Miles de mujeres conmemoraron su día en medio de marchas en las plazas y protestas en las redes sociales para recordar que México aún tiene una deuda con ellas en lo social, educativo y económico. Así lo expresaron hoy durante las manifestaciones y así también lo confirman los datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) y del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
De acuerdo con el “Informe sobre Pobreza y Género 2008-2018”, del Coneval, el porcentaje de mujeres en esta situación se ubicó en 42.8 por ciento mientras que en los hombres fue de 41.4 en el año 2018, y aunque la diferencia no es grande, los 30 indicadores que abarca el estudio arrojan una brecha en los derechos a la salud, seguridad social, educación, alimentación, vivienda, trabajo, así como los ingresos y las características de los hogares.
Por ejemplo, la brecha entre mujeres y hombres en la tasa de participación económica aún persiste y se acentúa en situación de pobreza. En 2018, la participación de las mujeres a nivel nacional se ubicó en 52 por ciento, mientras que en los hombres fue de 83 por ciento.
En cuanto al trabajo no remunerado, para las mujeres se ubicó en 27.8 horas semanales en 2018 y para los hombres fue de 15.2.
“Nosotros nos hemos centrado en recalcar la importancia de la independencia económica de las mujeres”, dijo en entrevista María Ayala, coordinadora en Investigación en Acción Ciudadana Frente a la Pobreza. “Creemos que el que la mujer no tenga autonomía económica las pone en un lugar de vulnerabilidad y ante cierto tipo de violencia”.
Debido al contexto de la pandemia, la disminución de la Población Económicamente Activa (PEA) de mujeres fue mayor respecto de la PEA de hombres, ya que entre el tercer trimestre de 2019 y 2020 disminuyó en 9.7 por ciento, situándose en 20.2 millones al final de este periodo, mientras que la PEA de hombres decreció en 4.0 por ciento al ubicarse en 33.6 millones.
Para el cuarto trimestre de 2020 si bien se observa una mayor participación económica para mujeres y hombres, en las mujeres la recuperación fue menor, de acuerdo con las cifras del Inegi.
INGRESO LABORAL
Si bien el nivel salarial en México es bajo tanto para mujeres como hombres, en contextos de pobreza y por género se deteriora aún más. De acuerdo con el Coneval, en 2018 el ingreso laboral mediano para las trabajadoras y trabajadores que no estaban en situación de pobreza se ubicó en 30.8 y 34.2 pesos por hora, mientras que en situación de pobreza fue de 12.4 y 16.9 pesos, respectivamente. Durante el periodo de estudio (2008-2018), estos niveles presentaron variaciones de menos de cinco pesos por hora.
Aunado a los bajos niveles salariales, las mujeres perciben en promedio una menor remuneración con respecto a los hombres, independientemente de su situación de pobreza y nivel de escolaridad. En 2018 a nivel nacional por cada 100 pesos percibidos por un trabajador, una trabajadora recibió 90 pesos. Esta razón se mantuvo prácticamente sin cambios durante el periodo de estudio y en 2008 se ubicó en 87 por cada 100 pesos.
Para el Coneval, la desigualdad de ingresos laborales es un fenómeno complejo que combina problemas estructurales que incluyen al sistema educativo y su correlación con el mercado laboral, así como la falta de redistribución de las responsabilidades familiares y la discriminación laboral por razón de género.
En 2018, las mujeres en situación de pobreza recibieron 73 pesos por cada 100 pesos retribuidos a los hombres. En ausencia de pobreza la diferencia se redujo a 90 pesos por cada 100.
Estas cifras indican que la mera inserción al empleo no es condición suficiente para generar la autonomía económica de las mujeres, de manera que muchos grupos de mujeres que históricamente han participado en el trabajo remunerado no han logrado dejar atrás sus contextos de carencias económicas y sociales, refiere el reporte del Coneval.
Para la población que no está en condiciones de pobreza, un mayor nivel de escolaridad se asocia con reducciones en la brecha salarial. En 2018, las trabajadoras con educación básica fueron remuneradas, en promedio, con 81 pesos por cada 100 que ganaron los trabajadores con la misma instrucción, la relación mejora a 88 pesos por cada 100 si cuentan con el nivel medio superior, y a 96 por cada 100 si presentan el nivel superior.
Este lunes, en el marco del Día Internacional de la Mujer, Arturo Herrera Gutiérrez, titular de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), aceptó que en México siguen existiendo brechas en las condiciones laborales de las mujeres.
Señaló como una de las principales razones la falta de un sistema nacional de cuidados, pues la mujer todavía tiene límites para incorporarse al mercado laboral.
Para Acción Ciudadana Frente a la Pobreza, aunque en este sexenio se observa una paridad de genero en el Gabinete, aún no hay una perspectiva de género en las políticas públicas.
“Más allá de las personas, las políticas públicas no han tenido perspectiva de género para atender la raíz del problema. Se necesitan cambios radicales”, dijo María Ayala.
Sobre este tema, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) propuso este día la creación de un ingreso básico de emergencia para las 13 millones de mujeres de la región que perdieron su empleo en 2020 debido a la pandemia del coronavirus.
Durante la presentación del programa “Crecimiento económico con perspectiva de género”, organizado por la SHCP, Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la Cepal, señaló la urgencia de paliar la difícil situación que enfrentan las mujeres. Explicó que este ingreso equivaldría a una línea de pobreza, es decir, a 120 dólares.
Refirió que la crisis por la emergencia del coronavirus provocó que en la región la tasa de ocupación de las mujeres cayera más del 12 por ciento en 2020, lo que impactó en que la tasa de participación femenina, al menos en México, cayera de 44.5 a 40.9 por ciento.
LAS JEFAS DEL HOGAR
El número de jefas de hogar en México es menor al de los jefes, aunque presentó un crecimiento importante en el periodo de 2008 a 2018. En 2008, un cuarto del total de los hogares fue encabezado por una mujer, mientras que en 2018, esta proporción creció a un tercio. Estas relaciones se presentaron tanto en contextos de pobreza como en ausencia de ésta, reportó el Coneval.
Por rango de edades (14-44, 45-64 y 65 o más), para 2018 se observó que ante mayor edad la proporción de las mujeres como jefas de hogar creció y entre los factores de este incremento se encuentra la mayor esperanza de vida en las mujeres. No obstante, también el Coneval documentó otros de carácter biológicos, económicos, sociales, laborales, sociodemográficos y culturales, entre éstos se encuentran la disolución familiar, las migraciones masculinas interna e internacional, la maternidad en soltería, la prevalencia de elevados niveles de violencia doméstica y el aumento de la participación femenina en el mercado laboral.
En 2018 estuvieron en situación de pobreza alrededor del 45 por ciento de la población en hogares con jefaturas de hombres y mujeres de 14 a 44 años, así como de 65 o más; mientras que esta privación se presentó en alrededor del 40 por ciento de la población de los hogares con jefaturas de 45 a 64 años.
En cuanto a la carencia por acceso a la alimentación, que implica que por falta de dinero al menos alguno de los integrantes de la familia ha experimentado disminuciones en la cantidad de alimentos o situaciones de hambre, para 2018 se presentó en alrededor del 10 por ciento de los hogares con jefas o jefes que no se encontraban en situación de pobreza. Esta incidencia es tres veces mayor en los hogares con jefaturas en situación de pobreza y se acentúa si la jefatura de hogar es ejercida por una mujer.
Para 2018, el 38.3 por ciento de los hogares encabezados por jefas en situación de pobreza presentó carencia por acceso a la alimentación, mientras que en los hogares con jefes con esta privación la incidencia fue 31.2 por ciento, es decir, 7.1 puntos porcentuales menor respecto de las jefas.
Pero si las jefaturas no se encontraban en condiciones de pobreza, la carencia disminuyó en más de dos puntos porcentuales. Así, para las jefas la carencia se extendió en el 12.2 por ciento de los hogares que encabezaron, mientras que en los hombres fue en el 10.4 por ciento.
MUJERES INDÍGENAS
Si tener un trabajo remunerado no es condición suficiente para lograr un mínimo de bienestar económico para las mujeres en México, cuando las trabajadoras son indígenas esta precariedad laboral aumenta debido a la discriminación y exclusión que viven, de acuerdo con el reporte del Coneval.
En 2018, tan sólo el 30.5 por ciento de las mujeres indígenas ocupadas tuvieron un ingreso laboral igual o superior a la línea de pobreza extrema –que es el valor de la canasta alimentaria–, mientras que para el mismo año esta cifra se ubicó en el 58.1 por ciento de las mujeres ocupadas no indígenas.
En el periodo de estudio, que abarca de 2008 a 2018, se presentaron retrocesos en el poder adquisitivo del ingreso laboral para ambas poblaciones. Para las mujeres indígenas, el porcentaje de ocupadas con remuneraciones iguales o mayores al valor de la canasta alimentaria se redujo en 7.5 puntos porcentuales, mientras que en las trabajadoras no indígenas fue de 5.5 puntos.
En cuanto a la pobreza extrema, en 2010, el 51.7 por ciento de las mujeres indígenas de zonas rurales presentó pobreza extrema, es decir, tuvieron ingresos inferiores al valor de la canasta alimentaria y además tuvieron tres o más carencias sociales como rezago educativo, carencia alimentaria, de vivienda o falta de acceso a la salud o a la seguridad social.
Si bien esta privación se redujo a 39.8 por ciento para el año 2018, la incidencia aún es alta, de acuerdo con el reporte del Coneval.
FUENTE: SIN EMBARGO.
AUTOR: GUADALUPE FUENTE LÓPEZ.
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