Discurrían los primeros días de marzo pasado. La COVID-19 se cernía mortal sobre Europa y se enfilaba hacia América. En el Gobierno de López Obrador se comenzaban a hacer cálculos sanitarios, la mayoría, sin información suficiente o adecuada. Durante una reunión, y después de algunos intercambios de opiniones, los asistentes se quedaron helados cuando AMLO les dijo, con aire de suficiencia:
*Es como una gripe… No hay que preocuparnos tanto…
Casi nueve meses después de aquella afirmación irresponsable e ignorante –ignorante por irresponsable-, México se erige, hoy por hoy, en uno de los países con mayor daño humano, médico, social, económico y sanitario, a nivel mundial. Las cifras no mienten. Y el dolor de millones de compatriotas, tampoco:
Hasta el momento de entrega de esta columna, iban más de 102 mil muertos y alrededor de un millón 50 mil contagiados.
México es el cuarto lugar de muertes por COVID-19 a nivel mundial, detrás de EU, Brasil e India, y tiene más decesos que España (a pesar de que AMLO dice que en esa nación están peor), Italia o Argentina.
Y de acuerdo con Bloomberg, nuestro país es el “peor lugar” para vivir en tiempos del coronavirus. Se ubica en el último lugar (53), por debajo de Perú, por ejemplo, que ha sido también un desastre en el manejo de la pandemia. “La estrategia es la adecuada”, dice AMLO. Chorradas.
La curva ni se aplana ni la pandemia se doma, como ha insistido, de manera equivocada, López Obrador.
Decenas de miles más morirán o se infectarán.
Decenas de miles más sufrirán.
La pesadilla aún no termina.
Toda tragedia humanitaria – la mexicana lo es con el coronavirus-, tiene un origen. Una raíz. Y en el caso de la que padecemos en México con la COVID-19, hay tres momentos claves, por lo que toca al Gobierno, que la marcaron, detonaron y que ha provocado que la pandemia ahora esté fuera de control. Revisemos los hechos inapelables:
AMLO. Aquella frase de “es como una gripe”, marcó el camino equivocado sobre el cual la conducta del Presidente ha sido irresponsable y contribuyó a la catástrofe humanitaria que enfrentamos. Desde marzo, López Obrador incurrió en una serie de yerros y mensajes equivocados a la población. Carente de cualquier sustento científico, sin información suficiente o confiable, el Presidente de México fue el hazmerreír del mundo cuando públicamente comenzó a mostrar estampitas y amuletos, evocando conjuros como si fuera hechicero, para decirnos que así se derrotaría al coronavirus. Le siguieron frases imprudentes y hasta canallescas (“nos cayó como anillo al dedo”) que fueron acatadas, sobre todo, por sus fanáticos:
Febrero 2020: “No debe haber alarma. Se piensa que el coronavirus no es tan dañino”.
Marzo 4: “Hay que abrazarse, no pasa nada”.
Marzo 18: “Detente enemigo, que el corazón de Jesús está conmigo”.
Marzo 22: “No dejen de salir… Sigan llevando a la familia a comer a los restaurantes y las fondas”.
Abril 2: “Nos vino como anillo al dedo (la pandemia) para afianzar el propósito de la 4T”.
Abril 26: “Se ha podido domar la epidemia”. (Desde esa declaración hasta la fecha, han fallecido oficialmente alrededor de 100 mil mexicanos).
Abril 29: “Se aplastó la curva. Se redujo el contagio, ya se volvió horizontal”. (Mentira: el “pico” de muertos siempre ha ido en ascenso, no en descenso).
El resultado: más contagiados y decesos.
SIN DINERO. Este año no se ejercieron 12 mil millones de pesos en el IMSS, y 10 mil millones de pesos en el ISSSTE (Fuente: Hacienda). ¿A dónde se ha ido todo ese dineral? Ha sido una irresponsabilidad criminal dejar de gastar en el sector salud en plena pandemia, con doctores y enfermeras sin el equipo médico adecuado (han fallecido mil 500 trabajadores del Sector Salud); contagiados de coronavirus muriendo antes de ser atendidos y millones de mexicanos sin atención médica. Un crimen histórico. Además, México es el país que menos dinero ha invertido para combatir la pandemia: ni siquiera el 1 por ciento de su PIB. A diferencia de otras naciones, la 4T no apoyó ni a familias ni a negocios ni a comercios o empresas para enfrentar la crisis económica más grave de la historia. “Si van a quebrar, que quiebren”, soltó AMLO. ¿Qué calificativo colgarle a esta frase?
LÓPEZ-GATELL. Rebasado por los acontecimientos, escasa su credibilidad entre la población, desprestigiado por la tragedia humanitaria y con la pandemia fuera de control, Hugo López-Gatell – motejado por la opinión pública como “El Doctor Muerte”-, es directamente responsable de haber agravado la situación sanitaria, al desdeñar e inclusive descartar el uso de cubrebocas como un método útil y eficiente para enfrentar al coronavirus, a pesar de que científicos de todo el mundo y la OMS lo recomendaban día tras día para evitar mayor número de contagios. Quedará marcado por sus pronósticos fallidos y su frivolidad pública. Echemos un vistazo a su desempeño:
“La fuerza del Presidente es moral, no es una fuerza de contagio…”.
“Esta idea de hacernos todos la prueba (de la COVID-19), parte de una visión completamente fuera de lugar…”. (El propio director de la OMS, Tedros Adhanom, recomendó hacer “pruebas, pruebas, pruebas”).
“El 19 de abril vamos a poder salir de la gravedad”, dijo AMLO el 26 de marzo pasado, dirigiéndose a López-Gatell, quien respondió sonriente: “Más o menos”.
“Estamos hablando de que seis mil personas, siete mil u ocho mil, perderán la vida…”. (23-abril-2020).
“(El mínimo de fallecimientos) se redondea a treinta mil o treinta y cinco mil, y un número catastrófico, puede ser de sesenta mil…”. (4-junio-2020). Hoy registramos 102 mil muertes.
“Fechas posibles para el pico máximo: entre el 8 y el 10 de mayo…”. (16-abril-2020).
“La epidemia está en su máximo nivel de intensidad…”. (2-junio-2020).
“La pandemia alcanzará su punto máximo la próxima semana”. (11 –junio-2020).
“En la primera quincena de julio estará la máxima carga de casos…”. (12-junio-2020).
“Aquí no se trata de falta de dinero (en los hospitales públicos). Vamos a llegar hasta 250 mil pruebas que en forma continua se van a seguir adquiriendo”. (Mintió. No se han aplicado).
¿Cuáles han sido las consecuencias de la irresponsabilidad presidencial, las políticas públicas equivocadas ante el coronavirus y el abandono a la salud de millones de mexicanos?:
El índice de letalidad en México – el número de fallecimientos por cada 100 personas contagiadas-, es de 9.8 por ciento, por debajo de países como… ¡Yemen!, que vive una guerra civil. O Sudán, que se ubica en tercer lugar con 7.8 por ciento.
Hasta noviembre, México realizaba 17.24 pruebas por cada 100 mil habitantes, que lo ubica en el lugar 85 de 104 países. (Fuente: Our World in Data).
Para el 1 de marzo de 2021, el número de muertes en nuestro país puede llegar a 152 mil, vaticina el Instituto para la Métrica y Evaluación de la Salud de la Universidad de Washington.
AUTOR: MARTÍN MORENO-DURÁN.
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