"García Luna no tiene escapatoria. Seguirá donde está. El manual de la impunidad que aplicó en México es inviable".
Con las visitas a prisioneros prohibidas desde mediados de marzo, Genaro García Luna pasa las semanas desconectado de todo en su celda en Nueva York, aislado de un mundo muy diferente al que vio por última vez aquel desdichado día que fue arrestado hace 95 ayeres en Dallas. No ha vuelto a hablar con nadie desde la audiencia telefónica en la que el juez Ramón Reyes negó por tercera vez su empeño de ganar la libertad bajo fianza, el 31 de marzo.
“Todos los reclusos federales han estado confinados durante semanas y acaban de extender el encierro al 18 de mayo. Están aterrados. Permanecen encerrados en sus celdas 24 horas al día. Se les permite salir por una o dos horas, un par de veces a la semana”, me dijo César de Castro, su abogado.
De Castro reveló que, a García Luna, acusado de recibir sobornos millonarios de los carteles a cambio de brindarles protección cuando fue Secretario de Seguridad Pública de Felipe Calderón, le preocupan cada vez más las condiciones de salubridad en el Centro Metropolitano de Detención (MDC) donde está recluido, apenas tener acceso al teléfono y no poder comunicarse regularmente con su esposa e hijos.
De Castro, quien trabaja de su casa debido al confinamiento, dijo haber podido hablar por teléfono con tres clientes en el MDC, pero no con García Luna. Su solicitud para agendar una llamada telefónica con su cliente, que limitan a 15 minutos, no ha tenido respuesta en 16 días. “El 8 de marzo fue la última vez que un miembro de mi equipo lo vio en persona. He tenido contacto esporádico con él vía correo electrónico”.
El defensor de oficio asignado al caso criminal, después de que la firma Quinn Emanuel lo dejara chiflando en la loma, no esconde su frustración. No ha dado una desde que empezó el periplo.
Su afán por liberarlo recibió el tiro de gracia el domingo en la noche. En un contundente fallo, sin espacio a la duda, el juez de distrito Brian Cogan, el mismo que condenó a cadena perpetua a El Chapo Guzmán, rechazó categórico la petición del abogado con base en la convicción de que García Luna huirá a México. “Es AFIRMADA la decisión del magistrado (Reyes), y NEGADA la moción para liberarlo. La orden de detención seguirá vigente”. (Orden 19-cr-576 04/19/2020).
El juez Cogan, a cargo del caso criminal contra el súper policía de Calderón en la corte este de Brooklyn, sostuvo que, como ex alto funcionario gubernamental, García Luna tiene “acceso a diversos actores sofisticados e influyentes” en México, que pueden ayudarlo a evadir la justicia estadounidense si es dejado libre. Aunque no los nombró, se infiere que son los integrantes del círculo político compacto de Calderón, que deben conocer o ser cómplices en los negocios en que andaba enfangado.
El magistrado sostuvo que el presunto alto riesgo de contraer el coronavirus porque la refrigeración le provocó tos hace cinco años, como alegó de Castro, no es creíble, ni tiene más peso que el riesgo “real” de evadirse.
Cogan, quien tiene acceso a información confidencial de la fiscalía, señaló que García Luna no tiene “lazos comunitarios” en Estados Unidos, que todos en su familia son ciudadanos mexicanos, que vivió toda su vida en México y que tiene acceso a millones de dólares. De ser hallado culpable, puede recibir entre 10 años de cárcel a cadena perpetua, poderoso incentivo para querer fugarse, remató.
El fallo del juez fue en respuesta al más reciente y quizá último intento por salir de prisión de García Luna. En carta a Cogan el 16 de abril, de Castro trató de amarrar navajas entre los dos jueces administrativos que le negaron la fianza. Alegó que Reyes disintió con la decisión del magistrado Robert Levy del 28 de febrero. Según su interpretación, Levy sugirió haber condiciones para dejarlo libre si garantizaba no fugarse y presentaba una oferta de fianza más sólida.
Es innegable que las prisiones, debido al hacinamiento y a espacios reducidos, son terreno fértil para la propagación del coronavirus. Abogados defensores están siendo inundados diariamente con llamadas telefónicas de familiares de presos queriendo ser liberados. Sin embargo, ninguno de los mil 600 reclusos en el MDC, ha muerto y sólo tres han dado positivo, (Actualización COVID-19, Federal Bureau of Prisons 19/04/2020).
El terror de García Luna de contagiar el virus retrata a un hombre desesperado. Traumatizado. Al borde del abismo. Un hombre que no hace mucho esgrimió tanto poder que se creyó intocable. Indómito. Un hombre que le hizo tantos favores a la DEA, a la CIA, al FBI que, creyéndose infalible, se mudó a Florida a disfrutar los millones que, según dicen, le pagó El Chapo. Un hombre que creyó poder adquirir la ciudadanía estadounidense y gozar de su estatus privilegiado sin que su pasado lo alcanzara.
García Luna no tiene escapatoria. Seguirá donde está. El manual de la impunidad que aplicó en México es inviable. No puede manipular a jueces, enfrentarlos, sobornarlos, intimidarlos. Fabricar verdades virtuales. Confabular montajes. Salirse con la suya. Quizá jamás cruzó por su mente el dramático giro que daría su vida. Está aterrado. Alarmado. Es incapaz de asimilar su nueva realidad. ¿Tronará? ¿Lo doblegarán? ¿Se rendirá? ¿Dará a los fiscales lo que buscan? ¿Sacrificará a Calderón a cambio de salvar su pellejo si fuera eso lo que pidieran?
Sus días transcurrirán lentamente en un encierro atroz, solitario en un mundo enfermo y raro que no conoce, sin otro ruido qué escuchar que el de sus propios demonios, abandonado hasta por el arrogante jefe al que sirvió con lealtad ciega, humillado en una celda inhóspita, rodeado de custodios que lo discriminan negándole todo acceso al mundo exterior, en la inmensa Nueva York, la ciudad que antes no dormía. Para García Luna las pesadillas no están en los sueños. Tampoco terminan cuando despierta.
FUENTE: SIN EMBARGO.
AUTOR: DOLIA ESTÉVES.
LINK: https://www.sinembargo.mx/21-04-2020/3771498