La alianza histórica del Partido del Trabajo y el presidente Andrés Manuel López Obrador está fracturada. La crisis tuvo su episodio más reciente el pasado 20 de octubre, cuando seis senadoras y senadores del PT votaron en contra de la promesa electoral, convertida en instrucción presidencial, de extinguir 109 fideicomisos por un total de 68 mil millones de pesos.
Ese día, con el edificio del Senado bloqueado por exbraceros, víctimas de la violencia, defensores de derechos humanos, científicos y académicos afectados por la desaparición de fondos y fideicomisos, la actividad legislativa se trasladó a sedes alternas, y la sesión del pleno se llevó a cabo en la antigua casona de Xicoténcatl, resguardada por vallas metálicas y cientos de policías con escudos.
Una noche antes los uniformados habían intentado replegar a los manifestantes y liberar los accesos de la Cámara Alta, pero las imágenes que circularon en redes sociales del despliegue policial y la llegada de senadores de oposición a las inmediaciones del recinto frenaron la acción.
El martes 20, desde Xicoténcatl, el coordinador de Morena, Ricardo Monreal, reconoció que no tenía asegurados los votos que requería para aprobar la desaparición de 109 fideicomisos con la reforma de 18 leyes y la abrogación de dos más. Primero, porque seis votos de “quienes habían sido nuestros aliados hasta ahora” del Partido del Trabajo, “han anunciado su voto en contra”, y también porque dentro de Morena había resistencias. Rocío Abreu, Ricardo Ahued, Eva Galaz, Susana Harp e Ifigenia Martínez se ausentaron porque no querían votar. Germán Martínez, Armando Guadiana y María Celesta Sánchez no apoyaban el dictamen.
En el antiguo salón de plenos de la sede histórica de la Cámara de Senadores, cuyos escaños, uno pegado a otro, no permiten la sana distancia, la senadora petista Nancy de la Sierra pronunció un discurso que molestó a los morenistas más fieles al presidente. No sólo reclamó que no eran senadores para “obedecer”, sino para proteger los derechos de los ciudadanos; también dijo que son aliados del presidente, “no empleados de nadie”, y reprochó que el PT haya sido excluido de una reunión en la que sí fueron invitados legisladores del Partido Verde Ecologista (PVEM) y Encuentro Social (PES) para resolver sus dudas sobre los recursos de los fideicomisos en caso de extinguirse.
“En estos últimos días nos dimos cuenta de que pensar diferente puede costarnos formar parte de una alianza”, reclamó. “Parece que cuando pensamos distinto nos convertimos en senadores de segunda, porque yo platiqué ayer con muchos compañeros de Morena y me decían que iban a ir en contra del dictamen porque no estaban claras las formas de operación, y hoy me dicen que ellos ayer tuvieron una reunión con el secretario de Hacienda a la que fueron convocados y les explicaron perfectamente cómo iban a operar a través del presupuesto estos fideicomisos”, añadió.
Antes, la coordinadora Geovanna Bañuelos dijo que el Partido del Trabajo lleva dos décadas acompañando al presidente López Obrador, “20 años y tres campañas presidenciales”, aseguró que son “camaradas y aliados”, reiteró lealtad al proyecto obradorista, pero luego remató: “decirle que ‘no’ en ocasiones al presidente también es una forma de ayudar al pueblo de México”.
Ambas defendieron el voto de su bancada en contra de la extinción de los fideicomisos, asegurando que no se debe generalizar que en todos los fideicomisos hay corrupción, y propusieron revisar y rescatar 37 de ellos, como el Fondo para la Ayuda y Asistencia para la Reparación Integral de Víctimas, el de Protección a Periodistas y Defensores de Derechos Humanos, el Fondo de Inversión y Estímulos al Cine y otros para ciencia y tecnología. Sin embargo, por su posición fue acusada de “traición”.
“Los que hicimos campaña junto con Andrés Manuel nos comprometimos a desaparecer los fideicomisos, es una traición de los compañeros del PT, del PES y de Morena, que estemos aquí en contra de ésta, que fue justamente enarbolada por todos nosotros”, reclamó Rubén Rocha Moya, de Morena. Mientras que el senador Alejandro Armenta señaló que la senadora Nancy de la Sierra estaba en su derecho si quería “traicionar al presidente”.
Para las petistas su postura no es traición, y se debe a que no hubo información suficiente sobre el destino de los recursos y no podían dejar en la indefensión a víctimas de la violencia, exbraceros, periodistas amenazados, y a la población afectada por desastres naturales. Para morenistas consultados, quienes pidieron guardar el anonimato, el PT actúa con rebeldía porque su dirigencia, encabezada por Alberto Anaya, está molesta con el presidente desde la disputa por la mesa directiva de la Cámara de Diputados, cuando Morena determinó cederla al PRI. Tal como advirtió Reginaldo Sandoval, coordinador del PT en San Lázaro, quien, tras ese episodio, anunció una “ruptura en términos éticos” y que serían más cuidadosos a la hora de analizar las iniciativas legislativas de López Obrador. Los diputados del PT también fueron en contra de la minuta sobre fideicomisos.
Pero Geovanna Bañuelos, líder de la bancada del PT en el Senado, rechaza en entrevista una ruptura con el partido en el poder, que vayan a ser oposición de ahora en adelante o que intentaran sabotear la votación para cobrar deudas del pasado. “Nosotros simplemente estábamos defendiendo 37 fideicomisos”, dice. “Hubo rudeza innecesaria contra el PT, porque ni siquiera todos los de Morena acudieron y no todos votaron. Entonces ¿por qué nos quieren adjudicar a nosotros que estuviera comprometida la votación? Si hubieran llegado todos los senadores de Morena no hubieran tenido dificultad para sacar la votación”, añade.
De acuerdo con la versión de morenistas, el PT, partido que nació en 1990, durante el sexenio del priista Carlos Salinas de Gortari, y acompañó las tres candidaturas presidenciales de López Obrador, se siente menospreciado por el gobierno de la autoproclamada Cuarta Transformación porque no les “compartió poder” al no colocarlos en ninguna secretaría de Estado.
El dirigente nacional del PT habría buscado negociar el voto del grupo parlamentario en el Congreso a cambio de más recursos para los Centros de Desarrollo Infantil (Cendis), cuya directora es Guadalupe Rodríguez Martínez, esposa de Anaya, y que el Partido del Trabajo maneja desde el salinismo. Los Cendis recibieron en 2020, como parte del programa de Expansión de la educación inicial, 800 millones de pesos, pero quieren más en 2021.
El PT creyó que Morena no tendría el quórum necesario de 65 senadores para sesionar el pasado martes 20. Monreal acordó con los coordinadores del Senado que la Mesa Directiva citaría a los legisladores a las seis de la tarde y si una hora después no conseguía el quórum legal, no habría sesión, pues le faltaban cinco senadores de Morena. Sin embargo, lo consiguió gracias a sus aliados del Partido Verde. 65 senadores de Morena, PVEM y PES pasaron lista en el salón de plenos. Así, cuando faltaban 15 minutos para las ocho de la noche comenzó la sesión que terminó hasta las ocho de la mañana del día siguiente.
Monreal ya había conseguido el quórum y también los votos, pues requería de mayoría simple, es decir la mitad de los votos de los presentes más uno. Aunque el expanista Germán Martínez del grupo de Morena mantuvo su posición de votar en contra del dictamen, logró convencer al expriista de Coahuila, Armando Guadiana y a María Celeste Sánchez, suplente de Citlalli Hernández, para que emitieran su voto a favor.
La votación se realizó a mano alzada debido a las fallas del tablero electrónico de la antigua casona. Uno por uno fueron pasando el micrófono con un pañuelo como única medida sanitaria por la pandemia de Covid-19.
Minutos antes de que concluyera la votación, cuando sólo faltaban los integrantes de la Mesa Directiva, la senadora Leonor Noyola Cervantes, del PVEM, quien había emitido su voto en abstención, cambió de opinión.
–La senadora Noyola solicita el uso de la palabra ¿Con qué objeto?, preguntó el morenista Eduardo Ramírez, presidente de la Mesa Directiva.
–Para rectificar mi voto, presidente –respondió Noyola–. Voto a favor con las reservas que presenté. A favor, pero con las reservas para atención a víctimas, para la financiera y para los centros de investigación.
Con 65 votos a favor y 51 en contra, Morena pudo cumplir la instrucción del presidente. Aun con todas las dificultades, el ánimo de los morenistas era triunfalista. Cuando la senadora del ala radical del partido, Lucía Trasviña, emitió su voto, roció el micrófono con un aerosol antibacterial y exclamó: “A favor, ¡cabrones!”.
A esas horas el Senado seguía bloqueado por manifestantes. En una de las puertas, una decena de familiares de víctimas de desaparecidos y feminicidio quemaba una piñata de López Obrador.
Texto publicado en la edición 2295 del semanario Proceso
AUTOR: NELDY SAN MARTÍN.
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