Esta semana Aristegui Noticias, Proceso y O’Globo dieron a conocer que las versiones juramentadas de tres directivos de Oderbrecht ante la fiscalía brasileña apuntan a se hicieron pagos irregulares a Emilio Lozoya.
El primero de ellos sería de cuatro millones de dólares en abril del 2012, justo en la campaña del entonces candidato Enrique Peña Nieto. Otros seis millones de dólares llegarían después por medio de un offshore ubicado en Islas Vírgenes.
Payán explica que este tipo de sobornos de dimensiones multimillonarias se vieron impulsadas por la Reforma Energética y las grandes licitaciones, con las que se posicionó a consultores que pasaron de la administración pública a la privada, “esta es la nueva manera en que se está dando la corrupción, no es sólo Odebrecht, sino el modus operandi de la gran corrupción”.
El profesor de la Universidad Rice alerta del riesgo de que en un proceso electoral en puerta, donde la consigna de los partidos Revolucionario Institucional (PRI) y Acción Nacional (PAN) es no permitir que Andrés Manuel López Obrador gane la Presidencia,”tener esta capacidad de detenerlo se van a necesitar millones de dólares, con el fin de cooptar de distintas maneras el voto de los mexicanos” serán obtenidos de las arcas públicas a través de estos u otros mecanismos ilegales.
—¿Cómo entender que el escándalo de Odebrecht podría ser el primero de muchos?
—Lo que estamos viendo con Odebrecht, otras que operan a nivel mundial, compañías como OHL y otras de menor escala es un modelo de corrupción que se ha asentado mucho en México. Es muy obvio para muchos mexicanos que ese es el modus operandi de la gran corrupción que existe hoy: contratos inflados, contratos donde se sobrecarga el precio a las obras públicas, y se desvían los fondos hacia los partidos políticos, o incluso hacia las personas, donde se dan los contratos a cambio de ciertos reembolsos al político que los apruebe.
—¿Permiten las leyes actuales este tipo de prácticas?
—Yo siempre he dicho que el gran retorno de la Reforma Energética y de impulsar las grandes obras públicas y las grandes licitaciones, al mismo tiempo estaba posicionando a consultores y lo que llamamos la puerta giratoria. Es decir, cuando funcionarios salen del Gobierno después de contar con un acceso privilegiado, y salen preparados para conseguir los contratos para las grandes compañías, a cambio de pagos de millones de dólares. Esta es la nueva manera en que se está dando la corrupción, no es solo Odebrecht, sino el modus operandi de la gran corrupción.
—¿Cuáles son las consecuencias colaterales de esta corrupción?
—El país pierde una cantidad importante de su presupuesto para obra pública a nivel federal, en los estados y lo municipio. Esa es la manera en la que se está dando. En la Reforma Energética obviamente estamos hablando de miles de millones de dólares, entonces, no me sorprende eso lo habíamos visto. El otro día me tocó hablar con el Wall Street Journal y me preguntaban por los conflictos de interés en México, les dije que no existe propiamente en el país ese concepto; periodistas y políticos hablan del tema, pero en el sistema anticorrupción no existe. Ha sido la gran puerta por donde han pasado estos temas.
—El Sistema Nacional Anticorrupción es promovido en el discurso de las autoridades. Lejos de castigar los casos anteriores, ¿la implementación del sistema no evitarán nuevos casos entonces?
—El caso de Lozoya y otros no están saliendo gracias al Gobierno mexicano, que no tiene ningún ápice de voluntad de castigar este tipo de desvíos. No hay, es más, el primer instinto de las autoridades fue salir a decir que no existe y que el contrato no está contaminado, que no favorece a unas compañías y que no hay pagos de bajo de la mesa. Finalmente, eso significaría investigar al propio aparato político administrativo. Es decir tocar a las esferas políticas. Obviamente, se trata del sistema nervioso político del país, y en ese sentido se requiere voluntad política para investigarlo, requeriría que voltearan a ver a sí mismos, y en ese sentido, no hay ni una pizca de voluntad del Gobierno federal.
—¿Cómo debería de investigarse y qué pasa si las cosas continúan como hasta ahora?
—Si no hay voluntad de comenzar a investigar, de crear una comisión independiente, y de darle a esa comisión todo el acceso a todos los documentos oficiales, acceso a que entrevisten personas, de darles los recursos para que investiguen, y que digan si hubo o no corrupción, si hubo o no colusión, entonces lo único que estamos viendo es la superficie del iceberg, porque no hay mecanismos, pero debajo de la punta hay muchísimo más. Abajo hay un gran peso que no deja que el país avance. La corrupción más que la violencia es hoy por el gran problema del futuro de México.
—Aquí no se ha investigado, pero ya hay suspicacias de que los pagos a Lozoya pudieron terminar en la campaña de Peña Nieto. También hay sospechas de que esto sucedió en Perú…
—Yo pienso que no debemos de subestimar la capacidad el Gobierno federal de hacer de estos fondos, que son devueltos a los políticos, su cofre electoral. Esto ocurre con todos los partidos políticos, pero en el caso del PRI es mucho más asentado, porque lo han llevado a un arte muy fino y muy bien implementado. Lo vimos en Veracruz, Chihuahua, Quintana Roo, Tamaulipas y a nivel federal hablamos de cantidades mucho más extraordinarias.—¿El riesgo aumentará en esta próxima campaña electoral?
—Se acerca una campaña política muy difícil en donde la consigna de los partidos Revolucionario Institucional, Acción Nacional, será no permitir que gane Andrés Manuel López Obrador y para tener esta capacidad de detenerlo se van a necesitar millones de dólares, con el fin de cooptar de distintas maneras el voto de los mexicanos.
—¿Como sucedió en el Estado de México?
—Era muy importante para ellos preservar el Estado de México, porque ahí hay una gran bolsa de votos para las elecciones del próximo año y si perdían era perder el control de una bolsa extraordinaria de dinero. Entonces, obviamente la consigna va ser una negociación entre los partidos de derecha, el PRI y el PAN, porque el PRI es realmente un partido de derecha, y no permitir que llegue la izquierda. En Perú, en Brasil, se han dado circunstancias diferentes, porque ahí no hay un partido hegemónico. Yo no estoy seguro que la izquierda en México tenga la capacidad institucional y el capital político para hacer que las fechorías de robo de recursos públicos sean castigadas de manera efectiva. Y de dónde van a salir los recursos para derrotar a la izquierda en México, pues precisamente de las arcas públicas.
—En otros países de Latinoamérica, con escándalos de corrupción se han derrocado hasta Presidentes, después de que la ciudadanía se moviliza en las calles. ¿Por qué vemos que en México nadie se inmuta?
—¿Cuál es la posibilidad de qué México celebre un movimiento ciudadano con la capacidad de efectivamente forzar a las autoridades? Yo no veo la capacidad de organización. El pueblo mexicano está muy dividido, la izquierda, que podría encabezar este movimiento, está dividida entre grandes partidos como Morena, PRD y Movimiento Ciudadano. Estamos hablando de partidos que prefieren dedicarse a cuestiones electorales muy localizadas. Movimiento Ciudadano en Guadalajara, el PRD a preservar fuerza en la Ciudad de México, y Morena a tratar de avanzar en estados como en Veracruz, etcétera. Pero no hay una unidad capaz de lograr un movimiento ciudadano que articule las necesidades de todos los mexicanos.
—¿El divisionismo es la principal causa?
—Los mexicanos que están muy ocupados de su vida diaria, trabajar y que les alcance el presupuesto. No los veo dejar de buscar vías constitucionales. Todavía están creyendo en los partidos políticos, yo creo que las elecciones del 2016 demostraron que muchos mexicanos aún están dispuestos a creer en el PAN, por ejemplo. Le entregaron siete gubernaturas. Hay un aliento de que esto se debe arreglar por la vía institucional. Yo comienzo a tener dudas de que esa sea la salida a este problema.
—Regresando a la clase política, ¿investigar sería en estas circunstancias tirarse un tiro en el pie?
—Aquí se habla generalmente de acuerdos entre las élites de los partidos sobre cómo van a manejar los temas. Y por supuesto eso nunca va a constituir un liderazgo efectivo para el país. Yo creo que las élites se han olvidado del bien común, el bien público, el interés nacional, y finalmente solo persiguen una política comercial y de apertura económica en la que ellos estén muy posicionados para convertirse en las grandes familias oligárquicas del país. Están reorganizando la riqueza para que este país no se convierta en una democracia liberal, ni de igualdad económica, sino donde funcionan y gobiernan las grandes oligarquías y se pasan el poder entre ellos.FUENTE: SIN EMBARGO.
AUTOR: JUAN LUIS GARCÍA HERNÁNDEZ.
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