmediatez para activar un mecanismo de búsqueda cuando existe una desaparición, falta de cooperación entre autoridades estatales y federales e incluso amenazas a la vida e integridad de las personas quienes buscan a un familiar, son parte de la larga lista que la CIDH señala como obstáculos a los cuales se enfrenta una persona cuyo familiar es desaparecido.
En ese sentido, han sido los propios familiares de personas desaparecidas quienes han decidido pasar de víctimas a sujetos de cambio, peleando por el derecho de buscar a sus seres queridos ante la omisión del Estado. Un caso emblemático se dio a raíz de la desaparición forzada de los 43 normalistas de Ayotzinapa, los padres y madres de los jóvenes iniciaron búsquedas de fosas clandestinas a las que se unieron cientos de personas con algún familiar desaparecido, haciéndose visible la problemática al desenterrar una verdad que dejó a México sin aliento: el país se ha vuelto una gran fosa clandestina.
Así surgen colectivos de búsqueda a lo largo y ancho del país, otros existentes se fortalecen, antes del 2012 el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad ya había sido la escuela y punto de encuentro de familiares de personas de desaparecidos que se fortalecen y autonomizan en la Red de Enlaces Nacionales, congregando a organizaciones en búsqueda de todo el país.
“Buscando nos encontramos, nos necesitamos para encontrarlos, para cambiar este país”, es el llamado de familiares de desaparecidos. Después de encontrarse y reconocer en el rostro del otro su propio dolor, es que comienzan a ubicar sus necesidades, siendo la búsqueda directa en campo una de las más apremiantes: “no perdemos la esperanza de encontrarlos con vida, sin embargo, es cierto que también es en fosas donde tenemos que buscarlos y aunque sea tener un lugar donde llorarles”, asegura uno de los familiares.
Ante esa necesidad es que surgen las Brigadas Nacionales de Búsqueda de Personas Desaparecidas, la primera se realizó en Amatlán, Veracruz, en abril del 2016, resultando en el hallazgo de más de diez mil piezas óseas (humanas y animales) y la documentación de 40 casos de desaparición en la región.
La Segunda Brigada se realizó en Paso del Macho en julio del mismo año también en Veracruz, lograron realizar en total treinta muestras de ADN, hallazgo de restos óseos humanos, así como la creación de un grupo local de búsqueda.
La III Brigada Nacional se realizó en Sinaloa del 20 de enero al 4 de febrero del 2017. Culiacán y sus inmediaciones fueron los escenarios a los que se enfrentaron los brigadistas esta vez. Esta Brigada no comenzó con búsqueda, sino con una serie de talleres para fortalecer los procesos de las organizaciones y los familiares que se encuentran en buscando.
El primer día de talleres, la Brigada Humanitaria de Paz Marabunta capacitó a los familiares en primeros auxilios, seguridad y rapel, para poder acceder a zonas donde el acceso implica ascenso o descenso.
El segundo día Albertina Ortega Palma y Yanet Josefina Juárez Reyes antropólogas forenses de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH) facilitaron conocimientos de cómo debe un perito llevar un proceso adecuado, para que las familias puedan llevar la observancia de que las recolecciones periciales sean correctas. También se aprendió cómo reconocer un hueso humano de restos animales u otros materiales, las medidas sanitarias que se deben tomar, la forma de hacer un peinado de zona, entre otros temas.
Aún con la obscuridad de la noche resistiéndose a ceder, los brigadistas comenzaron a alistarse para salir a buscar; mangas largas, botas, patalones, sombreros y gorras. La herramienta se cargó en una de las camionetas, familiares, gente solidaria y periodistas se acomodaron como pudieron en los transportes disponibles, el sol ya iluminaba la salida rumbo a donde un anónimo indicó la zona.
Al llegar se buscaron características que los rastreadores ya conocen que son el indicativo de posibles fosas. Una vez encontrado un punto se introduce en la tierra una herramienta que ha sido creada por los brigadistas, es una varilla, el mango hace un triángulo para poder sostenerla y clavarla, si se va al fondo es muy probable que la tierra esté removida a profundidad. En la punta tiene una hendidura que regojo la tierra del fondo a veces el olor fétido se concentra ahí e indica un cuerpo en putrefacción.
El pico comenzó a quebrar la tierra, por turnos entraba la pala a sacar lo removido. Un pico, una pala y una varilla son los instrumentos con que cuentan los brigadistas para desenterrar la verdad, a veces sólo con sus manos. Eran alrededor de las once de la mañana cuando se encontró el tesoro, como los familiares llaman a los restos humanos hallados. El padre Carlo Aurelio elevó una oración en nombre de quien ahí yacía. La emoción inundó las mejillas en forma de lágrimas. 25 de enero 2017, primer día de búsqueda de la III Brigada Nacional en la comunidad El Quelite, Mazatlán.
Entre el picar de la herramienta y la pala removiendo la tierra, se escuchaban las historias de madres, hijas, esposas, hermanos, entre otros, que buscan a sus desaparecidos. Pasaron cinco días sin un nuevo hallazgo, en el rostro de los brigadistas se reflejaba el cansancio de las jornadas, pero no se desdibujaba la esperanza.
El día 31 de enero la búsqueda se concentró en Potrero de Sataya, Navolato, en un gran terreno marcado por el salitre por su cercanía a la costa. Los brigadistas se separaron en varios grupos para poder abarcar más terreno. Unos rastreaban posibles fosas, otros comenzaban a cavar, algunos huesos se encontraban pero no eran humanos. De repente se escuchó el grito que congeló a todos por un instante: “¡positivo, positivo!”, los brigadistas con rapidez se dirigieron hacia la arboleda de donde provenía el sonido.
Una fosa más había sido descubierta, a pocos centímetros de la superficie un cráneo humano podía observarse, revelando entre el frontal y parietal derecho lo que se conoce como un tiro de gracia. Tomados de la mano de padre Carlos Aurelio, los familiares rezaron por el descanso de la persona encontrada y la de su familia. En el momento de un hallazgo se mezclan emociones encontradas, por un lado la alegría de dar paz a una familia, por otro, el indescriptible dolor de los brigadistas al pensar que ese podría ser el hijo, el hermano o el padre buscado. México, un país donde encontrar muertos da la paz.
La III Brigada Nacional de Búsqueda de personas desaparecidas culminó el día 3 de febrero con dos hallazgos, la documentación de 30 casos de desaparición en el estado y 60 muestras de ADN pertenecientes a personas con familiares desaparecidos. En el ámbito institucional se logró la implementación de mesas interinstitucionales permanentes, con el fin de acordar los procedimientos para garantizar el seguimiento a los hallazgos realizados y generar las condiciones para que quienes tengan un desaparecido en Sinaloa reciban atención integral.
FUENTE: DESINFORMÉMONOS.
AUTOR: LUCIA JOSELIN MUÑOZ.
LINK: https://desinformemonos.org/familiares-desaparecidos-rasetrean-escarban-encuentran-vestigios-esperanza/