La brecha entre mujeres y hombres en la tasa de participación económica descendió 8.1 puntos porcentuales entre 2008 y 2018, pero no se ha logrado eliminar, por lo que se acentúa la situación de pobreza. El trabajo doméstico y de cuidados no remunerados durante la pandemia también aumentó debido a las horas que se debieron dedicar a la educación y a la recreación de la población infantil que no ha podido regresar a las aulas.
La pandemia de la COVID-19 golpeó, particularmente, a las mujeres. La Población Económicamente Activa (PEA) disminuyó 9.7 por ciento, situándose en 20.2 millones, respecto a la PEA de hombres que decreció en 4.0 por ciento, con 33.6 millones.
En el año que corrió entre el tercer trimestre de 2019 y de 2020 la PEA de las mujeres se redujo más de dos veces que lo que lo hizo la de los hombres, rescató el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), a través de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo Nueva Edición (ENOEN) que levantó el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
Hacia el cuarto trimestre de 2020 el Inegi observó una mayor participación económica para mujeres y hombres, sin embargo el Coneval destacó que la recuperación fue menor para las mexicanas.
“La inserción al mercado de trabajo coadyuvará al empoderamiento económico de las mujeres en la medida en que no se enfrenten a empleos precarios y a las expresiones de discriminación y exclusión laborales por razón de género”, destacó el Coneval en un documento emitido por el Día Internacional de la Mujer.
La brecha entre mujeres y hombres en la tasa de participación económica persistió en el país entre la década que corrió de 2008 a 2018. El último Informe sobre Pobreza y Género mostró que la diferencia en la tasa de participación económica descendió 8.1 puntos porcentuales pero no se ha logrado eliminar, por lo que se acentúa la situación de pobreza.
La tasa de participación de las mujeres en 2018 alcanzó el 52 por ciento y la de los hombres fue de 83 por ciento. En ese mismo año, a nivel nacional, las mujeres que se desempeñaron en el trabajo doméstico o de cuidados no remunerados empleó 27.8 horas semanales en realizarlos, frente a las 15.2 horas que emplearon los hombres.
Entre el cuarto trimestre de 2019 y el mismo periodo de 2020, la Población No Económicamente Activa (PNEA) de mujeres que expresó realizar quehaceres domésticos como su ocupación, aumentó más que en los hombres. Hay 21.0 millones de mujeres que se dedican únicamente a las labores domésticas que no son remuneradas, el aumento anual fue de 1.3 millones de mexicanas.
En estas condiciones están 1.7 millones de hombres, con los 0.5 millones de mexicanos que se añadieron a los trabajos domésticos como principal labor entre 2019 y 2020.
“La falta de corresponsabilidad del trabajo doméstico entre los sexos representa una limitante estructural para la mayoría de las mujeres que desean participar en el trabajo remunerado”, destacó el Coneval.
El trabajo doméstico y de cuidados no remunerados durante la pandemia causada por el virus SARS-CoV-2 aumentó para las mujeres por el incremento de las horas dedicadas a la educación y a la recreación de la población infantil que no ha podido regresar a las aulas.
FUENTE: SIN EMBARGO.
AUTOR: REDACCIÓN.
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