“A mí del PRI me ofrecieron 800 pesos; los agarré, pero ni siquiera fui a votar. Ahora sí que al PRI le estamos devolviendo lo que siempre nos hizo: le prometimos y no le cumplimos”, dice Raúl Ramírez, habitante de Acapulco, divirtiéndose con el ingenioso ejemplo que acaba de poner.
En Guerrero, en la elección del pasado domingo, hubo zonas en las que el PRI y el PRD, partidos enquistado durante décadas en cacicazgos regionales, no tuvieron un solo voto. Por ejemplo, en la sección 1759 de Cochoapa el Grande, en la región de la Montaña, Morena obtuvo 323 sufragios en una casilla para la elección de gubernatura, contra cero del PRI y el PRD, que se aliaron en este proceso electoral, y cero del PAN, aunque este último partido nunca logró extender su presencia en el estado.
Morena arrebató al tricolor y el sol azteca alcaldías importantes, como Chilpancingo, la capital del estado, y Tixtla, donde gobernaba el PRD, lo mismo que Olinalá y Atoyac, que ahora son expriistas. Al revés, Morena perdió ante al tricolor los ayuntamientos de Iguala y Tlapa, de acuerdo con los informes disponibles del Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP), que reportó la situación de 55 de los 81 municipios guerrerenses (de los restantes, el Instituto Electoral estatal no logró procesar la información, lo que ha propiciado que este martes las dirigencias del PRI y el PRD advirtieran que impugnarán un conteo que calificaron de “manipulado”).
Para los guerrerenses, sin embargo, no se trató de ningún recuento amañado. Al contrario, dicen, la realidad es que ya no querían votar por ninguno de ambos partidos.
“El PRI ya valió verijas; ahora es de oposición, pero ni eso. En todos los partidos hay gente mala, pero si el presidente (de la República) fuera del PRI, ya habría endeudado al país y eso lo tendría que pagar el pueblo. Aquí ese Mario Moreno (el candidato aliancista a la gubernatura, quien quedó segundo en el PREP) siguió diciendo que iban a dar medicinas gratis, que uniformes para los chamacos, lo que el PRI lleva diciendo siempre, nunca dieron nada”, explica el señor Adrián.
Los guerrerenses sostienen que en su estado está en marcha un proceso de cambio, pero les cuesta decir hacia dónde, o desde qué lugar.
Aquí continúa arraigada la práctica de la compra (y la venta) del voto, y la movilización de ciudadanos a las casillas. Según los relatos de los lugareños, el mismo domingo 6 de junio, día de la jornada electoral, atraparon en el Zócalo de Acapulco a una “mapache electoral”, supuestamente priista, con un montón de credenciales de votar y dinero.
“El PRI anduvo comprando los votos, de hecho me ofrecieron dinero, pero no acepté; yo dije: ‘bueno, échenmelo (el dinero)’, pero dijeron que querían ver las cuatro boletas, que tomara foto de cómo voté y de ahí me daban 500 pesos, querían la prueba para que me dieran el dinero, pero les dije que yo así no”, cuenta Octavio Gallardo, vecino de Llano Largo, que trabaja en unos viveros y se declara obradorista desde hace dos décadas.
“Ahí en mi pueblo llanero compraron votos de a 200, 300 y 500 pesos. Yo sí lo habría aceptado, pero al tiempo de votar, el voto es secreto; yo esperaba a que me dieran los 500, pero, como me pedían pruebas, ya no acepté. Nosotros votamos por Morena sin despensas y sin dinero. Es mejor, así nadie te reclama después: ‘oye, ¿qué pasó?, si yo te pagué’”.
Para estar enfilándose hacia un cambio de régimen, hay cosas que siguen muy parecidas a lo que había antes. Aquí, en el Zócalo de Acapulco, bajo un solazo de 32 grados, cerca de la Costera Miguel Alemán, a unos metros del mar, de la brisa caliente que empapa las ropas, Morena organizó un concierto y un mitin el lunes en la tarde –un día después de la jornada electoral– para festejar a su candidata a la gubernatura, Evelyn Salgado, a la que ungió ya como “gobernadora electa”, aun cuando el Instituto Electoral guerrerense continuaba haciendo el conteo preliminar de votos.
Para el acto político, bautizado como “La victoria del pueblo”, fueron contratados grupos musicales –Los Yonics, Mar Azul, Dinastía Magallón–; se regalaron sombreros calentanos, una moda que impuso el padre de la candidata, Félix Salgado Macedonio; hubo animadores en zancos y banderas de México, de Morena y de la otrora priista central sindical CTM; cientos de personas, muchas ya sin cubrebocas, se aglomeraron como si no hubiera algo que temer.
Luego por allá llega la abanderada, Evelyn Salgado Pineda, “La Torita”, pues es la hija del “Toro”, relación de subordinación que, según su padre, va a cambiar a partir de ahora. “Antes era: Evelyn, la hija de Félix; ahora es: el papá de la gobernadora”, dice Salgado Macedonio en el templete. Pero desde ahí él ya se pone a darle instrucciones a su primogénita de 39 años, a la que, dice, permitirá gobernar en solitario porque es muy capaz, porque tiene licenciatura y maestría.
FUENTE: ANIMAL POLÍTICO
AUTOR: ZEDRYK RAZIEL.
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