Ramírez Wense, sin embargo, enfrenta momentos complicados al frente de esa Dirección. El año pasado, integrantes del Sindicato de la UNAM se manifestaron a las afueras de la oficina de esta funcionaria porque estaban en total desacuerdo con la gestión que ha puesto en duda la eficacia de las operaciones relacionadas con la admisión de estudiantes.
No es gratuito que el año pasado más de 3 mil estudiantes tuvieran que pasar por un momento muy complicado cuando les informaron que no habían sido aceptados, para después confirmarles que su rechazo había sido simplemente “un error”.
Al parecer, el responsable de ese “error” en la UNAM tiene nombre y apellido. Otra queja a la gestión de Ramírez Wense es que al nombrar a los colaboradores más cercanos se ha favorecido a sus amigos, lo que no siempre responde a la meritocracia que debe caracterizar a los nombramientos en la principal institución académica del país.
En la queja de algunos universitarios se afirma que Ramírez Wense también ha contratado a algunas compañías externas para terciarizar actividades que deberían realizar trabajadores de la UNAM, lo que además de generar gastos adicionales al presupuesto universitario también alimentó las protestas y quejas de los sindicalistas, que pegaron pancartas afuera de su oficina.
Otra queja apunta a que el sistema de captura de información de la Dirección General de Administración Escolar ya enfrenta serios problemas de operación. Hasta ahora, sin embargo, Ivonne Ramírez Wense ha concentrado sus esfuerzos en crear una herramienta que le permita vigilar a sus trabajadores y saber quién consulta y en qué fecha los expedientes de los aspirantes a ingresar a la UNAM, lo que ya generó malestar entre los subordinados porque se sienten vigilados y acosados por la funcionaria universitaria.
La directora pretende así controlar toda la información con las claves de acceso, mientras que los estudiantes que buscan un lugar en la máxima casa de estudios sufren por retrasos y mal servicio. Sin un sistema adecuado, ¿quién puede garantizar en la UNAM la selección eficiente de los aspirantes o, de otra forma, quién controla el ingreso de aspirantes?
El informe de Contraloría DGRIRP/DERE/01/2015
En columnas anteriores explicamos otro caso de irregularidades administrativas en la UNAM. En donde intervino el exrector José Narro para salvar a otro funcionario que había sido señalado por la Contraloría de la UNAM de mala administración, y que se tradujo en desvío de recursos y daño patrimonial. En lugar de sancionar al subalterno, Narro le dio una dirección en la Secretaría de Salud, en donde ahora despacha.
Fue en los últimos meses de gestión de Narro Robles al frente de Rectoría cuando la Dirección General de Responsabilidades, Inconformidades y Registro Patrimonial, a cargo de Humberto Moheno Diez, descubrió graves irregularidades en el manejo del presupuesto y en la contratación de bienes y servicios para la realización de la Olimpiada Nacional 2014.
Contrario a que se impusieran sanciones a los responsables de tales anomalías descubiertas por la propia Contraloría, las autoridades universitarias protegieron a los responsables y ocultaron las faltas administrativas y los supuestos desvíos de recursos públicos, según se da cuenta puntualmente en el informe de 34 páginas bajo número DGRIRP/DERE/01/2015 y fechado el 8 de junio de 2015.
Durante 3 meses, del 13 de octubre de 2014 al 15 de enero de 2015, la Contraloría de la UNAM revisó las operaciones financieras, los procedimientos y la normatividad para el control y ejercicio de 20.7 millones de pesos aportados por la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (Conade) con motivo de la Olimpiada Nacional 2014, en donde la Universidad fue subsede en varias disciplinas deportivas.
La auditoría universitaria determinó que hubo múltiples irregularidades e incumplimientos en la aplicación de la normatividad e instrumentación de controles para el buen uso de recursos financieros por parte de la Dirección General de Actividades Deportivas y Recreativas (Dgadyr) de la UNAM, a cargo de Severino Rubio Domínguez, y de sus subalternos Maximiliano Aguilar Salazar, director de Deporte Representativo, y José Luis Marín Correa, secretario académico, entre otros.
De las muchas anomalías descubiertas, destaca que el 30 por ciento de las erogaciones, que ascendieron a 6 millones 381 mil 535.11 pesos, se realizaron con cargo a fuentes distintas al patrocinio otorgado por la Conade. Además, en la adquisición de bienes y servicios no se realizó licitación alguna y tampoco hay evidencia de la celebración de contratos, lo que habría permitido actos de corrupción y abuso por parte de directivos universitarios. También hubo desvíos por 829 mil 232 pesos a conceptos ajenos a la Olimpiada.
Entre esos desvíos se suman los 326 mil 372 pesos para pagar una comida de convivencia entre exjugadores de futbol americano de la Escuela Nacional de Enfermería y Obstetricia (ENEO) y los jugadores de Pumas CU Liga Mayor, que tuvo un costo de 43 mil 500 pesos, así como la alimentación y hospedaje del equipo de baloncesto en el hotel Villas Posadas, por un costo de 282 mil 873 pesos. Actividades totalmente ajenas a lo establecido en el contrato.
Sin sanción alguna por la mala administración al frente de la Dgadyr, su titular Rubio Domínguez pidió permiso de ausentarse en su plaza universitaria para incorporarse al equipo de Narro como director de Educación en la Secretaría de Salud, con tres subdirecciones bajo su nuevo mando que ocupa desde el 1 de enero de 2016.
FUENTE: CONTRALINEA
AUTOR: MIGUEL BADILLO