"Pero, ¿cómo se gestó y ocurrió finalmente el fracaso de AMLO y su 4T ante el movimiento feminista?".
Durante las horas de confusión en las que, se quiera reconocer o no, cayó el Gobierno de López Obrador ante las protestas, reclamos, marcha y paro de mujeres mexicanas hartas de tres pesadillas: más de mil feminicidios durante la actual administración, pasividad de la justicia ante esta ola de violencia, así como el desprecio absoluto del Presidente al movimiento feminista, AMLO soltó en público una frase que no debe pasar desapercibida:
*Están en contra nuestra…
Lo que ocurrió después, todos lo vimos:
Un Presidente minimizando y agraviando las protestas de millones de mujeres mexicanas. “Groseras. Conservadoras disfrazadas de feministas….”, acusó AMLO, una y otra vez, intentando en vano desinflar un movimiento que le creció ante sus narices, se le salió de control y le estalló entre las manos.
¿Qué ocurrió realmente con López Obrador y el movimiento feminista mexicano?
Casi nada:
Que el Presidente de México no sólo no fue capaz de entender al movimiento sino que, al tenerlo enfrente, hizo lo peor que cualquier mandatario pudo haber hecho: lo insultó, y con sus insultos, lo fortaleció, y al fortalecerlo, lo volvió una fuerza real, al insuflarle poderío y etiquetarlo como opositor. Sí, AMLO se convirtió – con su mezquindad, con su soberbia, con su torpeza -, en el principal patrocinador de las protestas públicas, de la marcha del 8 de marzo y del paro nacional de mujeres del día 9, al cual siete de cada 10 ciudadanos apoyaban, según reveló la encuesta del diario Reforma del pasado fin de semana.
Lo que millones entendían y apoyaban, AMLO lo desentendió y vituperó.
Lo que millones protestaban, AMLO lo soslayó.
Lo que millones gritaban, AMLO lo quiso acallar.
Y allí, el resultado: un Presidente empequeñecido ante la primera protesta de peso dentro de su Gobierno y que, sencillamente, fue incapaz de comprender y, por tanto, de enfrentar.
Así, las mujeres le asestaron su primera derrota grave a AMLO durante el actual sexenio.
Sí: el movimiento feminista fue la primera protesta legítima y formal nacida entre ciudadanos legítimos y formales, emanado del hartazgo por los feminicidios – diez diarios en México -, y que en tiempo récord, se convirtió también en el primer movimiento social que cimbró y postró al Gobierno mexicano, incluidas, las tibias mujeres representantes de la mal llamada Cuarta Transformación: las señoras Sánchez Cordero, Sandoval, Márquez, Nahle y compañía.
Pero, ¿cómo se gestó y ocurrió finalmente el fracaso de AMLO y su 4T ante el movimiento feminista? Por ocho momentos claves y de fondo:
*Cuando las protestas por feminicidios empezaron a crecer tras los asesinatos de Abril Cecilia, Ingrid Escamilla y la niña Fátima – los detonantes claves del movimiento -, López Obrador, desde su homilía mañanera, intentó minimizarlos, y en ese lance, los agravió. Inclusive, hasta en tres ocasiones que abordó el caso de la pequeña de 7 años de edad, ni siquiera se atrevió a mencionarla por su nombre. Sin condenarlos ni aceptar la impunidad que rodea a los feminicidios, en parte culpa también de su Gobierno, el Presidente entró de la peor manera al abordar el grave conflicto que le crecía enfrente: despreciando las protestas feministas ante la violencia fuera de control. “No nos pinten las puertas ni las paredes”, fue su pobre respuesta.
*Beatriz Gutiérrez, esposa de Andrés Manuel, tuvo un resbalón significativo: primero, apoyó públicamente – vía redes sociales -, a “Un Día Sin Mujeres” programado para el lunes 9 de marzo. Entonces, llegó el bandazo: ese mismo día (20 de febrero), decidió, por vía similar, ya no apoyar el paro nacional femenino. Comenzó entonces a vislumbrarse la confusión innegable que el #9M provocaba en Palacio Nacional entre la familia presidencial.
*Del desprecio, AMLO pasó al ataque al movimiento, recurriendo a su cada vez más desgastada e inoperante estrategia: culpar a los “conservadores”, a los “neoliberales” de ser los responsables de… ¡los feminicidios! Dentro de su marcado aislamiento en Palacio Nacional – se recluye en su habitación desde las 8 de la noche y sólo habla con su esposa -, a Andrés Manuel nadie se atreve a decirle lo que todos ya sabemos: que su fórmula de echarle la culpa de todos los problemas a los “conservadores”, tenía fecha de caducidad y que ya se ha convertido en burla nacional por anacrónica y bufonesca. Mientras la indignación femenina crecía, el Presidente continuaba en su burbuja y rechazaba asumir cualquier culpabilidad o autocrítica ante los feminicidios.
*Ante el fracaso de su estrategia inicial, López Obrador brincó entonces a una rápida etapa de mezquindad. ¿Cómo? Quiso vender la idea descabellada de que solamente su movimiento opositor a los gobiernos en turno era más puro, legítimo y respetable que el movimiento feminista que ya desbordaba a niveles insospechados. De ahí su frase de “están en contra nuestra…” que soltó molesto al no poder contener, desde sus mañaneras, al movimiento feminista.
*En plena soberbia, furioso por haber quedado rebasado por un movimiento ajeno al suyo – AMLO no concibe la legitimidad de una protesta social que no sea encabezada por él mismo -, rebasados él y su Gobierno, y carente de capacidad de respuesta, siguió desvariando. Una escena que lo terminó por hundir fue cuando en plena mañanera, junto a quien le deseó que “ojalá le metieran un balazo”, la reportera Isabel González, de Grupo Imagen, le pidió seguridad al Presidente ante la innegable amenaza de muerte del sujeto con el parche en el ojo derecho. “Perdónalo. Dense un abrazo”, fue la desafortunada respuesta presidencial que acabó por enardecer a las mujeres que ya se preparaban para marchar el domingo y hacer paro laboral el lunes nueve.
*Rebasado el Gobierno de AMLO, pasmados sus colaboradores con un Presidente totalmente fuera de órbita, desesperados, se les ocurrió que las mujeres de Andrés Manuel salieran a defenderlo, aunque lo hicieron sin un discurso sólido, sin sustancia y dicho sin convencimiento por la secretaria de Gobernación. “Las mujeres no están molestas con el Gobierno…”, dijo Sánchez Cordero. Error. En su lance de defender lo indefendible, continuó tratando de interpretar la furia de millones de mujeres, en lugar de asumir una mea culpa y ofrecerles una estrategia de seguridad. No ocurrió así. La conferencia de las mujeres de AMLO cayó en la intrascendencia.
*Ante el empequeñecimiento de la figura presidencial y del propio Gobierno, dos de los principales voceros de la 4T: Jesús Ramírez (jefe de prensa de AMLO) y Jenaro Villamil (presidente del Sistema Público de Radiodifusión del Estado Mexicano), intentaron de forma desesperada y burda, “montar” al Gobierno lopezobradorista a la marcha del domingo, en la cual, según algunos cálculos, participaron más de 150 mil mujeres. Mediante sus cuentas de TW, Ramírez y Villamil comenzaron a proclamar el apoyo gubernamental a la Marcha Feminista, solidarizándose con las agraviadas y aplaudiendo que, en general, hubiera sido una marcha pacífica. Intrascendentes fueron sus tuits. El movimiento ni los necesitaba ni los agradeció. El Gobierno había quedado hecho girones entre los pies de las cientos de miles de mujeres que marcharon el domingo pasado, y entre los brazos caídos del día siguiente.
*Marcha y paro fueron exitosos ante un gobierno paralizado y un Presidente que, el lunes pasado, volvió a su deporte favorito y cada vez más obsoleto: atacar a los “conservadores”.
López Obrador y su 4T, primero, despreciaron al movimiento feminista. Fracasaron.
Luego, lo atacaron. Fracasaron.
Desesperados, intentaron de última hora montarse en la protesta. Fracasaron. Demasiado tarde.
AMLO jamás entendió al movimiento feminista, y si no eres capaz de comprender un problema, tampoco serás capaz de enfrentarlo y solucionarlo.
AMLO, así, fue derrotado no solo por las mujeres, sino también por su propia ignorancia, soberbia y mezquindad.
FUENTE: SIN EMBARGO.
AUTOR: MARTÍN MORENO.
LINK: https://www.sinembargo.mx/11-03-2020/3745497