El parteaguas que se ha establecido a partir de los sismos que han afectado el Istmo de Tehuantepec se ha tornado en una realidad que lastima no sólo a las comunidades, sino a los que somos testigos del viacrucis en el que se ha tornado ser parte de las estadísticas de damnificados. Para la mayoría de la población del Istmo hay un antes y un después del siete de septiembre.
Hacer un recuento significa volver los ojos hacia las acciones y omisiones que por años han alimentado dinámicas de exclusión de las comunidades originarias, pero que por la situación que permea, se han exponenciado. En medio de todos los inconvenientes a los que se tienen que enfrentar dentro de sus espacios de sobrevivencia, ahora, las tensiones se trasladan para acceder a los recursos públicos en el afán de recuperar algo de la cotidianidad perdida. En este calvario se enfrentan cara a cara contra la indiferencia y el abuso ante escenarios y personas insensibles que representan otros intereses.
Dentro de lo que parece más una nueva versión de las antiguas tiendas de raya que es el programa social para apoyar a las familias damnificadas, se observan una cantidad de irregularidades que las mismas familias han empezado a denunciar...
FUENTE: EDUCA OAXACA
AUTOR: REDACCION