A un tiempo, los pobladores de San José del Platanar, una pequeña localidad del municipio de Cohetzala, en la mixteca poblana, voltean al cielo para observar un helicóptero que sobrevuela su comunidad. Se mantienen a la expectativa, pero la aeronave no baja.
Es entonces que Héctor Guzmán Nájera, edil auxiliar de esa localidad, dice sentirse impotente como autoridad ante la tragedia que vive su pueblo desde el 19 de septiembre, cuando la tierra amenazó con tragárselos por completo.
A más de 48 horas, ningún representante de Protección Civil ha llegado para evaluar los daños en sus viviendas y saber si pueden aún pueden habitarlas o de plano echarlas abajo. Desde ese día hay familias que duermen en la cancha de usos múltiples y otras en los patios de lo que fueron sus casas. Hay algunos, que sin medir riesgos, permanecen aún dentro de ellas.
“No sé qué funcionario vaya en él (helicóptero), pasó aquí encima de nosotros, no creo que no tenga forma de bajar, somos ciudadanos como todos”, reclama.
“Es una impotencia la que siente uno”, agrega, “no es posible que la sociedad esté llegando con tanta ayuda y que no puedan llegar los de Protección Civil”.
A menos de media hora de distancia de El Platanar, en San Juan Pilcaya, municipio de Chiautla de Tapia, en la zona del epicentro del temblor, el presidente Enrique Peña Nieto, presidió el jueves 21 una reunión de evaluación de daños.
Allí estaban los secretarios de la Defensa, Salvador Cienfuegos; de la Marina, Vidal Soberón; de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, y de Cultura, María Cristina García, así como el gobernador Antonio Gali Fayad, quien asegura que las necesidades de la población fueron atendidas de manera inmediata tras el sismo.
Pero el testimonio del edil de San José del Platanar coincide con vecinos de decenas de localidades de la región mixteca y de Atlixco, que hablan de otra realidad.
Los víveres, cobijas y artículos de limpieza, así como la ayuda para mover escombros, llegaron por parte de la sociedad civil que acabó por cubrir la ausencia de autoridades estatales y federales.
Lo mismo ocurrió en Ixcamilpa, en Chietla, en Alpanocan, en Tecuanipa, Huaquechula, Atencingo, Atzitzihuacán, San Francisco Xochiteopan, Cohetzala, y otras tantas localidades, donde cientos de viviendas de adobe colapsaron y otras más presentan derrumbes y enormes grietas, y desde ese día se quedaron sin luz o sin agua o sin ambos servicios.
En San José del Platanar, fue “la gente buena” la que el jueves 21 logró restablecer la energía eléctrica que falló desde el día del temblor.
Incluso, en la población de Atzala, donde desde temprana hora del mismo 19 de septiembre, el gobierno estatal se dio por enterado de que, a causa de la sacudida del sismo, la techumbre del templo de Santiago Apóstol se vino abajo.
Fueron los pobladores, apoyados con vecinos de comunidades cercanas, los que tomaron picos y palas para rescatar los cuerpos de 12 personas que quedaron bajo los escombros, aunque el riesgo del colapso total del inmueble, que data del Siglo XVI, estaba latente.
Los habitantes de decenas de localidades poblanas tuvieron que recurrir a las redes sociales para pedir ayuda y orientar a los voluntarios que congestionaron las sinuosas carreteras vecinales de la mixteca poblana para llevar personalmente la ayuda y asegurarse de que ésta llegara a los pobladores necesitados.
Gali y los negativos
El 20 de septiembre, cuando el mandatario acude a la población de Metepec, cercana a Atlixco, un ciudadano le reclama que su gobierno no haya sido capaz de organizar la ayuda que miles de ciudadanos buscan entregar a los damnificados en Puebla.
“Un favor, ayúdenos a organizar, todo es un desorden, es un relajo”, le increpa el ciudadano, “el chiste es que la gente que está apoyando sepa a dónde llegar, es gasolina, es recurso nuestro, el gobierno no está apoyando nada… lo que necesitamos es que las autoridades estatal, federal y municipal, organicen”.
Luego se le acerca otra persona que le dice que la ayuda no ha llegado a la localidad de Alpanocan, otro le advierte que la casa de salud está colapsando y una mujer se queja de que los vendedores ambulantes no han tenido apoyo.
Gali no se da cuenta que es seguido por una persona que graba con su celular y es captado cuando le pide a uno de sus colaboradores que lo libre de los ciudadanos negativos.
“A los negativos ¿por qué no los quitas, eh?”, le reclama a un integrante de su séquito.
El relajo
Aunque el gobierno de Gali Fayad estableció ocho centros de mando en las regiones afectadas para atender la emergencia, la queja tanto de damnificados como de voluntarios fue una constante ante la desorganización y la tardanza que imperado.
Para el viernes, el portal digital e-Consulta en colaboración con agrupaciones no gubernamentales, empresariales y universidades, puso en operación una página que se alimentó con el hashtag #DondeAyudoPue a fin de orientar los apoyos.
En un mapa interactivo, se marcaron las comunidades que estaban cubiertas, en las que hacían falta cosas, así como otras a donde hasta ahora no ha llegado ayuda.
Y es que durante los días previos, cientos de caravanas organizadas por la sociedad civil congestionaron pueblos como Atlixco, Atzala, Pilcaya y el propio Platanar que fueron reportados como afectados en los medios de comunicación o en las redes sociales.
Otras brigadas ciudadanas se trasladaban de un pueblo a otro, buscando quien realmente necesitaba de la ayuda que portaban, en su mayoría alimentos y agua. Los damnificados pedían lonas, colchonetas, lámparas. Querían remover escombros, pero Protección Civil no había pasado para darles “luz verde” de empezar a derrumbar casas, aunque ya no había víctimas que rescatar.
Lo común en distintos puntos de las carreteras, era encontrar filas de vehículos detenidos que paraban a otros automovilistas para preguntar: ¿Sabes dónde necesitan ayuda?
La desesperación
En Izúcar de Matamoros, los habitantes de casas en ruinas o en riesgo de sucumbir, decidieron el jueves introducirse a los inmuebles para rescatar sus pertenencias. En solitario, las familias enfrentaban su tragedia. Nadie los ayudaba a sacar sus muebles, ropa y documentos.
“Tenemos miedo, pero qué hacemos, ya perdimos nuestra casa, no queremos arriesgarnos a perder todo”, argumenta Alfonso Bravo Martínez, propietario de la vivienda ubicada en la calle Melchor Ocampo número 15 B de Izúcar, la cual quedó convertida en un polvorín en la parte frontal.
Lo mismo hacían ese día, otros damnificados como César Muñoz, Edith Pacheco y René Baleón Gómez, que por cuenta propia, se metieron a los inmuebles, que amenazaban con venirse abajo, para salvar sus pertenencias.
A más de 48 horas del siniestro, dieron que ni siquiera una botella de agua habían recibido.
“Nos dijeron que nos anotáramos en una lista, ya lo hicimos, pero nadie nos ha buscado hasta ahora para preguntarnos de nuestras necesidades”, relatan.
“¿Qué va a pasar si llueve? Esto se va a venir abajo y nos vamos a quedar sin nada”, dice el doctor César Muñoz, quien el jueves sacaba su equipo y mobiliario de la casa que tenía en renta.
Bravo Martínez señala que el personal del Ayuntamiento les recomendó reconstruir la casa con el escombro. Pero el hombre apunta hacia los dos muros que quedan aún en pie y que caerán en cualquier momento para convertirse en polvo como el resto de material que está ya en el suelo. “¿Usted cree que podamos reconstruir con esto?”, cuestiona.
“Ayer fuimos y nos dieron una despensita con dos sobrecitos de café, una bolsita de sal, una botella de aceite, ni papel sanitario, ni agua, eso fue todo”, se queja.
Laura Mendoza, otra damnificada, resume: “Aquí cada quien se está rascando con sus propias uñas, porque ayuda del gobierno sólo es mentira”.
Mientras esto ocurre, en la plaza de esa localidad, decenas de estudiantes universitarios y ciudadanos se desesperan ante la situación: viajaron desde Puebla y otras entidades para ofrecer ayuda, pero no saben qué hacer.
En distintos puntos de las carreteras hay carros en fila detenidos que preguntan a otros automovilistas: ¿Sabes dónde necesitan ayuda?
Mientras que el reporte preliminar del gobierno poblano habla de 45 personas muertas, 7 desaparecidos, 10 mil viviendas, 279 escuelas, 17 hospitales y 250 inmuebles históricos dañados por el terremoto.
Fuente: Proceso
Autor: Gabriela Hernández
Fecha: 23 de Septiembre del 2017
http://www.proceso.com.mx/504645/puebla-ante-olvido-las-autoridades-la-accion-ciudadana