Para don Chucho no hay opción en la tienda de abarrotes de la colonia ni en el supermercado donde adquiere su despensa: puede ver el exceso de sodio en los frijoles enlatados y en el atún; exceso de azúcares y calorías en los cereales; las tortillas de harina también sobrepasan los niveles de grasas saturadas. Ya ni hablar de jugos que en sus etiquetas presumen ser naturales, ni del yogurt o las gelatinas, que superan por mucho los niveles de azúcar que puede permitirse.
Él padece diabetes, igual que su esposa y sus tres hijos, además de 8.6 millones de mexicanos (10.3% de la población), para quienes la comida industrializada y procesada es dañina, pero la consumen porque su acelerado ritmo de vida requiere de alimentos baratos, de preparación rápida y siempre a su alcance, aunque el nuevo etiquetado frontal advierta claramente de los riesgos.
Dicho etiquetado derivó de la Norma Oficial Mexicana NOM-051-SCFI/SSA1-2010 (NOM-051), la cual entró en vigor el 1 de octubre para brindar al consumidor final información sobre el contenido de nutrimentos críticos e ingredientes que representan un riesgo para la salud en los productos preenvasados.
Para el director de Nutrición del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán (INCMNSZ), Héctor Genaro Nicolás Bourges Rodríguez, el etiquetado es un buen paso para reducir los elevados índices de obesidad (75.2% de la población), la hipertensión arterial que padecen 15.2 millones de personas (18.4% de los mexicanos) y la diabetes, pero se queda corto ante el terreno ganado por la mercadotecnia de la industria alimentaria.
“Quién sabe si el etiquetado va a reducir el consumo. Suponiendo que sí, tendría que haber una reformulación de muchos productos que tienen exceso de azúcar, de sodio y otros elementos. Habría que trabajar la reorientación alimentaria y hasta establecer subsidios a verduras y frutas. Es decir, toda una campaña de orientación alimentaria”, advierte en entrevista el doctor en bioquímica de la nutrición y metabolismo por el Instituto Tecnológico de Massachusetts.
Bourges Rodríguez ha sido testigo de cómo México ha ido perdiendo su cultura alimentaria a través de los años, con la apertura de los mercados y la llamada globalización.
Fragmento del reportaje publicado en la edición 2295 del semanario Proceso
FUENTE: PROCESO.
AUTOR: JUAN CARLOS CRUZ VARGAS.
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