La catástrofe humanitaria que vive México con una pandemia fuera de control y sus cifras de la muerte: 115 mil fallecidos y 1millón 260 mil contagiados, tienen una explicación fundamental: las mentiras y el consecuente fracaso del epidemiólogo que podrá ser buen científico, pero que es un mal ser humano. Hugo López-Gatell nos ha empujado a una tragedia mayor a la esperada y, hoy por hoy, él mismo está rebasado y exhibido por las circunstancias que ayudó a crear. Ese mote de “El Doctor Muerte” le quedó como anillo al dedo.
Porque no sólo han sido las frivolidades de López-Gatell. Sus desplantes. Sus burlas. Son sonrisitas. Sus altanerías. Su cinismo. Sus absurdos. No. Lo que más daño le hizo a un México que hoy navega sin rumbo en lo sanitario y que está catalogado como el “peor país” para vivir en tiempos de coronavirus, son los embustes y yerros del subsecretario de Salud.
López-Gatell mintió a los mexicanos desde un principio, mal informó a millones, jugó con nuestras vidas, potenció la tragedia y por cuestiones políticas, provocó indirectamente la muerte de miles de personas.
¿Qué no? Veamos la realidad irrefutable.
Revisemos cuáles fueron los momentos claves bajo los cuáles, López-Gatell impulsó a México a la catástrofe humanitaria que hoy vive y que parece no tener salida al corto plazo:
-11 de febrero de 2020: “El coronavirus nuevo se comporta como una enfermedad respiratoria de moderada a baja gravedad. Es más leve que la influenza estacional. Su proporción de muertes son menores a la influenza. No se necesitan hospitales especializados…”. Diez meses después, abrumado por las críticas nacionales y extranjeras, Gatell tuvo que recular: “La epidemia es perfectamente real. Es una enfermedad infecciosa que puede causar la muerte”.
-2 de marzo: “El cubrebocas es un elemento de tranquilización (sic), pero no hay evidencia científica que muestre que realmente sirve. El uso del cubrebocas no sirve para protegernos”.
-16 de marzo: “Esta idea de hacernos todos la prueba (de la CoVid-19), parte de una visión completamente fuera de lugar…”, dijo el vocero sanitario del Régimen. (El propio director de la OMS, Tedros Adhanom, recomendó hacer “pruebas, pruebas, pruebas”).
-16 de abril: “Fechas posibles para el pico máximo: entre el 8 y el 10 de mayo”.
-27 de abril: “Usar cubrebocas tiene una pobre utilidad, o incluso, tiene una nula utilidad”.
-2 de junio: “La epidemia está en su máximo nivel de intensidad”.
-5 de junio: “(El mínimo de fallecimientos) se redondea a treinta mil o treinta y cinco mil, y un número catastrófico puede ser de sesenta mil…”. Pues sí: de acuerdo a los parámetros de López – Gatell, hoy vivimos una catástrofe humanitaria.
Todas estas mentiras, afirmaciones erradas o adivinanzas de López-Gatell (nada menos que el epidemiólogo designado por López Obrador para combatir la pandemia), llevaron a México a que la emergencia sanitaria provocada por la CoVid-19 se saliera de control. Las “recomendaciones” del subsecretario fueron irresponsables y ligeras – ligeras por irresponsables-, y hoy todos, de alguna u otra forma, pagamos las consecuencias.
Rebasado por la pandemia y exhibido hasta en el extranjero; agobiado por las circunstancias y ahogado en sus propios errores, López-Gatell tuvo que reconocer de manera pública el fracaso del gobierno mexicano la noche del viernes pasado, cuando en una frase encerró su derrota y, de paso, la derrota del Régimen socialista de AMLO ante el coronavirus:
“La velocidad de la epidemia cada vez es mayor y está en extremada aceleración”.
¿Dónde quedaron los pronósticos de López-Gatell de que el coronavirus era de “baja gravedad”? ¿Dónde quedaron sus desplantes equivocados al decir que el cubrebocas era de “nula utilidad”? ¿Dónde quedaron sus cálculos de que la “máxima intensidad” de la pandemia sería en junio pasado? ¿Dónde quedaron su soberbia y su torpeza?
Pues quedaron enterrados junto a los 110 mil ataúdes de mexicanos muertos por coronavirus.
¿Cómo debe pagar López-Gatell su irresponsabilidad médica que costó la muerte adicional de miles de mexicanos? Con un juicio – no solamente el de la historia-, penal que valore todas sus conductas criminales, y sea castigado con la ley de los hombres.
Por supuesto que eso no ocurrirá en este sexenio, en el cual López-Gatell es defendido públicamente, a la menor provocación, por López Obrador.
Sin embargo, los sexenios y el poder político se terminan, y las facturas que Gatell deberá pagar, lo estarán esperando.
Entonces, deberá rendir cuentas.
AUTOR: MARTÍN MORENO-DURÁN.
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