El túmin es una moneda comunitaria que surgió en la Huasteca y el Totonacapan veracruzano para “combatir” a las grandes trasnacionales que “encarecen” la canasta básica, explica el sociólogo Juan Castro, uno de los impulsores de dicho papel-moneda que existe en variaciones de uno, cinco, diez y 20 “túmin”.
El túmin cumplió en noviembre pasado diez años de existencia. Circula en los municipios de Papantla y El Espinal, cuenta con una denuncia ante la extinta Procuraduría General de la República (PGR) interpuesta por el Banco de México, porque los socios comunitarios de la sierra norte de Veracruz decidieron imponer un “papel moneda” para regular su mercado de consumo y abaratar sus productos “entre socios” y así hacerle frente al capitalismo. Y de paso, reducir su capacidad tributaria al Estado mexicano.
“Es una economía solidaria”, explica Castro. Cada socio agremiado a está economía solidaria recibe “500 túmin” para volverlos circulantes entre una sociedad que “hace comunidad”.
Este “papel moneda” consiste en pequeñas tarjetas foliadas del 1 al dos mil, con sellos de la coordinación del túmin y diseños alusivos a los productos típicos de las regiones indígenas del Totonapacan y Huasteca Veracruzana.
Nayra Morales es la encargada del restaurante Sorrento en Papantla, un lugar con gastronomía típica del norte de Veracruz: estrujadas con pollo o cecina, bocoles y mojarras cocinadas con el toque veracruzano. Morales muestra orgullosa algunos billetes del túmin, con los cuales se puede pagar hasta el diez por ciento del total del consumo.
“El resto se tiene que hacer con pesos o billetes mexicanos”, explica Morales, quien insiste que el túmin intenta motivar el consumo de productos locales, pero también estimular la venta de artesanías, el consumo en fondas y lugares donde el túmin es “bien recibido”.
“Con túmin puedes completar el pago en un restaurante, puedes comprar vainilla o con comerciantes o aquí en el centro en el mercado de artesanías”, presume Nayra Morales.
“Ningún gobierno nos ve bien”: fundador del túmin
Juan Castro asegura que a diez años de que surgió está economía solidaria, de autogestión y para “consumir” en un mercado alternativo, el túmin hoy ya tiene presencia en 20 estados de la República e incluso en el extranjero, con la migración de “compañeros” que radican en Estados Unidos o incluso en Europa.
“Tenemos como regla entre socios, que estamos obligados como mínimo a aceptar en nuestros consumos mínimo el diez por ciento de nuestros pagos con túmin, pero puede ser más, el 20, el 30, el 50… el cien por ciento. Es una economía solidaria, de confianza, donde hoy yo te acepto túmin, pero mañana, pasado mañana, en otro momento tú también me lo vas a aceptar”.
Juan Castro soslaya que el túmin también es común en algunas regiones indígenas de Chiapas, Oaxaca, Hidalgo y Guerrero ya imprimen sus propios billetes. Está economía ya tuvo que ser aceptada a “regañadientes” por algunos municipios como Espinal o Papantla donde incluso el predial, el agua y otros trámites municipales ya puede ser pagado “algún porcentaje” con túmin.
“Este proyecto no puede repetir los esquemas del capitalismo, no es una moneda para lucrar, tampoco para especular. No es para generar ricos, ni pobres, es una moneda que apoya a la gente, no lo resuelve todo, hay que ser realistas. Tampoco es una moneda ideal”.
El túmin, explica Castro, cuenta con aproximadamente 500 socios en Veracruz, incluso el sociólogo anota que en la Ciudad de México hay cien afiliados al “banco del túmin” los cuales se encuentran dispersos, así como en otros lugares del país.
Su mayor circulación se da en Espinal, un municipio en la Huasteca veracruzana con más de 30 mil habitantes y con apenas 241 kilómetros cuadrados de superficie; la otra sede principal del túmin en Veracruz se da en Papantla, ya en la región del Totonacapan, un ayuntamiento con casi 60 mil habitantes y casi mil 200 kilómetros de superficie.
“Los que están repartiendo el túmin no se están haciendo ricos, insisto es un apoyo solidario para completar el gasto: leche, pan, azúcar; es combatir a Soriana, a Walmart, comprar en las pequeñas tiendas, con el intercambio del túmin, es tener un instrumento de intercambio… repartamos nuestro propio dinero y esa mercancía empieza a circular entre nosotros”.
En fondas y pequeños comercios de Papantla -ciudad conocida por ser sede de los Voladores de Papantla, considerados por la Unesco, Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad- es muy común ver carteles y pequeñas lonas de “aquí aceptamos túmin”. La moneda que, desde hace diez años, es comunitaria y continúa en resistencia.
FUENTE: PROCESO.
AUTOR: ALEJANDRO SALDÍVAR, NOÉ ZAVALETA.
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