Los pueblos originarios en México y en otras partes del mundo enfrentan un modelo económico basado en el despojo y la ocupación forzosa de sus territorios, con el objetivo de que sus recursos naturales sirvan como base para un desarrollo que no los beneficia, lo cual no es muy diferente del sistema colonial que existió hace dos o tres siglos.
Así lo afirmó la relatora especial de Naciones Unidas sobre los derechos de los pueblos indígenas, Victoria Tauli-Corpuz, quien subrayó que aunque el esquema es prácticamente el mismo a escala global, las comunidades autóctonas de México enfrentan un clima de violencia e impunidad aún mayor del que existe en otras regiones.
Luego de concluir su visita a México, del 8 al 17 de noviembre, en la cual recorrió los estados de Chiapas, Guerrero y Chihuahua, la consultora y activista de origen filipino platicó con La Jornada sobre sus hallazgos y preocupaciones, así como sobre la forma en que ella cree que los gobiernos pueden cubrir la deuda histórica que tienen con las comunidades originarias.
–¿Cómo afectan los megaproyectos a los pueblos indígenas?
–Las comunidades son ricas en recursos naturales, como bosques, minerales o biodiversidad, y los gobiernos ven esos recursos como la base del desarrollo nacional. Así que van a las comunidades y extraen lo que hay ahí, pero no le ayudan a la gente a vivir de la forma que a ella le parece bien. Sólo dejan la destrucción ambiental que generan las minas y la extracción de gas y petróleo, pero sin rehabilitar sus tierras y aguas.
“Por supuesto, los pueblos indígenas desean que al menos sean consultados y haya una negociación. Cuando se resisten, ahí es donde ocurre la violencia, porque los militares o los guardias de seguridad de las empresas los tratan de la peor forma e incluso los desplazan de sus tierras sin recibir una compensación o un lugar decente donde puedan ser reubicados.
Si las autoridades escucharan, sabrían que los pueblos indígenas no están contra el desarrollo; sólo quieren asegurarse de que ese desarrollo les traiga beneficios, que puedan proteger sus tierras y territorios, y sigan practicando sus culturas tradicionales.
–¿Cómo describiría lo que pasa en México, en comparación con lo que ocurre en otros países?
–En muchos sentidos lo que sucede aquí es similar a lo que pasa en muchos países que he visitado, en términos de la situación de los pueblos indígenas. Lo que es bastante singular son los altos niveles de impunidad, como en los casos de masacres de las que he escuchado y que ocurren de manera muy frecuente. Eso es algo que no he visto en otros países.
El gobierno admite que hay entre 98 y 99 por ciento de impunidad, eso me indica que afecta desproporcionadamente a los pueblos indígenas, porque son ellos los que defienden sus tierras y van contra los proyectos que el gobierno considera prioritarios; así que es lógico concluir que son ellos los que están siendo encarcelados y criminalizados.
–¿Los pueblos indígenas siguen enfrentando esquemas de colonialismo?
–¡Claro! Aún enfrentan mucho del sistema colonial porque el pensamiento de la gente que tiene el poder sólo es extraer, ocupar sus tierras y sacar todo lo que puedan de ellas, y ese es un tipo de colonialismo no externo, sino interno.
–¿Entonces es básicamente igual a lo que ocurría hace dos o tres siglos?
–Sí, básicamente creo que sí, porque los colonizadores que querían extraer todo y enriquecerse son la misma cosa que las élites, los ricos que hacen negocios en el sector privado, extraen lo que pueden de las comunidades sin su consentimiento y no dan nada.
–¿Qué opina de la diferencia entre lo que dicen las leyes en México y su aplicación en la realidad?
–México fue líder a nivel internacional para que se aprobara la Declaración de Naciones Unidas sobre los derechos de los pueblos indígenas, y eso es muy bueno, pero el hecho de que no se refleje eso en el país es preocupante. Debería haber una ley especial que reconozca a los indígenas como sujetos de derecho público.
–¿Cómo se debe cubrir la deuda histórica con los pueblos indígenas?
–Primero que nada se debe aceptar que hay realmente una deuda histórica, y esa aceptación puede venir en la forma de una disculpa, un reconocimiento de que las cosas se han hecho mal, para que después haya un diálogo con los pueblos indígenas. Tiene que aceptarse que el actual modelo de desarrollo es la raíz de los conflictos, porque la inequidad de recursos, poder y riqueza es lo que prevalece en muchos países y tiene que enfrentarse, aunque eso signifique menos riqueza y poder para los que siempre los han tenido.
FUENTE: LA JORNADA
AUTOR: FERNANDO CAMACHO SERVIN
LINK: http://www.jornada.unam.mx/2017/11/19/politica/010n1pol