De acuerdo con un estudio técnico pedido por los pobladores, la Manifestación de Impacto Ambiental del proyecto “no tiene sustento bibliográfico ni científico” y la granja porcícola tiene el potencial de contaminar las fuentes de agua de la Reserva Estatal Geohidrológica del Anillo de Cenotes.
El gobierno de Yucatán aprobó la construcción y operación de una mega granja de 49 mil cerdos en el municipio de Homún, ubicado en la Reserva Geohidrológica Anillo de Cenotes, a pesar de presentar una serie de irregularidades que van desde el otorgamiento de la licencia de uso de suelo y construcción sin consultar al Cabildo, y la autorización para iniciar el proyecto sin que estuviera constituida la empresa que lo encabeza, hasta la falta de sustento bibliográfico y científico en la Manifestación de Impacto Ambiental (MIA).
El Cabildo revocó la licencia otorgada a la empresa para la edificación de la granja, la cual le fue devuelta por el Tribunal de Justicia Fiscal y Administrativa del Poder Judicial del Estado de Yucatán por considerar que no representaba perjuicio a un interés social ni contravenía disposiciones de orden público.
Lo anterior, no obstante que el proyecto fue iniciado tres meses antes de que estuviera constituida la empresa Producción Alimentaria y Porcícola (PAPO), “irregularidad administrativa y legal” que pasó por alto la Secretaría de Desarrollo Urbano y Medio Ambiente del estado.
A estas irregularidades se suma la opinión técnica solicitada al doctor en Ingeniería Opción Ambiental, Virgilio Góngora, quien sostiene que la MIA “no tiene sustento bibliográfico ni científico, y sólo deja en evidencia el potencial contaminante del proyecto en la Reserva Geohidrológica”. El estudio fue elaborado por una cirujana dentista sin conocimientos técnicos en materia ambiental y aprobado por la Secretaría de Desarrollo Urbano y Medio Ambiente de Yucatán, pues rechazarlo hubiera sido “discriminatorio” a decir de su titular, Eduardo Batllori.
Una irregularidad más se encuentra en la negativa a reconocer a Homún como pueblo originario y, en consecuencia, consultar a los pobladores su parecer sobre el proyecto. Los afectados denuncian que la mega granja tiene el potencial de contaminar las fuentes de agua de los cenotes de Homún y cancelar cientos de empleos provenientes del turismo.
De pedir fiado a prosperar con el turismo
La maraña de comensales en el puesto de tortas, tacos y sopes de Lorena Chan empieza a bajar hacia el mediodía. Es cuando tiene un respiro después del ajetreo de la vendimia matutina de antojitos de lechón y puede sentarse a platicar. Ojos grandes, cara redonda, hablar amable, con el clásico acento yucateco. Cuenta que desde hace cuatro años ella y su esposo tienen este negocio de comida, al que no le faltan clientes, en el municipio de Homún, en Yucatán.
“En fines de semana y temporada alta de vacaciones me ayudan cinco señoras, porque no nos damos abasto: dos despachan asados, dos están con las tortas y una para la mesa. De ellas, cuatro están separadas de sus esposos y con el trabajo se ayudan”. Hace diez años, Lorena no habría podido sostener este puesto. La gente en Homún, Yucatán (con alrededor de 7 mil habitantes), no tenía para comprar. No había negocios de comida corrida, ni de antojitos. “Yo tenía dos tendejones –dice Pedro Cabrera Carbajal, empresario de Homún– y a las 8 de la noche le decía a mi primo ‘vamos a cerrar’, porque ya sabía que iba a llegar la gente a pedir fiado”.
Todo eso cambió, asegura Cabrera, “ahora las tiendas tienen letreros de fío, pero ya nadie pide prestado en la comunidad”. Lorena confirma que sí, que hace una década los negocios no prosperaban acá. Por eso su esposo se iba a trabajar a Mérida, en un equipo de luz y sonido, que tampoco prosperó. Él se quedó sin trabajo y ella lo animó a poner el puesto de antojitos de lechón. “No tenemos en abundancia dinero, pero nos va bien. La gente de acá viene y come. Además, llegan muchos visitantes de fuera por el recorrido de los cenotes”.
Homún ha prosperado con el turismo, después de tener dos grandes fracasos. En Yucatán hubo bonanza, durante casi un siglo, para la clase alta y trabajo para los pobres gracias al henequén, que se volvió famoso en la década de 1870, cuando empezó a usarse en la agricultura, en las engavilladoras de cereales.
Pero la International Harvester Co monopolizó las compras de este material e hizo descender los precios; además, se empezaron a producir híbridos que daban una fibra más resistente y flexible. La producción de henequén se fue a pique y la carencia empezó a instalarse en el estado. En el municipio de Homún todavía se ven plantas de henequén a la orilla de los caminos, pero ya nadie las corta.
En un intento por remediar la escasez, en 1969, el gobierno del Estado de Yucatán seleccionó a un grupo de campesinos que deseaban dedicarse a la crianza de cerdos y entregó, a grupos familiares, veintitrés sementales. Fue la primera fase de la porcicultura familiar, que se vio favorecida con créditos y entrega de uno a cuatro vientres por familia. Las granjas tuvieron sus caídas, pero se volvieron un buen negocio en la región.
Solo que en esto tampoco habría final feliz. Las presiones de la apertura comercial y el encarecimiento de los insumos pusieron en aprietos a la mayoría de sus dueños. Eso y otra cuestión: el fortalecimiento de la empresa Kekén, a quien los productores locales acusan de convertirse en un monopolio, que acabó por aspirar a pequeños, medianos y grandes porcicultores (a algunos bajo la figura de aparceros: dueños de la infraestructura a los que la empresa les da los lechones y el alimento para su engorda).
El empresario porcicultor Carlos Castillo Solís ha dicho en diversos medios locales que el monopolio de Kekén presiona a los productores a entrar en su esquema, y que compite deslealmente al dominar el 90 % del mercado.
Sin henequén y sin cerdos
Ahora, además del henequén, hay otra cosa abandonada en Homún: muchas granjas pequeñas y medianas. Los cascarones se pueden ver en los traspatios de las casas. Pedro Cabrera, el de los dos tendejones, tenía la suya pero la dejó justo por la presión de Kekén.
Sin henequén y sin cerdos, se instaló la era de pedir fiado, de las calles desiertas de puestos de comida, de los hombres yendo a Mérida a trabajar de albañiles o de obreros.
Así estaba Rudi Balam. Trabajaba de ayudante de albañil en Mérida. Ganaba mil doscientos pesos a la semana, pero la mitad se le iba en pasajes y comida. Ahora tiene un trabajo mejor. Desde hace cuatro años es guía de turistas en la ruta de cenotes en Homún. “Acá gano 250 pesos por cuatro personas en un recorrido de cuatro a cinco cenotes, pero además me dan propina y también me dan algo los de los restaurantes por llevar turistas. Gano 600 o 700 en un día. En temporada baja hago dos tours a la semana. Pero ya no gasto en pasaje. Y en temporada alta (cuando llegan hasta 4 mil 800 turistas por día) hacemos un tour diario, a veces hasta dos”.
Además, ahora hace un trabajo muy distinto. Hace unos minutos Rudi se dio un buen chapuzón en uno de los cenotes, mientras los turistas extranjeros que hoy acompaña hacían lo mismo. Aquí lo normal es ver a los mototaxistas y a los guías riendo entre ellos, platicando con los turistas, compartiendo orgullosos lo que saben de estos lugares donde nacieron y hasta se les ve desestresados: con el cuerpo flotando cual largos son en el agua azul trasparente.
“Gracias al turismo tenemos trabajo y el pueblo fue engrandeciendo. Ya ahorita en cualquier lado pasas y venden comida y la gente sí compra. Otros venden artesanías, otros andan en los mototaxis o de guías o rentando chalecos salvavidas. El turismo ha generado aquí unos 700 empleos. Ya son muy pocas las personas que se van a Mérida a trabajar. Antes era la mayoría, ahora solo 30 %”, afirma Rudi.
FUENTE: ANIMAL POLÍTICO.
AUTOR: ANDREA VEGA.
LINK: http://www.animalpolitico.com/2018/02/autorizan-irregularidades-mega-granja-49-mil-cerdos-la-reserva-cenotes-homun-yucatan/