Leydy Araceli Pech Martín, una apicultora maya de 55 años, es considerada una heroína del medio ambiente. Hoy es reconocida con el Premio Goldman 2020.
Leydy Araceli Pech Martín, una apicultora maya de 55 años que luchó y puso un hasta aquí a la empresa multinacional estadounidense Monsanto, ganó hoy el Premio Goldman 2020, considerado por muchos como el Premio Nobel del medio ambiente.
La “Guardiana de las abejas”, como la llaman los que conocen su travesía, lideró una coalición que frenó la siembra de soya genéticamente modificada por Monsanto en el sur de México.
Pech Martín, quien habita en Hopelchén, en la península de Yucatán, lleva muchos años dedicados al cuidado y preservación de la abeja melipona beecheii.
En la página oficial de The Goldman Environmental Prize, la mujer apareció hoy junto a otras cinco personas que se llevaron el reconocimiento como héroes del medio ambiente.
“La Corte Suprema de México dictaminó que el Gobierno violó los derechos constitucionales de los mayas y suspendió la siembra de soja genéticamente modificada. Debido a la persistencia de Pech y su coalición, en septiembre de 2017, el Servicio Agrícola y de Alimentos de México revocó el permiso de Monsanto para cultivar soja modificada genéticamente en siete estados”, señala The Goldman Environmental Prize.
Luego de ganar el premio, Pech dijo a la BBC Mundo que “desde que inicié esta lucha, empresas y gobiernos quisieron hacer ver que no era nadie y que no iba a servir para nada. Sin embargo, eso no me paralizó; al contrario, hizo que buscara más aliados. Encontré la fuerza en la unidad del pueblo maya”.
Una vez que logramos comprender las afectaciones que nos traía esa siembra de soya transgénica en nuestros medios de vida, especialmente en la apicultura, decidimos organizarnos, hacer una unidad del pueblo maya de Hopelchén. Entonces interpusimos dos amparos, dijo a la periodista Lucía Blasco. Sus palabras se encuentran en el texto Leydy Pech, la “guardiana de las abejas” que le ganó una batalla a Monsanto en México.
El uso de los fertilizantes químicos tiene un lugar privilegiado en México. En 2017, el 69 por ciento del total de hectáreas sembradas en el país –15 millones 098 mil 297– hizo uso de este tipo de tecnología.
La venta de productos químicos para el campo, incluidos los plaguicidas, se realiza bajo pocos controles estatales que son respetados por la empresas, pero que a su vez ignoran las recomendaciones internacionales sobre la toxicidad de cada una de los ingredientes activos, denuncian ambientalistas y científicos.
La endeble regulación, que ha permitido el paso de 183 activos considerados como “altamente peligrosos” y otros 140 prohibidos en otros países, privilegia a las grandes empresas internacionales que tienen el oligopolio mundial de plaguicidas y semillas modificadas.
De acuerdo con la Red de Acción de Plaguicidas y Alternativas en México (Rapam), en el mundo cuatro empresas controlan el 75 por ciento del mercado mundial de plaguicidas: Dow Dupont, ChemChina, BASF y Bayer-Monsanto.
En 2019, en México, Bayer- Monsanto tenía 456 productos inscritos en el Registro Sanitario de Plaguicidas de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris), a pesar de que algunos de sus ingredientes activos –glifosato, acetoclor, clorpirifos etil, alaclor– se encuentran prohibidos en otros países al estar relacionados con padecimientos endocrinos y cancerígenos. En ese contexto batalló Pech.
AUTOR: REDACCIÓN.
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