Después de la agresión, la doctora Marisa pensó en dejar su nuevo departamento, pues la agresora la ha amenazado de muerte, pero confía en el apoyo del área jurídica del IMSS.
Apenas en enero pasado la doctora Marisa llegó a vivir con su familia a un edificio en la colonia Narvarte, después de vivir 35 años en Iztapalapa en la casa de su madre. Decidió comprar un departamento y hacerse de su patrimonio para estar más cerca de su trabajo en el Centro Médico Siglo XXI y de la escuela de sus hijas.
La doctora de 43 años no acostumbra a usar bata fuera del hospital, por eso solo algunos vecinos saben que trabaja en un hospital y aún no los conoce a todos, “son muy herméticos”, dice.
Para llegar a su departamento debe cruzar un primer bloque de edificios y un cubo de luz. Justamente en este punto, una vecina le arrojó una cubetada de agua con cloro cuando regresaba de trabajar la tarde del 26 de mayo. “Para que te desinfectes del COVID”, le gritó la mujer, rematando con una grosería.
La doctora Marisa, quien pidió no publicar su verdadero nombre, subió a su departamento y llamó al 911. Minutos después llegaron policías a quienes narró lo sucedido, pero la agresora solo pudo ser detenida por una mujer policía, quien llegó más tarde.
Ambas fueron primero a la Coordinación Territorial Benito Juárez 3 y 4 de la Procuraduría General de Justicia de la Ciudad de México en avenida Obrero Mundial, pero no pasaron más de 10 minutos ahí porque, según le dijeron, debía presentar una denuncia ante el Ministerio Público.
Los policías las acompañaron al Ministerio Público BJ-2 en el Parque de los Venados, pero “no estuvimos ni cinco minutos, nos dijeron que tampoco era de su competencia porque no tenía lesiones y nos enviaron de nuevo al juzgado”.
Al regresar al juzgado dijeron que “lo único que podía hacer era levantarle multas a la persona, que pagara y se retirara, pero no me consta que realmente haya pagado algo”, narra la doctora; tampoco le hicieron evaluación física, de hecho “me molestó mucho la actitud del MP que con sorna me decían ‘por qué vienes si no tienes nada, si no te hizo nada’”. En ninguna de las instancias quisieron siquiera tomar nota de lo ocurrido.
Marisa optó por regresar al IMSS donde fue revisada y tratada en oftalmología debido a la hinchazón en los ojos por el cloro. Le diagnosticaron queratitis química y deberá tener un tratamiento durante un mes, y probablemente se evaluará la necesidad de usar lentes porque el ojo izquierdo quedó más afectado. Hasta que llegó al área jurídica del Instituto registraron la agresión y, según le dijeron, iniciarían las diligencias para deslindar responsabilidades.
“Me sentí con mucha vulnerabilidad, con decepcionada por el actuar de nuestra justicia por lo que pasó en el MP y el juzgado. Es ahí cuando uno entiende la falta de credibilidad que tienen cuando la población se acerca a pedir ayuda a ellos. En la siguiente ocasión podrá hacer lo que quiera (la agresora) y ya sabe que no le va a pasar nada”.
Las autoridades de justicia de la Ciudad de México podrían tener responsabilidad al negar la denuncia, a la que estaban obligados, e incluso podrían haber judicializado el hecho, lo cual significa una “omisión terrible”, asegura Carlos Daza, presidente del Colegio de Profesores de Derecho de la UNAM.
“La doctora fue revictimizada, porque primero sufrió discriminación y lesiones y después una omisión de la autoridad para actuar. El Estado no está cumpliendo con lo que es su función, prestar un servicio”, dice el especialista en Ciencias Penales y Victimología.
Daza explica que la agresión sufrida por la doctora Marisa corresponde al delito de discriminación, tipificado en el Código Penal de la Ciudad de México con uno a tres años de prisión, porque la agresora está “discriminando por la actividad o función que cubre en el servicio de salud”.
También se aplica el delito de lesiones al afectar, aunque sea momentáneamente, la facultad de ver y haberlo hecho con toda intensión, es decir, de manera dolosa y no por accidente.
Aunque se buscó a la Fiscalía General de la Ciudad de México, no hubo respuesta.
Este es otro caso de agresión al personal de Salud en el país a raíz de la pandemia de coronavirus. Y pese al llamado permanente de las autoridades Federales y locales, este sigue siendo un problema.
Por eso, cuando se le pregunta a Marisa cuál es el mensaje que quiere enviar con su testimonio, ni siquiera se dirige a la población para que dejen de hacerlo, sino “a mis compañeros, para que se protejan, no importa el tiempo que conozcan a sus vecinos, nadie sabe cómo van a reaccionar. Utilicen googles y cubrebocas hasta en la calle, porque las personas están reaccionando mal”, dice.
Después de la agresión, la doctora Marisa pensó en dejar su nuevo departamento por seguridad, pues la agresora incluso la ha amenazado de muerte, pero confía en el apoyo del área jurídica del IMSS, y “no tengo por qué irme de mi casa, que con tanto esfuerzo hemos logrado hacer este patrimonio solamente porque esta persona está en esta situación”.
Y tampoco dejará su trabajo, porque se dedicó a la medicina sólo para ayudar, así como cuando ella tenía 7 años y su madre la llevó al Hospital Infantil por problemas en las vías respiratorias. “Recuerdo a mi mamá rogándole a los médicos que por favor me atendieran, todos tenían trabajo, pero uno de ellos me hizo caso, se acercó y me atendió. Me sentí muy bien y ahí decidí ser como ellos que me pudieron curar. La medicina para mí es poder ayudar a los demás, sin hacer distinciones de nada”.
FUENTE: ANIMAL POLÍTICO.
AUTOR: NAYELI ROLDÁN.
LINK: https://www.animalpolitico.com/2020/06/autoridades-doctora-denuncia-vecina-cloro/