La madrugada del pasado 12 de marzo, en medio de la oscuridad, un comando de la División de la Policía Federal destrozó la puerta del domicilio de Erick Uriel Sandoval Rodríguez, ubicado en el centro del poblado de Apipiluco, municipio de Cocula, Guerrero.
Sin mediar palabra y sin reparar en los llantos y gritos de su mujer, sus hijos y su suegro, los policías lo sacaron casi desnudo de la cama en la que descansaba con su familia, lo arrastraron hasta montarlo en una de las camionetas oficiales que se apostaron en el pueblo guerrerense.
“Mi nuera apenas alcanzó a aventarle un pantalón”, cuenta entre lágrimas de indignación Carmen Rodríguez, madre de Erick Uriel, conocido en Cocula por ser profesor de educación física, y quien heredó de su padre, Froylán Sandoval, el apodo de La Rana.
Los policías “aprovecharon como ladrones, que la gente dormía. Mi hijo no salió del pueblo porque es inocente, toda la gente lo sabe”, agrega el padre de la víctima en entrevista con apro.
La descripción de la detención hecha por la familia del hombre explica por qué, durante la conferencia de prensa conjunta de la Procuraduría General de la República (PGR) y la Policía Federal el mismo 12 de marzo, las autoridades mostraran la fotografía de un hombre con el torso desnudo, con una banda negra que censuraba su mirada.
La convocatoria que ambas dependencias hicieron a la prensa fue para presumir la detención, sin un solo disparo, de La Rana o El Güereque, a quien anunciaron como presunto partícipe del homicidio y calcinación de los 43 normalistas de Ayotzinapa, en septiembre de 2014, en el basurero de Cocula, de acuerdo con las declaraciones de seis de los 128 procesados por los hechos.
En aquella conferencia participaron la subprocuradora de Derechos Humanos, Sara Irene Herrerías; el comisionado general de la Policía Federal, Manelich Castilla; el titular de la Unidad Especializada en Investigación de Delitos en Materia de Secuestro de la SEIDO, Gualberto Ramírez, y el titular de la Oficina de Investigación del “Caso Iguala” de la PGR, Alfredo Higuera Beltrán.
Tres meses después, el 18 de junio, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) reveló que Erick Uriel no era La Rana mencionada por los procesados por la desaparición de los estudiantes, quienes no pronunciaron su nombre en ninguna parte del expediente.
Además, en el expediente se incluye un retrato hablado elaborado con base en las declaraciones de dos de los inculpados: El Pato y El Jona. Ellos describieron a una persona blanca, de ojos claros, con un lunar sin pigmentación en el mentón, con percings en ambas orejas, el tatuaje de una rana verde en la espalda, una cicatriz en la muñeca izquierda y, junto a ella, un tatuaje de tres flamas verdes.
El organismo mostró copia del retrato hablado en la que se advierte la imagen de una persona muy distinta a la presentada por las autoridades de la PF y a PGR, documento que lleva la leyenda “La Rana o Wereque o Edgar (sicario)”.
La CNDH reveló que, desde octubre de 2017, la PGR sabía que Erick Uriel no era la persona que buscaban y por el que ofrecieron una recompensa de 1.5 millones de pesos desde 2015.
“Yo se los entregué, se puede decir. ¿Qué trabajo de inteligencia hace ahí la PGR? No veo la inteligencia ahí porque yo entregué toda la información de mi hijo”, explica Froylán Sandoval, de oficio técnico industrial en electromecánica.
Y agrega: “A mí papá, que ya murió, desde chiquito le decían El Sapo, era prietito y panzón. Y a mí me dicen La Rana. De ahí, a mi hijo también le dicen Rana, pero en buena lid, nosotros no somos delincuentes”.
“¿Dónde está tu hijo La Rana?”
Carmen y Froylán fueron entrevistados en la oficina de Francisco Castañeda, abogado de su hijo. Presente en la conversación, el defensor sostiene que, una vez que llegó a la SEIDO, el mismo 12 de marzo, se le negó el contacto con Erick Uriel, quien fue remitido de inmediato al Cefereso 14 en Gómez Palacio, Durango.
En octubre de 2017, Castañeda, paisano de los Sandoval Rodríguez, les aconsejó llevar información de Erick Uriel a la Oficina de Investigación del “Caso Iguala”, luego de que el día 8 de ese mes un aparatoso operativo policiaco irrumpió en el domicilio del matrimonio, en Atlixtac, Cocula, en busca de su hijo.
La pareja llegaba de Arkansas, Estados Unidos, donde tienen residencia legal, cuando policías federales fuertemente armados que se movían en al menos 17 camionetas, catearon su domicilio, tumbaron al suelo a Froylán y lo encañonaron, mientras que, a Carmen, a su hija y a dos de sus nietos los encerraron en un cuarto.
“Nos intimidaron nos amenazaron con palabras fuertes me dijeron que si yo tenía armas, droga, que dónde estaba mi hijo La Rana, les dije que yo era La Rana y que investigaran en todo México si tenía problemas con la ley.
“Les dije que mi hijo era inocente, que lo conocían en varios pueblos de Cocula y Teloloapan donde había trabajado activando a niños y personas. Les dije que por favor me devolvieran mi dinero que ya se habían embolsado y que yo me había ganado trabajando honradamente. Me lo regresaron, pero se llevaron dos teléfonos celulares, documentos y fotografías”, narra Froylán.
Después de esos hechos, el padre de Erick Uriel entregó a un director adjunto de la Oficina de Investigación del “Caso Iguala” -cuyo nombre no recuerda-, fotografías de cuerpo entero de su hijo y su domicilio, actas de nacimiento de los integrantes de la familia Sandoval Rodríguez y de los hijos de Erick, así como su acta de matrimonio y documentación escolar.
“Lo único que queríamos era aclarar que mi hijo no era La Rana que buscaban. No nos dijeron nada, sólo que nos iban a llamar, para que les lleváramos a nuestro hijo, porque hasta eso ofrecimos, pero nunca se comunicaron”, dice el entrevistado, quien acepta que, desde el 6 de octubre de 2015, sabía que la PGR buscaba a un Erick Sandoval Rodríguez, pero pensaban que era un homónimo.
“¿Cómo íbamos a pensar que buscaban a nuestro hijo, si cuando pasó ese asunto tan horroroso (la desaparición de los 43), Erick estaba afuera de su casa vendiendo refrescos y cerveza? Tenemos cómo comprobarlo, hay testigos y el comisario del pueblo le dio un permiso para vender”, señala Carmen.
Incluso, recuerda que en Apipilulco los días 26 y 27 de septiembre se celebra “El Grito de Guerra” como parte de las Fiestas Patrias que inician el 15 y 16 con “El Grito de Independencia”, en la cabecera municipal de Cocula.
En febrero siguiente, Froylán y Carmen decidieron regresar a Arkansas a trabajar, pero su viaje fue interrumpido el 12 de marzo por la llamada de su nuera, quien les avisó que Erick Uriel había sido sacado con violencia de su domicilio. De inmediato regresaron a Cocula.
Felicidad interrumpida
Semanas después de la detención, al matrimonio Sandoval Rodríguez lo buscó personal de la CNDH que visitó a Erick Uriel en el penal de Gómez Palacio, para iniciar una investigación formal. Una vez que el organismo confirmó el error, en una reunión realizada el 23 de mayo, el responsable de la Oficina para el Caso Iguala de la CNDH, José Larrieta, presentó la documentación ante a Sara Irene Herrerías, Alfredo Higuera, Gualberto Ramírez.
No sólo eso, Larrieta y su equipo entregaron a las autoridades de la PGR la ubicación, en Estados Unidos, de La Rana a la que se refieren seis procesados del caso Ayotzinapa, como resultado de sus investigaciones.
Ante la falta de respuesta de la dependencia para reparar el error y realizar las gestiones para la detención de la persona mencionada en la indagatoria, el 22 de junio, la CNDH presentó dos escritos conocidos como amicus curiae en favor de Erick Uriel ante el Juzgado Primero de Distrito de Procesos Penales Federales y al Segundo Tribunal Unitario del Décimo Noveno Circuito, ambos en Matamoros, Tamaulipas.
En el litigio de la causa, el abogado Francisco Castañeda, advierte que, durante la declaración preparatoria ante el juez, el 14 de marzo, “se pidió la certificación de que Erick no tenía los tatuajes que se describen en el expediente; pese a que la certificación se hizo en el momento, el juez dictó auto de formal prisión el 18 de marzo”.
El 8 de junio, apunta, las dos personas que proporcionaron los datos a la PGR para la realización del retrato hablado de La Rana, Jonhatan Osorio Cortes El Jona y Patricio Reyes Landa El Pato, internos en el Cefereso 4 de El Rincón, Nayarit, se carearon por video conferencia con Erick Uriel.
“En sus declaraciones dijeron que nunca habían visto a Erick Uriel, que desconocían quién era y no avanzaron más los interrogatorios porque no tenían más que declarar porque era la primera vez que lo habían visto en su vida”, apunta Manuel Aguilar, abogado que colabora con Castañeda, presente en las diligencias.
Froylán Sandoval y Carmen Rodríguez afirman que desde marzo que detuvieron al mayor de sus cuatro hijos, sólo han conversado con él “medio minuto” por teléfono. Carecen de recursos para viajar hasta Gómez Palacio para verlo y lo poco que tienen, lo canalizan a la defensa jurídica de Erick Uriel.
“Ellos (la PF y la PGR) fueron a interrumpir nuestra felicidad. Nosotros somos gente de pueblo, somos gente pobre y no se vale que por gente inepta que está en puestos importantes, nosotros estemos pagando por cosas que no hicimos. Pedimos justicia”, dice Carmen antes de romper en llanto.
Froylán, trata de tranquilizar a su esposa y acepta que comparte su pena. “Yo estoy bien enojado, siento impotencia de ver tanta injusticia que hay en nuestro país”, dice.
Con voz entrecortada, concluye: “Yo exijo que mi hijo salga porque es inocente. Y lo quiero libre, sano y salvo. Tienen que reparar todo este mal que han hecho, una compensación para su familia porque nos han acabado física, moral y económicamente, dinero que no tenemos estamos consiguiendo para defender a mi hijo”.
FUENTE: PROCESO.
AUTOR: GLORIA LETICIA DÍAZ.
LINK: https://www.proceso.com.mx/542804/el-caso-de-la-falsa-rana-una-familia-devastada-y-otro-error-de-la-pgr-en-el-caso-ayotzinapa