Más allá de la provocación de amnistiar a la delincuencia, Andrés Manuel López Obrador favorece también una solución militarizada a la inseguridad en México.
En lo que se ha conocido del documental biográfico Esto soy, el dirigente de Morena propone prácticamente seguir con la lógica de los gobiernos del panista Felipe Calderón y del priista Enrique Peña Nieto.
Hasta ahora con la mayor intención de voto para la elección presidencial, el líder izquierdista retoma la propuesta que ninguno de ellos dos logró: el Mando Único; es decir, desaparecer las policías municipales, lo que pasa por reformar la Constitución.
Busca también reconstruir la Secretaría de Seguridad Pública, creada en el sexenio de Vicente Fox, pero que a los priistas se les ocurrió desaparecer y concentrar de nuevo el mando policial y político en el secretario de Gobernación. Esa nostalgia por lo que pasaba en el régimen autoritario priista resultó en un costoso fracaso para todos, no sólo para el gobierno peñista.
Al igual que lo ofrecido por el presidente, López Obrador pretende un gran cuerpo nacional policial. La propuesta de Peña de crear una Gendarmería Nacional entrenada por militares para reemplazar a la Policía Federal y regresar a los soldados y marinos a sus cuarteles devino en otro gran fracaso del actual gobierno.
La oferta acabó en una división más de la Policía Federal luego de que los jefes del Ejército y la Marina se rehusaron a ceder a los civiles –es decir, a Osorio Chong– el mando de los militares que formarían parte de la Gendarmería.
Ahora López Obrador propone una solución similar, pero cediendo el mando a los militares. Quiere crear una Guardia Nacional en la que las corporaciones policiales se integren al Ejército y a la Marina. Si es así, entonces el Mando Único sería castrense.
Los militares tendrían el control que tanto han querido. La propuesta se alinea con la Ley de Seguridad Interior (LSI) aprobada en un acto de populismo punitivo del Congreso e impugnada hasta por Naciones Unidas y la Organización de Estados Americanos.
Descontada la impugnación constitucional a la LSI una vez que la promulgue Peña Nieto, será la Suprema Corte de Justicia de la Nación la que finalmente determine el alcance de la ley. Pero eso será hasta el próximo año. Los ministros medirán los tiempos.
Con este esquema, López Obrador gana simpatías y acercamiento con los militares, más allá del rechazo con que los mandos del Ejército y la Marina reaccionaron a la idea de amnistiar a la delincuencia.
Era lógica esa reacción. También la de la clase política. Aunque no deja de ser hipócrita. Olvidan que Calderón se acercó a los jefes del narcotráfico en México para buscar acuerdos y bajar la violencia. Y lo hizo a través de un general del Ejército, Mario Arturo Acosta Chaparro.
Olvidan también que, en más de 20 años de actividad delictiva, Joaquín El Chapo Guzmán nunca fue sentenciado en México como narcotraficante. Todas las acusaciones las libró. Así que, legalmente, en México no se puede decir que El Chapo fue un narcotraficante, aunque en Estados Unidos sea sentenciado por ello. La amnesia les impide recordar que el líder del cártel sinaloense gozó de protección durante los gobiernos del PAN, que en la práctica lo amnistiaron.
Nunca, ningún gobierno va a aceptar la búsqueda de acuerdos con la delincuencia. López Obrador ahora lo puede proponer porque no gobierna, pero detrás de esa provocación hay un proyecto para tener en México una policía militarizada como solución a lo que la corrupción política y la impunidad dejaron crecer.
Una solución que los militares de Estados Unidos que gobiernan con Trump también han incentivado al pedir una mayor participación de los militares mexicanos en tareas de seguridad.
FUENTE: PROCESO.
AUTOR: JORGE CARRASCO ARAIZAGA.
LINK: http://www.proceso.com.mx/513890/amlo-apoya-la-solucion-militarizada