Lo anterior se revela en el informe Texas Public Safety Threat Overview. A State Intelligence Estimate (Panorama general de amenazas a la seguridad pública de Texas. Una estimación de inteligencia estatal). De acuerdo con el documento –elaborado por el Texas Department of Public Safety en colaboración con agencias de seguridad interior y nacional de Estados Unidos–, los cárteles mexicanos se han hecho del control de ese negocio ilícito y lo han vuelto más violento.
El documento es valioso, aunque resulta condescendiente hacia las autoridades estadunidenses. Pareciera que los delincuentes mexicanos hicieran todo solitos. Sin colaboración de las mafias al otro lado de la frontera y sin la complicidad de servidores públicos de ese país, lo cual no sería posible.
Más allá de eso, el informe revela que las principales organizaciones mexicanas de tráfico de drogas ahora “comandan y controlan las operaciones de contrabando de personas en su territorio a lo largo de la frontera entre México y Estados Unidos”. Es decir, el Cártel del Golfo tendría el control de Matamoros a Reynosa, Tamaulipas. Los Zetas, de Matamoros, Tamaulipas, a Ciudad Acuña, Coahuila. El Cártel de Juárez, de Ojinaga a El Berrendo, Chihuahua. Y el Cártel de Sinaloa, de Agua Prieta, Sonora, a Tijuana, Baja California.
En el documento se establece que casi todos los migrantes que ingresan ilegalmente a Estados Unidos se valen de organizaciones criminales de contrabando (no necesariamente narcotraficantes). Y reconoce que estas organizaciones se encuentran en ese país y tienen la capacidad de mover personas a través de una red de casas clandestinas al interior de esa nación. Así, continúan traficando personas aunque éstas ya hayan ingresado a la Unión Americana.
La mayor parte del contrabando de personas a lo largo de la frontera se realiza a iniciativa de los migrantes, quienes voluntariamente contratan a organizaciones de traficantes para transportarlos e ingresarlos ilegalmente a Estados Unidos. El documento advierte que son “muchas” las organizaciones criminales que históricamente se han dedicado al contrabando de personas. Ahora, algunas de ellas tienen una particularidad: que están involucradas en otros delitos y hacen uso de la violencia.
Una vez que las organizaciones ingresan a Estados Unidos a grupos de migrantes, el contrabando humano continúa a través de una red de inmuebles. El informe señala casas de seguridad, casas abandonadas, viviendas, ranchos, lugares de negocios, cobertizos, almacenes, casas rodantes o móviles; e, incluso, hoteles y departamentos. Las rutas se internan al centro y al norte del país y no se quedan en las ciudades aledañas o cercanas a la frontera. “La duración de la estadía en un escondite puede variar desde unas pocas horas hasta varias semanas”. Algunas organizaciones criminales utilizan casas secretas.
El documento señala que ahora son los cárteles mexicanos los que controlan, facilitan o se benefician del tráfico de personas a lo largo de la frontera entre Estados Unidos y México. Los líderes y los miembros de Los Zetas, el Cártel del Golfo, el Cártel de Juárez y el Cártel de Sinaloa dirigen las operaciones de contrabando de personas.
En algunos casos, los miembros y asociados del cártel participan en las operaciones de contrabando humano, posiblemente de manera independiente de las órdenes o la supervisión de los líderes del cártel. En estos casos se requiere de alguna conexión entre las organizaciones traficantes de personas y los cárteles. Las organizaciones saben que están obligadas a pagar a un cártel por operar en “su” territorio.
Sin embargo, en algunos casos, son los cárteles los que establecen las reglas sobre cómo y dónde pueden operar las organizaciones de contrabando de personas. Es decir, se han hecho del negocio. Para los cárteles, el trasiego de personas se convirtió en una actividad altamente rentable entre 2014 y 2015. Desde entonces han buscado consolidar este “trabajo” como uno más dentro de su portafolios de negocios.
Aunque las aprehensiones de migrantes ilegales se producen a lo largo de toda la frontera suroeste de Estados Unidos, en la actualidad están más concentradas en el sur de Texas, incluida la zona del valle del Río Bravo.
Como siempre, resulta que los estadunidenses saben más de lo que pasa de este lado de la frontera que los propios mexicanos. Teniendo en cuenta la negligencia, corrupción e ineptitud de las autoridades mexicanas, no resulta sorprendente.
Lo curioso es que los gringos hayan identificado a las organizaciones criminales de este lado de la frontera, pero no sepan quién les da cobijo cuando pasan a su territorio ni cómo hacen para burlar a su sistema de inteligencia y seguridad. ¿O será que la ineptitud y la corrupción también privan de aquél lado?
FUENTE: CONTRALINEA
AUTOR: ZÓSIMO CAMACHO