Producto de un atentado en Praga, el 4 de junio de 1942 muere Reinhard Heydrich. El nacionalsocialismo reaccionaría brutalmente ante el asesinato de uno de sus oficiales de mayor rango. El pueblo checo de Lídice pagaría caro esa osadía, la represalia fue el asesinato de alrededor de 350 hombres, mujeres y niños.
México tiene su Lídice, se trata de Allende, Coahuila. Una ciudad de poco más de 23 mil habitantes se convirtió en el objetivo de la ira de los zetas en marzo de 2011. A pesar de la brutalidad, la masacre no fue conocida hasta años después por reportajes periodísticos. Poco a poco hemos ido conociendo lo que el Estado mexicano ocultó.
A finales de 2016 El Colegio de México publicó En el desamparo, la primera parte de una investigación de más largo alcance. Hace unos días, ProPublica y National Geographic dieron a conocer una investigación encabezada por Ginger Thompson intitulada Anatomía de una masacre.
Toda la información que ha surgido ha sido retomada por los medios pero al parecer nos encontramos ante la normalidad o banalidad de la violencia. En un país normal En el desamparo o Anatomía de una masacre habrían puesto al gobierno en jaque y a la sociedad de cabeza. Aquí ya todo es normal. La violencia desmedida se ha convertido en escenografía de una aparente normalidad. Nuestro Lídice, sociedad y gobierno se niegan a ver y asumir la masacre de Allende.
Anatomía de una masacre narra los hechos hilando los testimonios de habitantes de Allende, familiares de víctimas, zetas presos y autoridades mexicanas y estadounidenses. Al igual que Lídice, Allende fue el escenario de la venganza producto de una traición, en este caso al interior de los zetas. La DEA consiguió, mediante presión a un zeta, los PIN de los teléfonos de Miguel Ángel Treviño Morales Z40 y Omar Treviño Morales Z42, líderes zetas. Para dar con ellos intentaba rastrear sus teléfonos. A pesar de las advertencias de quien les entregó la información compartieron los datos con la policía federal mexicana. Al poco la traición tiempo Z40 y Z42 estaban enterados de la traición.
Ernest Gonzalez Fiscal federal adjunto norteamericano: “El objetivo era justo: conseguir la detención de estos tipos y meterlos a la cárcel para que dejaran de matar gente…Había escuchado de la brutalidad de Miguel Ángel y Omar Treviño, y de la violencia sin sentido que habían cometido en el pasado, pero no me cabía en la cabeza que pudiera ser así”.
La consecuencia fue que “sicarios del cartel de los Zetas arrasaron Allende y pueblos aledaños como una inundación repentina; demolieron casas y comercios, secuestraron y mataron a docenas, posiblemente a cientos, de hombres, mujeres y niños. La destrucción y las desapariciones se sucedieron erráticamente por semanas”.
La DEA tomó el riesgo a pesar de que una unidad de la policía federal mexicana “tenía un pobre historial manteniendo información fuera de las manos de delincuentes”.
Héctor Moreno exoperario de los Zetas: “Cuando los soldados iban a una zona, alguien del ejército nos avisaba con antelación. A veces llegaban aviones llenos de policías federales, con 200 oficiales, pero recibíamos una llamada una semana antes…si el gobierno conseguía esos números, los Zetas se iban a enterar”.
La colusión está más que probada en los testimonios de Anatomía de una masacre y documentado En el desamparo con expedientes del caso. Así, en el desamparo, es como está la población en México.
El reportaje de Thompson indaga en registros oficiales que “las autoridades estatales encargadas de responder ante emergencias les llovieron unas 250 llamadas de personas que reportaban disturbios, incendios, riñas e invasiones a hogares por toda la zona. Los entrevistados señalaron que nadie acudió a ayudar”.
Evaristo Rodríguez vicealcalde de Allende en aquella época: “Se reunió todo el consejo municipal…Nos dábamos cuenta de que había una situación de doble gobierno…Sabíamos que la policía ya estaba infiltrada…Yo entendí: No investiguen y no se metan, o ya verán”.
Fernando Purón Presidente municipal de Piedras Negras: “[los Zetas…echaron a andar compañías y negocios en el sector de servicios, en bienes raíces, en la construcción…Los Zetas eran más fuertes que el gobierno, ¿entiende? Eran más fuertes económicamente. Mejor organizados. Estaban mejor armados. Todos les tenían miedo y, los que no, habían sido comprados”.
El saldo en desaparecidos y asesinados es incierto. Las cifras oficiales hablan de 28, ProPublica identifica 60, testimonios en juicios en los Estados Unidos reportan más de 300. En el desamparo indica que en el primer expediente al que tuvo acceso “la investigación de las autoridades coahuilenses sólo busca atender los casos por los que recibió denuncia, sin siquiera indagar un poco en las pistas que surgen de su expediente…sólo siguiendo los testimonios del expediente al que tuvimos acceso, estaríamos hablando de 35 víctimas”.
La lista de errores y omisiones es enorme. La PGR jamás atrajo el caso a pesar de haber sido informada, los primeros peritajes se hicieron 3 años después de los hechos, la investigación se centra únicamente en testimonios con los que se pretende dar por cerrado el caso y determinar la muerte de personas desaparecidas sin ninguna otra prueba. La verdad y la justicia están aún lejos en el caso de Allende como en casi todos a nivel nacional.
Anatomía de una masacre concluye que “menos de una docena de sospechosos han sido arrestados, la mayoría eran expolicías locales y peones del narco que seguían órdenes. Nadie ha sido acusado de asesinato”.
La violencia se produce por fenómenos que involucran a México y Estados Unidos. La responsabilidad de encontrar una solución debe ser compartida. Ausencia y colusión de los 3 niveles de gobierno, simulación, impunidad y desamparo son la anatomía de una masacre.
FUENTE: ARISTEGUI NOTICIAS.
AUTOR: JACOBO DAYÁN.
LINK: http://aristeguinoticias.com/1906/mexico/allende-la-masacre-que-mexico-se-niega-a-ver/