El predio de Chimalpopoca y Bolívar ha quedado limpio de escombros, pero no de sospechas. Voluntarios y rescatistas fueron desalojados del área por el cuerpo de Granaderos de la Secretaría de Seguridad Pública de la Ciudad de México cuando estaban a punto de dar con un sótano. Entre la revoltura de fierros y polvo, fue encontrado un folder con papeles que dan cuenta que ahí, donde hubo dos fábricas textiles, trabajaron personas de origen chino. Está el currículum de Ying Xia Lai y un boleto de avión de Chin Chien Ju, personas que ahora son buscadas. ¿Cuántos estaban ahí? El Gobierno de la Ciudad de México no ha dado información pese a las preguntas insistentes. En el quinto amanecer después del sismo, el sitio está bajo la custodia de elementos de la Marina Armada de México. Esta es una historia de la industria textil mexicana, cuyo aparato está basado en unos 300 mil empleos informales, según el mismo Inegi. Y lo es, de las malditas coincidencias. Hace 32 años, en esa zona, murieron miles de costureras en talleres clandestinos, las cuales aún no han sido contabilizadas.
¿Dónde están los muertos de Chimalpopoca y Bolívar? ¿Quiénes son? Se han convertido en fantasmas, en las figuras más misteriosas de la desgracia. En el cuarto amanecer después del sismo, en el predio donde hubo un edificio de cuatro pisos que albergaba dos fábricas textiles, y una de juguetes, ya no hay nada. Ya está limpio. De todo. Desde la tarde y hasta entrada la madrugada, máquinas pesadas barrieron para darle paso al baldío. Ahí, donde pudieron estar cientos de trabajadores indocumentados de la industria textil mexicana.
Porque los fantasmas de Chimalpopoca y Bolívar sí existieron. Tuvieron nombres y vidas. Hasta antes de las 13:14, hora de temblor, iban a trabajar a ese sitio.
Así lo demuestra un cúmulo de papeles encontrado entre los despojos y que está bajo el resguardo de esta casa editorial. Se trata de un folder que contiene listas de proveedores, clientes, correos electrónicos, diagramas y currícula.
Doblados, averiados, con señas de lluvia y huellas de pasos, en esos papeles abandonados están escritos nombres en caracteres chinos y coreanos. Está el currículum vitae de Ying Xia Lai, una joven considerada como desaparecida, en chino mandarín. En él, narra que aprendió Español como segundo idioma por intereses sociales.
También el boleto de avión de Chin Chien Ju, quien voló de Los Ángeles a la Ciudad de México en 2014 y quien también es buscada, según las redes sociales.
Rescatistas en el sitio describieron para SinEmbargo que tras 24 horas de trabajo estaban a punto de llegar a un sótano. Ese hallazgo hizo crecer la idea de que en el predio había algo más de las fábricas de telas que en apariencia podían apreciarse. Algunos de los voluntarios que acudieron a la escena creen que el sitio escondía un taller de trabajo. Eso ya no puede saberse.
A las 17:00 horas del viernes 21, el cuerpo de Granaderos de la Secretaría de Seguridad Pública de la Ciudad de México ingresó a la zona y tomó la custodia del predio. Los cientos de voluntarios que desde la primera hora de la tragedia llevaron víveres, así como los rescatistas que se mantuvieron en el pico de la montaña de escombros, fueron desalojados. Cuando salió el sol, la esquina estaba limpia de cascajo. Y el vecino “callejón del triunfo”, por donde se podía llegar a las ruinas de la fábrica, había tranquilizado su trajín de los días posteriores al sismo.
Enseguida, elementos de la Marina Armada de México acordonaron el predio y así, declararon el punto final de la labor del rescate. No se ha cumplido ni siquiera una semana de la tragedia, y en la colonia Obrera ya hay que volver a empezar.
El 19 de septiembre de 2017, este es el punto de la Ciudad de México de las malditas coincidencias. El mismo día de hace 32 años un sismo entregó una verdad. Las costureras trabajaban a destajo, contra el tiempo marcado por relojes gigantes, sin poder ir al baño. Los derechos humanos y laborales eran “tijereteados” en talleres clandestinos. Esa crisis originó el Sindicato 19 de Septiembre, el primero en México en el que predominaban mujeres. Pero esa asociación no alcanzó a remendar nada.
El pasado martes, la industria volvió a quedar al descubierto. Dos fábricas textiles se fueron al suelo sin que se supiera cuántos trabajadores había en ellas.
Esta es una historia de la industria textil, cuyo aparato laboral está basado en unos 300 mil trabajadores informales, de acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática (INEGI).
Según datos del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Industria de la Costura, Confección, Vestido, Similares y Conexos 19 de Septiembre, los costureros sobreviven con salarios que van de 650 a 700 pesos a la semana, apenas dos mil 800 pesos al mes.
Si en 1985, las fábricas se cayeron por saturación de máquinas y mercancía; en 2017, ¿qué ocurrió? ¿Quiénes son los que cayeron en la fábrica de textiles en 2017? ¿Cuántos eran? Son preguntas que rebotan en el silencio al caer la noche del 23 de septiembre en el predio de Chimalpopoca y Bolívar.
FUENTE: SIN EMBARGO.
AUTOR: IVONNE OJEDA, LINALOE R. FLORES.
LINK: http://www.sinembargo.mx/24-09-2017/3314394