Cuando empezó la pandemia de COVID-19 en México y Abril dejó de tener trabajo como empleada de limpieza, su pareja, que ya era agresivo y posesivo con ella, le dijo que qué bueno porque así se iba a quedar en la casa en lugar de “andar de loca” en la calle. Poco después, cuando también a él lo mandaron de descanso obligado, la violencia se volvió constante y cada vez más fuerte, más peligrosa.
“Llegó el momento en que todo le molestaba, gritos, insultos, delante de mi hijo, no le importaba. Y bueno, incrementó la violencia sexual, ahora sé que se llama sexual. Me insultaba, no me dejaba hablar con mis amigas, me revisaba el celular. Y así, hasta que un día en la noche se enojó porque el niño empezó a tener temperatura, yo me preocupé, le dije que a lo mejor era coronavirus, se empezó a reír, me dijo que era una ignorante, que cómo creía eso. Me puse a llorar, le dije que me dejara salir para llevarlo al hospital, me dijo que no. Sí me enojé y agarré a mi hijo, lo hice a un lado y cuando menos sentí, estaba ya tirada, sentía mojada mi cara y cuando me toqué pues estaba sangrando”.
Situaciones como esta se repitieron en miles de hogares mexicanos durante 2020, que cerró con el mayor número de denuncias por violencia familiar desde que se tiene registro: 220 mil 28, de acuerdo con el reporte actualizado del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) publicado este lunes. Es decir, que se abrieron en promedio 603 carpetas de investigación al día, 25 cada hora del año.
Las denuncias ante autoridades tuvieron una caída durante abril y mayo, cuando el confinamiento fue más estricto y muchos Centros de Justicia para las Mujeres redujeron sus horarios de atención y servicios, pero después tuvieron una subida constante que alcanzó su récord histórico en octubre, con casi 20 600.
Apenas en los últimos dos meses bajaron ligeramente, a 17 mil 385 en diciembre, pero se mantuvieron por encima de los niveles del año previo. En promedio, el aumento respecto a 2019 fue de 4.7%.
Además, hubo 689 mil 388 llamadas de emergencia al 911 por violencia familiar. Es decir, una cada 45 segundos.
Esta categoría representa el 4.25 del total de llamadas reales y efectivas que recibe el número de ayuda 911, mientras que las de violencia de pareja son el 1.46% y las de violencia contra la mujer, 1.6%, según indica el propio reporte del Secretariado, que de ningún modo incluye “llamadas falsas”, como dijo el presidente Andrés Manuel López Obrador cuando estaba el primer pico de la pandemia y se empezaba a advertir de los aumentos en la violencia familiar.
El fortalecimiento de ese número de ayuda —con capacitación en perspectiva de género a los operadores y la guía de un mapa que reúne diferentes servicios para mujeres y niñas y niños—, así como campañas en medios —incluyendo la polémica “Cuenta hasta 10”— fueron las únicas acciones del gobierno en respuesta al aumento de esta violencia, que ocurrió en todo el mundo durante la pandemia.
Refugios de la sociedad civil multiplican sus atenciones
Abril, la mujer a la que su pareja golpeó hasta hacerla sangrar cuando quiso llevar a su hijo al hospital, no llamó al 911 ni acudió a un Ministerio Público porque él, el hombre con el que vivía, es policía. Había escuchado otra campaña de una asociación civil, la Red Nacional de Refugios para mujeres víctimas de violencia, y como tampoco podía llamar por teléfono para que no la escuchara, decidió escribir por Facebook en un momento que entró al baño.
“Cuando recobré la conciencia y vi a mi hijo tirado a mi lado, llorando, supe que él no se merecía lo que estaba pasando, y yo tampoco, así que mientras él me pedía perdón yo estaba pensando en cómo salirme de eso. Dije ‘es la última vez que aguanto esto, quiero vivir y esto no es vida’”, contó en una entrevista meses después facilitada por la Red.
“Como estaba él, pues ahora sí con la cola entre las patas, al otro día me dijo que me quería mucho, que iba a ir a comprarme de desayunar. Me preguntó qué se me antojaba, le dije que carnitas porque donde las compra está muy lejos de la casa. Y sí, se enojó, pero me volteó a ver y me dijo ‘está bien, espérame, vete haciendo los frijoles y ahorita vengo’. Se salió, y en ese momento me levanté, hice la mochila que me habían comentado en la Red, junté unas monedas que tenía, y no lo pensé y me salí con mi hijo”.
Abril fue una de las 40 mujeres que la Red rescató durante 2020, es decir, que de plano les envió un taxi y dinero para que pudieran escapar de la violencia. Esto es 300% más de las intervenciones que había tenido en 2019, y fueron principalmente en la Ciudad y el Estado de México y en Puebla.
Además, dio atención de distintos tipos, desde albergar mujeres con sus hijas e hijos hasta darles asesoría psicológica o jurídica, a un total de 46 mil 514 personas, 39% más que durante 2019, de las que 15 mil 692 fueron contactos telefónicos o por redes sociales, un aumento del 31%.
La desconfianza de Abril en llamar a las autoridades se entiende cuando los mismos refugios reportan que 17% de las mujeres que se comunicaron, ya habían buscado previamente a alguna instancia de gobierno, pero no recibieron el apoyo que esperaban, como órdenes de protección, con argumentos como que no tenían marcas físicas de la violencia, fueron cuestionadas respecto a por qué apenas acudían a denunciar, o las desincentivó que por la sana distancia hubiera filas de más de dos horas antes de poder entrar al Ministerio Público.
“Esto aunado a que es importante no perder de vista que muchas mujeres no pudieron comunicarse o acudir a servicios especializados por estar conviviendo con el agresor y el control que esto conlleva, además del propio miedo que muchas mujeres que nos contactaron expresaron tener de poder contagiarse de COVID-19, esperando a que el semáforo estuviera en verde para poder salir o pedir ayuda”, comentó en entrevista la directora de la Red, Wendy Figueroa.
Récord también en otros tipos de violencia contra la mujer
Además de la violencia dentro de las casas, otra clasificación de delitos o llamadas de emergencia en la que se rompieron récords fue en la denominada “violencia de género distinta a la familiar”, que el Secretariado define como “uso deliberado del poder o de la fuerza física, ya sea en grado de amenaza o efectivo, contra otra persona o un grupo o comunidad, que cause o tenga muchas probabilidades de causar lesiones, muerte, daños psicológicos, trastornos del desarrollo o privaciones”.
En total se abrieron 4 mil 50 carpetas de investigación por estos motivos, un aumento del 27.4% respecto a 2019, con picos máximos en septiembre (400 denuncias), octubre (394) y diciembre, que cerró con 389, aunque solo 12 entidades reportan estos delitos, principalmente el Estado de México, Veracruz, Coahuila y Guerrero.
Igualmente, las llamadas de emergencia al 911 clasificadas como de violencia a la mujer (que no son ni de pareja ni de tipo sexual) tuvieron un aumento de 31.6% en un año, hasta llegar a 260 mil 67, unas 30 por hora.
Quedarse en casa no cambió casi nada las cifras de mujeres que fueron asesinadas. Hubo 969 casos que fueron registrados como víctimas de feminicidio, un aumento anual de apenas 0.3%. Sin embargo, esta tipificación se sigue utilizando para tan solo una cuarta parte de las mujeres a las que se les quita la vida.
Hubo otras 2 mil 783 víctimas de homicidio doloso, para sumar 3 mil 752 mujeres asesinadas durante 2020, una reducción mínima del 2% respecto al año previo.
Los delitos de violación y abuso sexual, al igual que los de violencia familiar, tuvieron una caída de denuncias en abril, pero después llegaron a acumular cinco meses al alza. Aun así, al finalizar el año promediaron 5% menos que los registrados en 2019, con 16 mil 543 denuncias por violación y 22 mil 377 por abuso a nivel nacional.
El pasado 19 de enero, en la primera reunión del año del Grupo Interinstitucional de la Estrategia Nacional de Protección Integral para las Mujeres, Niñas, Niños, Adolescentes (GIEV), la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, reconoció que “la necesidad de garantizar el respeto a los derechos de las mujeres fue más apremiante y sigue siendo una tarea pendiente del Estado mexicano”
Anunció que se trabaja en un nuevo modelo para la prevención y erradicación de la violencia de género, que se llamará “Siempre libres, siempre vivas”, basado en prevenir las condiciones estructurales de la violencia y dar acceso a las mujeres a oportunidades de desarrollo en igualdad con los hombres. Aunque también advirtió que habrá una revisión a los recursos institucionales porque tendrán que “hacer mucho más con menos”.
FUENTE: ANIMAL POLÍTICO.
AUTOR: ITXARO ARTETA.
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