Sustentado en entrevistas a 133 traficantes de migrantes que operan en la frontera México-Estados Unidos, el profesor de tiempo completo en la Universidad Autónoma de Tamaulipas Simón Pedro Izcara Palacios concluye que las redes de tráfico de migrantes que operan en México no conducen terroristas hasta Estados Unidos.
El especialista señala que aunque la mitad de los entrevistados consideran que los terroristas podrían llegar a Estados Unidos utilizando las redes de tráfico de migrantes, ninguno tenía conocimiento directo sobre el paso de terroristas a través de la frontera entre México y Estados Unidos.
Los traficantes de migrantes fueron entrevistados entre 2011 y 2015 en diferentes municipios de Tamaulipas, Nuevo León, San Luis Potosí, Veracruz, Ciudad de México, Estado de México y Chiapas, cuyas edades estaban comprendidas entre 21 y 48 años y comenzaron en este negocio entre los 16 y los 41 años de edad. (Cuadro 1)
De los entrevistados, 58 por ciento estaba involucrado en redes simples de tráfico de migrantes (compuestas por una célula liderada por un traficante apoyado por reclutadores, cuidadores de casas de seguridad, conductores, y con un elevado grado de independencia en el manejo de la misma) y el 42 por ciento en redes complejas (pluricelulares, que forman una línea con un grado de autonomía limitado en el manejo de la misma).
El 43 por ciento de los entrevistados procedía de Tamaulipas; 53 por ciento conducía a migrantes tamaulipecos, y 60 por ciento de las redes transportaba migrantes hasta Texas y hasta más de un tercio de los estados de la Unión Americana. (Cuadro 2)
Los traficantes eran originarios de la mitad de los estados de México y los migrantes reclutados procedían del 90 por ciento del territorio nacional, y de Centroamérica.
En su estudio Tráfico de migrantes y terrorismo, un vínculo infundado, el catedrático Simón Pedro Izcara Palacios destaca que en el discurso oficial, en los medios de comunicación y en la academia, el tráfico de migrantes y el terrorismo son dos actividades relacionadas porque la primera financia a la última y facilita el transporte clandestino de terroristas.
Sin embargo, subraya que el discurso oficial, que describe la migración irregular como una amenaza permanente para la seguridad nacional de Estados Unidos, ha sido amplificado por los medios de comunicación de ese país, que presentan la violencia del narcotráfico registrada en las ciudades fronterizas mexicanas como una amenaza similar a la penetración de terroristas en su territorio.
Precisa que aunque en las últimas décadas –sobre todo desde los atentados del 11 de septiembre de 2001–, han sido detenidos millones de migrantes laborales en la frontera sureste de Estados Unidos no hay registro público sobre la detención de terroristas transportados por traficantes de migrantes mexicanos. “De modo que se carece de evidencia que asocie el tráfico de migrantes con el terrorismo”.
Izcara Palacios argumenta que si las redes de tráfico de migrantes mexicanas estuviesen colaborando con organizaciones terroristas, las autoridades migratorias estadounidense habrían detenido durante la última década a centenares de terroristas en la frontera sureste.
“No existen datos que permitan sostener la tesis de que a través de la frontera sureste de Estados Unidos se hayan introducido armas de destrucción masiva o personas con el propósito de cometer actos violentos de terrorismo. Si bien los entrevistados contaban con una dilatada experiencia en el negocio del tráfico de migrantes, manifestaban desconocimiento sobre el paso de terroristas a través de la frontera entre México y Estados Unidos”, enfatiza.
Destaca que ninguno de los 133 testimonios de traficantes de migrantes indica que los entrevistados facilitasen, presenciasen o hubiesen oído rumores sobre redes específicas dedicadas a transportar terroristas. Tampoco manifestaron haber ayudado a terroristas a ingresar de modo subrepticio a Estados Unidos ni presenciado el cruce irregular de terroristas, ni habían oído hablar de redes de tráfico de migrantes que se dedicasen a esa actividad.
Sin embargo, para el doctor Guillermo Alonso Meneses, experto en migración internacional del Colegio de la Frontera Norte, los islamistas radicales no van a renunciar a atacar a Estados Unidos y van a intentar entrar cuando quieran a través de las redes de polleros, coyotes y narcotraficantes mexicanos en cuanto Estados Unidos baje la guardia.
El especialista considera que el método del profesor el profesor Izcara Palacios está mal planteada, ya que ningún pollero o migrante va a reconocer que ha introducido terroristas a Estados Unidos. “Por supuesto que no lo van a admitir, se trata de una cuestión de método, está mal planteado”, arguye.
Alonso Meneses agrega que desde los atentados del 11 de septiembre, hay un vínculo entre terrorismo y migración, y que los terroristas que llegaron legalmente al país vecino ninguno entró por México, por lo que se planteó que los terroristas intentarían entrar a Estados Unidos por la vía de polleros, traficantes de personas o narcotraficantes, lo que significa que hay un peligro potencial.
“Si los terroristas vienen a México no necesitan cruzar la frontera, basta con que desde las montañas de Tijuana, con ametralladoras R15 o AK47, disparen a los Free Way y habitantes de San Diego o maten turistas y blancos estadunidenses en México, sin necesidad de pasar al otro lado. Ese es un escenario de riesgo factible desde el 11 de Septiembre y las autoridades de ambos países lo saben.”
Por ello, dice el doctor Alfonso Meneses, agentes de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y de la Agencia Central de Inteligencia (FBI) camuflados realizan inteligencia en la frontera entre ambos países con el conocimiento de México, para intentar evitar ese tipo de atentados, lo cual es más factible que se lleven a cabo desde y contra objetivos de Estados Unidos en México que intentar cruzar la frontera desde nuestro país.
Explica que Donald Trump utiliza como una coartada mafiosa al narcotráfico y el riesgo de terroristas para atacar a México, porque la migración no se arregla con muros, “al menos que se construyan con una altura de 100 metros para evitar que desde territorio mexicano se dispare hacia los suburbios de San Diego, o San Isidro. Es una coartada para hacer muros y política de fastidio por los cruces diarios por trabajo o por ocio que realizan los mexicanos”.
Destaca que el problema de la relación bilateral entre México y Estados Unidos en la lucha antiterrorista se dificulta con un presidente torpe políticamente, ya que se requiere de dialogo, colaboración y continuo flujo de información y absoluta confianza. Es un problema que va a perdurar mientras se sigan intoxicando las relaciones entre ambos países.
“La tragedia de México es que no acaba de encontrar un interlocutor sensible, sensato y constructivo en el presidente Trump para cuestiones de migración narcotráfico, violencia y terrorismo, sino a un tipo desequilibrado que está tensando las relaciones entre ambos países”, apunta.
Los migrantes siguen ingresando a Estados Unidos todos los días, aunque desde la crisis económica en Estados Unidos en 2008 la migración cesó, y desde entonces el narcotráfico reclutó más gente que en toda su historia. Los migrantes se enrolaron como una alternativa, hay indicios de la correlación entre los migrantes que dejaron de cruzar y el reclutamiento que obtuvo el narco de varios estados del país, señala el investigador.
Nunca en la historia de México en 20 años había cruzado tan poca gente a Estados Unidos y el narco había reclutado a tanta gente en el mismo periodo.
La versión de los traficantes
De acuerdo con los resultados de la encuesta realizada por el investigador Pedro Izcara Palacios, autor del libro Manual de investigación cualitativa, el 39 por ciento de los traficantes de migrantes entrevistados no creía que pasasen terroristas a Estados Unidos a través de la frontera mexicana porque nunca había visto ni oído hablar de redes involucradas en esa actividad.
El 39 por ciento consideraba que a través de la frontera México-Estados Unidos no cruzaban terroristas a ese país; el 22 por ciento no creía que los terroristas ingresasen de modo subrepticio y que la presencia de terroristas en territorios controlados por los cárteles mexicanos sería vista por estos no como una oportunidad para obtener beneficios mutuos, sino como una competencia no deseada.
Los traficantes dijeron que por las áreas donde la delincuencia organizada ejercía un mayor control, como el noreste de México, los terroristas no podrían pasar, ya que la delincuencia organizada escruta de modo minucioso todos los movimientos irregulares de personas.
Los entrevistados pensaban que los terroristas únicamente podrían pasar por el lado más occidental de la frontera, donde el dominio de la delincuencia organizada no era tan robusto, y donde tendrían mayores oportunidades de pasar desapercibidos entre el enorme flujo de personas que cruzan la frontera con visas de turista.
Izcara Palacios indica que el tráfico de migrantes es un negocio movido por el ánimo de lucro; por lo tanto, precisa que los traficantes no tendrían inconveniente en transportar terroristas del mismo modo que conducen migrantes laborales. Transportar a los primeros requiere el mismo soporte logístico que mover a los últimos.
La mitad de los entrevistados no tenía conocimiento del paso de terroristas a Estados Unidos a través de la frontera con México; sin embargo, exponían argumentos similares a los expresados en el discurso oficial y diseminados a través de los medios de comunicación, para indicar que era posible que miembros de organizaciones terroristas llegasen hasta territorio estadounidense utilizando las redes de tráfico de migrantes establecidas.
De los entrevistados 37 por ciento expuso que si los migrantes indocumentados de México y Centroamérica podían cruzar hasta Estados Unidos sin ser detenidos por las autoridades migratorias, los terroristas también podrían pasar sin ser descubiertos.
Lo anterior, pese a que en las dos últimas décadas el número de agentes de la Patrulla Fronteriza se ha sextuplicado y ha sido reclutado personal militar para detener tanto el ingreso de terroristas como la entrada de armas de destrucción masiva.
La página electrónica del Departamento de Seguridad Nacional (DHS, por su sigla en inglés) explica que la misión prioritaria de la Patrulla Fronteriza (US Department of Homeland Security) es “prevenir la entrada a los Estados Unidos de terroristas y de las armas de los terroristas, incluidas las armas de destrucción masiva”.
Así, bajo una retórica de “guerra por el control de la frontera” el número de agentes de la USBP en la frontera suroeste ascendió de 3 mil 555 a 20 mil 119 entre 1992 y 2009 y actualmente la Patrulla Fronteriza cuenta con 21 mil elementos para impedir el paso de los migrantes, y el gobierno estadounidense reclutó a personal militar entrenado “para detener a enemigos combatientes armados”.
Sin embargo, durante ese periodo de tiempo los millones de personas detenidas anualmente al intentar cruzar de modo irregular la frontera no son terroristas, sino migrantes laborales que huyen de la pobreza y buscan mejores oportunidades económicas.
Los datos recabados en la investigación del académico de la Universidad de Tamaulipas señalan que es improbable que puedan establecerse alianzas entre los traficantes mexicanos y grupos terroristas foráneos, para que miembros de estas organizaciones entren en Estados Unidos.
“El control que ejercen los cárteles de la droga sobre gran parte de la geografía mexicana constituye más un freno que una oportunidad para el paso de terroristas.”
Detalla que el tránsito de migrantes irregulares constituye una copiosa fuente de ingresos para los cárteles de las drogas, que permiten que los primeros atraviesen sus territorios previo pago de un canon.
Pero, estos territorios se encuentran continuamente en disputa, por lo que los migrantes que transitan por ellos son profundamente escudriñados, y aquellas personas que pueden constituir una amenaza para los cárteles porque no se adecuan al perfil de migrantes laborales no violentos corren mayor peligro de ser eliminados.
Por lo tanto –arguye Izcara Palacios– los terroristas correrían graves riesgos si intentasen llegar a Estados Unidos atravesando territorios dominados por los sanguinarios cárteles de las drogas mexicanos. “Los traficantes involucrados en redes simples se inclinan más que aquellos que trabajan para redes complejas a expresar argumentos que niegan la existencia de lazos entre el tráfico de migrantes y el terrorismo”, apunta.
En resumen, enfatiza que aunque los datos del análisis apuntan a que el nexo entre tráfico de migrantes y terrorismo es infundado, el dato que muestra de modo más tangible la ausencia de lazos entre el tráfico de migrantes y el terrorismo es que ninguno de los entrevistados observó que se hubiese facilitado o presenciado la entrada irregular de terroristas.
La idea de que el tráfico de migrantes y el terrorismo son actividades realizadas por organizaciones criminales transnacionales ha tenido un profundo calado mediaático internacional, en virtud de que abarcan una extensa rama de actividades que se expanden desde el traslado irregular de migrantes hasta el terrorismo.
Sin embargo, la evidencia que avala esta tesis es débil y se cimienta en casos aislados, argumenta el investigador de la Universidad de Tamaulipas Simón Pedro Izcara Palacios.
A modo de ejemplo, indica que dos meses antes de los ataques del 11 de septiembre, un informe de la CIA advertía de la posible relación entre traficantes de migrantes y grupos terroristas como Hamas, Hezbollah y la yihad islámica egipcia.
Asimismo, dice que las investigaciones de los atentados en Madrid el 11 de marzo de 2004, revelaron que el grupo afiliado a Al Qaeda ligado a dichos ataques había operado una red de tráfico de migrantes y falsificación de documentos para financiar actividades terroristas y facilitar el ingreso subrepticio de sus miembros.
Otro aspecto que destaca el investigador es que la posible asociación del tráfico de migrantes en la frontera México-Estados Unidos con el terrorismo y la amenaza de esta actividad a la seguridad nacional ha constituido para las autoridades de ese país una preocupación durante más de medio siglo, explica el especialista.
A mediados de la década de 1950 –agrega– el coyotaje aparecía ligado a la entrada subrepticia de agentes soviéticos subversivos en territorio norteamericano, en los 80 los coyotes eran vistos como potenciales facilitadores de la entrada de guerrilleros centroamericanos y terroristas de Medio Oriente y en el 85 Reagan alertó sobre la amenaza del ingreso de terroristas y comunistas de Centro y Sudamérica.
Así, la inmigración aparece ligada al terrorismo no porque los migrantes sean terroristas; sino porque los mayores ataques terroristas en Estados Unidos y Europa occidental han sido perpetrados por migrantes.
FUENTE: CONTRALINEA
AUTOR: JOSÉ REYEZ