“Nos piden una lucha pacífica, nos piden que no hagamos tanto ruido. Pero si no hacemos ruido, no vemos resultados. Esto (las marchas y las protestas) hacen que nos vean a todas, que vean cuántas estamos hartas, a cuantas nos han acosado, nos han violentado”, dice Eri, una de las participantes en la marcha de este 8 de marzo, en la Ciudad de México.
Una vez más, las manifestantes salieron a gritar que están hartas de tener miedo, de perder amigas y familiares sin que se haga justicia.
Fue una caminata y una protesta con ese doble sentimiento. Están enojadas por la inacción de las autoridades para evitar que las mujeres sufran violencia, y por la decisión de levantar vallas metálicas, a los que llaman “muros de paz”, para impedir que pinten o dañen los monumentos.
“Ojalá así como los cuidan nos cuidaran a nosotras”, se oyó gritar varias veces a las manifestantes cuando se topaban con las estatuas de hombres ilustres amuralladas.
El enojo es también por la ausencia. “Estoy aquí por las que ya no pueden estar”, decían muchas pancartas. Y ahí, en Jalisco estaba por ejemplo Mayra, pintando en el asfalto el nombre de Wendy y después un signo de pregunta. ¿Dónde está Wendy?
“Ella iba sola en su carro, sin más y desapareció, no le pueden decir que iba tomada, con hombres o cualquier otra cosa, iba sola, en su carro y ya no se sabe nada de ella. Nada.”
También estaban en la manifestación de Jalisco las amigas y conocidas de Yahaira, una joven de 23 años que desapareció el pasado 28 de febrero, en la colonia Oblatos de Guadalajara. Las jóvenes se dedicaron a repartir volantes con su rostro y a pedir ayuda para exigir justicia.
Ese enojo general se mezcla con una sensación de gozo por ver que ni la amenaza de represión ni la emergencia sanitaria por el COVID-19 han evitado que más mujeres tomen la calle, algunas de ellas muy jóvenes, casi niñas.
Es el caso de Andrea. Ella tiene 17 años y vive en Ecatepec, en el Estado de México. Participa en la protesta que se organizó en ese municipio por empatía, pero también porque ya no quiere tener miedo.
“Una amiga que está muy metida en los temas de violencia de género me ha explicado como está la situación de que no hay justicia. Ella ha perdido amigas y yo me pongo en los zapatos de ella y de las familias y por eso estoy aquí. Además, he tenido que cambiar mi rutina. Juego futbol y ya no voy a partidos que sean tarde porque me da miedo. Salgo y mi mamá se queda angustiada. No quiero que ella viva así ni yo tampoco”, dice.
En Jalisco, Valentina, una niña de siete años salió a marchar junto a su madre para pedir a las autoridades “ya no desaparezcan más niñas”. Lo mismo que Fátima, de 16 años, quien decidió marchar porque está harta de “salir a la calle y salir con miedo, y de que aunque salga en pijama, para ir a la tienda me dicen cosas, estoy cansada”
Karla, otra participante en la manifestación en la Ciudad de México, dice que ese es uno de los cambios que a ella le alegran de la lucha feminista. “Se están integrando las generaciones nuevas, esto es algo tan grande que ya vemos a generaciones más pequeñas tomando conciencia”.
#8Marzo2021 | Mujeres colocan más flores y mensajes junto a los nombres y fotos de víctimas de feminicidio y de desaparición, en las vallas colocadas al lado de la Catedral Metropolitana.
— Animal Político (@Pajaropolitico) March 8, 2021
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Aunque en general, dice, esa mayor conciencia ha permeado en todas las edades. “Hemos tenido avances, como la Ley Olimpia, y sí ha permeado más la conciencia de que realmente existe la violencia contra la mujer, que no es un invento de nosotras. Ya hay muchas mujeres que están tratando de construirse, de cambiar en ciertos pensamientos y las vemos que se van integrando más”.
María y Beatriz, de Ciudad de México, coinciden en esa transformación que va sumando mujeres a la lucha y gente convencida de que se tiene que hacer algo. “Hemos tenido más trascendencia, nos hemos vuelto más visibles, creo que si no nos visibilizamos, no nos van a voltear a ver, considero que del 2015 a la fecha hemos tenido una gran ola y eso ya se ve en este tipo de acciones”, opina María.
Para Beatriz lo que ha cambiado es el empoderamiento para hablar de muchas situaciones de violencia y abuso que las mujeres viven. Pero lamenta que la situación del día a día en ese aspecto no esté mejorando. “Se han aprobado leyes, pero no creo que haya cambiado (la realidad), hay muchas mujeres pidiendo justicia y el gobierno sigue sin hacer nada”.
Karla, del Estado de México, dice que en realidad el gobierno no ha entendido nada. “Acá en Ecatepec, el gobierno no sacó a la policía este 8 de marzo y está bien, pero ponen sus vallas, sus muros, eso demuestra que no entienden nada, solo repiten palabras y dejan que todo pase”.
#Edomex | Una vez dentro del cerco del monumento, las manifestantes en Ecatepec intervinieron en el mismo y volvieron a entonar "Canción sin Miedo". pic.twitter.com/Ol4BIDY1nF
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Karla, que vive en Naucalpan, Estado de México, dice que ella salía a marchar cada 8M pero a la capital del país. “Me vine ahora para acá para apoyar aquí. El Estado de México es una de las entidades con más feminicidios y más desapariciones de mujeres. Afortunadamente ya aquí en la periferia también vemos creciendo al movimiento feminista, eso muestra que no se está centralizando, que ya se está extiendo la lucha”.
Una lucha que, en efecto, cada 8 de marzo convoca a más mujeres, cada vez más jóvenes, a levantar la voz para que pare la violencia feminicida y se haga justicia a las víctimas y sus familias.
FUENTE: ANIMAL POLÍTICO.
AUTOR: ANDREA VEGA, SIBONEY FLORES, ERENDIRA AQUINO.
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