En épocas prehispánicas, la Cuenca de México estuvo casi completamente llena de agua. Desde tiempos de la conquista, dicha cuenca fue drenada de a poco hasta que, en la década de 1960, los últimos remanentes del Lago de Texcoco prácticamente desaparecieron. A raíz de esto, en 1971 se inició el Plan Lago de Texcoco, que consistió en una serie de acciones para controlar la erosión del suelo (y el subsecuente arrastre eólico de micropartículas dañinas para la salud humana) por medio de pastizales inducidos, el rescate de cuerpos de agua a través de manejo hídrico y la recuperación de la riqueza biológica que antaño tuvo dicha región.
El actual Lago de Texcoco fue resultado de dicho Plan: es uno de los cuerpos de agua remanentes de lo que en otra época fue el gran sistema lacustre en la Cuenca de México. Históricamente, en dicho lago se han contabilizado unas 250 especies de aves; muchas de ellas aún utilizan el área con fines de reposo, alimentación, formación de parejas y reproducción. Especialmente, este humedal es importante porque alberga una gran cantidad de especies de aves migratorias: anualmente unas 150 mil aves acuáticas, aunque hay registros históricos de un máximo de 350 mil individuos en esta zona (Alcántara y Escalante 2005).
Debido a la importancia del Lago de Texcoco para las miles de aves acuáticas migratorias mencionadas anteriormente, el sitio fue declarado Área de Importancia para la Conservación de las Aves (AICA) en 1996 por Cipamex (Sección Mexicana del Consejo Internacional para la Preservación de las Aves) y también fue designado como Sitio de Importancia Global para las Aves Playeras por la Red Hemisférica de Reservas para Aves Playeras. Asimismo, el Lago de Texcoco forma parte de una serie de pequeños cuerpos de agua de la Cuenca de México que en su conjunto son reconocidos por la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio) como una Región Hidrológica Prioritaria para México (Remanentes del Complejo Lacustre de la Cuenca de México). Estas categorías resaltan la relevancia de este sitio para la conservación de la empobrecida diversidad biológica del centro del país.
Entre los servicios ambientales (es decir, los beneficios que este sitio brinda a la población) que el Lago de Texcoco provee está, como ya mencioné anteriormente, la retención de una gran cantidad de polvo que, de llegar a ser inhaladas por la gente tendría consecuencias en su salud como alergias, infecciones oculares, respiratorias y cutáneas e incluso cáncer. Asimismo, en el aspecto hidrológico, el lago es fundamental ya que actúa como vaso regulador que evita inundaciones en las zonas urbanas del oriente de la ciudad y que ayuda a recargar los sobreexplotados mantos acuíferos de la región.
En gran parte de la comunidad académica y conservacionista hay una gran preocupación por el Proyecto NAICM en el Lago de Texcoco. Varios especialistas sostenemos que no es conveniente la construcción de dicho aeropuerto en esta área porque se revertiría la recuperación ecológica lograda en más de 40 años de trabajo de restauración, con la consecuente pérdida de servicios ambientales y diversidad biológica, especialmente en lo que a avifauna se refiere. El proyecto contempla la desecación de varios cuerpos de agua que se encuentran al norte de la carretera Peñón-Texcoco, y aunque estos son temporales (es decir, solo se forman en época de lluvias), sirven de hábitat para varias especies de aves acuáticas. Adicionalmente, la operación del aeropuerto implicará riesgos para dichas aves, como colisiones con fuselaje y turbinas de los aviones, por lo que seguramente la mortalidad aviar será alta y, con el tiempo, estos organismos serán desplazados de sus territorios lacustres.
Por otra parte, es de resaltar la falta de rigor científico en la parte de la Manifestación de Impacto Ambiental (MIA) dedicada a la ornitofauna y los efectos del NAICM sobre ella. Por ejemplo, se habla de que se consideraron las principales rutas migratorias de las aves en el centro de México sin embargo, al momento de revisar la ubicación del polígono del aeropuerto, es posible notar que este se encuentra al norte del lago Nabor Carrillo (el cuerpo de agua más importante para patos en esta zona), justo en la ruta que las aves recorren para hacer su migración. En la MIA no se menciona que para llegar a dicho cuerpo de agua, las aves necesariamente tendrán que pasar por el polígono del aeropuerto para migrar hacia Norteamérica en primavera o para llegar a él en otoño, o que en su defecto las aves tendrían que modificar sus rutas habituales de vuelo, con consecuencias desconocidas debido a la carencia de una investigación científica seria con tecnología comúnmente utilizada en este tipo de estudios, como los radares ornitológicos.
Asimismo, en la MIA se concluye que la desecación de los cuerpos de agua dentro del polígono del NAICM no tendrá consecuencias negativas para las especies de aves del sitio porque “estas son de amplia distribución y se encuentran ampliamente representadas en los otros cuerpos de agua del lago” (sic). A propósito de esto, es de recalcar el caso del chorlo nevado (Charadrius nivosus), una especie que aunque es de amplia distribución se encuentra amenazada en la parte norte del continente; esta ave playera tiene requerimientos de hábitat muy particulares para reproducirse, como preferencia por ambientes arenosos y agua salina; se sabe que esta ave es muy sensible a cualquier modificación del ambiente, y actualmente está incluida en la lista roja de especies amenazadas de la IUCN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza). Se sabe que este chorlo se reproducía en tres cuerpos de agua incluidos en el polígono del proyecto: Caracol, Casa Colorada y Cuatro Caminos (De Sucre et al. 2011), por lo que la desecación de estos pequeños lagos muy seguramente ha propiciado la desaparición de una de las pocas poblaciones de esta ave en el centro de México.
En la MIA se habla de que las aves desplazadas del Lago de Texcoco podrían ir a otros cuerpos de agua de la Cuenca de México, como el Lago de Zumpango. Sin embargo, el equipo encargado de la parte técnica de aves de la MIA nunca hizo un estudio de la cantidad de aves presentes en dicho cuerpo de agua, ni de la disponibilidad de hábitat para nuevas poblaciones invernantes de aves, por lo que no se consideraron eventos ecológicos relevantes como competencia y cantidad de hábitat y recursos disponibles para las miles de aves acuáticas migratorias eventualmente nuevas en Zumpango. Cabe destacar que las conductas migratorias de las aves son resultado de miles de años de evolución, y que es muy complicado inducir un cambio a corto plazo de las rutas y hábitos migratorios de las especies sin consecuencias negativas para estas.
Por otro lado, claramente el trabajo de campo realizado, así como los análisis ecológicos utilizados fueron deficientes e incorrectamente interpretados para hacer las inferencias biológicas en la MIA. Por ejemplo, el equipo encargado de dicho estudio solo fue al lago 5 veces y contabilizó un total de 74 especies, cuando el inventario total de las aves del sitio comprende unas 250, amén de que las visitas se hicieron solo en temporada invernal, por lo que la MIA carece de información de primera mano de las aves en su temporada reproductiva. Pienso que los encargados de realizar la MIA cometieron un grave error (por decir lo menos) al desestimar toda la información generada por diferentes especialistas durante los últimos 30 años, porque de ese modo se perdió de vista la importancia histórica del Lago de Texcoco para las aves del centro de México.
Con base en los planteamientos anteriores, yo (y me atrevería a decir que un sector importante de la comunidad académica) considera que la construcción del NAICM en el Lago de Texcoco sería un grave sacrificio de nuestra herencia biológica en la Cuenca de México, ya que significaría una merma más a la ya de por sí disminuida riqueza biológica de esta zona. El Lago de Texcoco es muy valioso porque representa una apuesta de largo plazo por recuperar el patrimonio natural de la región, con los beneficios ambientales que esto representa. Yo sostengo que lo conveniente sería suspender las obras que ahí se llevan a cabo, la expedición de un decreto de protección del área y la elaboración de un plan serio de restauración y manejo del sitio que privilegie el beneficio de la mayor parte de la población (especialmente, la que habita en la parte oriente de la ciudad) y su ambiente, y no solo al pequeño porcentaje de gente que viaja en avión.
Se habla de los costos económicos que tendría la cancelación del proyecto, sin embargo la teoría económica actual, como bien señala el ambientalista Enrique Leff, externaliza los costos ambientales (es decir, no contempla el valor de los recursos naturales ni de la biodiversidad en sus cálculos), lo cual ha tenido consecuencias muy graves dondequiera que se han impuesto megaproyectos como presas, pozos petroleros y, en este caso, un aeropuerto. La necesidad de construir nueva infraestructura para el país es innegable, sin embargo el gobierno debe considerar opciones que no impliquen un costo ambiental, social y económico elevado. Asimismo, sostengo que toda decisión de carácter público debe tomarse con base en criterios científicos, y esto significa ser rigurosos y críticos con la información generada y disponible. Es urgente reabrir el debate sobre los efectos del proyecto NAICM para la Cuenca de México.
FUENTE: CONTRALINEA
AUTOR: OMAR SUAREZ GARCIA