A lo largo de la manifestación se exigió el cese de los feminicidios, de la violencia sexual, las desapariciones y cualquier acto de violencia de género. No obstante, la protesta se vio opacada por brotes violentos, que incluso llevaron al hospital a las policías quemadas con gasolina por algunas manifestantes.
Una de las consignas más sonadas fue la de “un violador, no será gobernador”, en alusión al candidato morenista Félix Salgado. También se leían muchas pancartas en contra del escritor Andrés Roemer.
Otras consignas coreadas por colectivas fueron: “¡Yo sí te creo, yo sí te creo. No estás sola!”, ¡Señor, señora: no sea indiferente, se mata a las mujeres en la cara de la gente!” Incluso el Comité de Mujeres en Solidaridad con Kurdistán en América Latina lanzó una propia: “¡desde México hasta Kurdistán: ni una menos, ni una más. Mujer, vida, libertad!”
En el recorrido realizado el ambiente se tornó tenso, cuando algunas de las mujeres que marchaban por las calles del Centro Histórico derribaron las vallas que protegían monumentos, edificios y esculturas de ataques y pintas. “¡Sí se pudo, sí se pudo!”, gritaron en unísono cuando parte del muro que resguardó el Palacio Nacional cayó a mazazos y patadas.
Pintas y vidrios rotos estuvieron presentes a lo largo del trayecto. En el Zócalo, las miembros de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana de la Ciudad de México tuvieron que rociar con agente extintor a las protestantes, luego de que estás últimas les prendieran fuego –con gasolina– para tratar de romper la valla humana y luego derribar la de contención que protegía el Palacio Nacional. Incluso había quien llevaba sopletes para tal propósito.
Aunque la Brigada Marabunta denunció que fueron empleadas bombas de gas también “utilizadas durante el periodo de [Felipe] Calderón”, los gobiernos federal y local aseguraron que no fue así y que sólo se emplearon extintores para evitar la propagación del fuego.
FUENTE: CONTRALÍNEA.
AUTOR: JORDANA GONZÁLEZ.
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