El martes 6 el presidente Andrés Manuel López Obrador pidió a la población de Aguililla, Michoacán, no enfrentarse a los grupos delictivos. Dos días después, llegados al límite de la tolerancia por la pasividad de las tropas del 65 Batallón de Infantería pese a los meses que llevan bajo asedio criminal, los lugareños destruyeron la pista de aterrizaje de ese destacamento castrense. Esto sucede un año después de que el Cártel de Jalisco Nueva Generación, liderado por El Mencho, exhibió videos en los que presume el despliegue de sus elementos en la región en abierto reto a los gobiernos estatal y federal.
El 17 y 18 de julio de 2020 cerca de 80 integrantes del Cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG) lanzaron amenazas contra la organización de Santa Rosa de Lima, encabezada entonces por José Antonio Yépez Ruiz, El Marro; hubo un despliegue de vehículos blindados en un punto entre Jalisco y Michoacán.
Las “Fuerzas Especiales Grupo Élite CJNG” incluso difundieron un par de videos de repercusión inédita dentro y fuera del país, lo que obligó al titular de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), general Luis Cresencio Sandoval, a explicar ese evento que cimbró a la opinión pública. Según la dependencia, esa movilización se ejecutó con motivo del cumpleaños de Rubén Nemesio Oseguera Cervantes, El Mencho, líder del CJNG.
Un año después la organización criminal volvió a aparecer en Michoacán. Y aun cuando no emitió mensajes directos ni hubo una manifestación espectacular para anunciarse, su presencia en el municipio de Aguililla significa que su incursión, expansión y posicionamiento en una parte del territorio michoacano son una realidad, lo que constituye un reto más al Estado mexicano.
Nuevo grupo de élite
El miércoles 4, integrantes del CJNG volvieron a posar en un tramo carretero del municipio de Aguililla. Y lo hicieron sin pasamontañas, goggles de combate, uniformes pixelados completos ni equipos de radiocomunicación, como antaño.
Las imágenes impactaron de nuevo a los medios nacionales y extranjeros, que vieron en el despliegue de “los jaliscos” una exhibición de poderío paramilitar del cártel más violento y mediáticamente activo del país, con presencia en 26 estados y considerado por el gobierno de Estados Unidos como “el mejor armado” entre los grupos delictivos que operan en México.
Más allá del armamento, el equipo, sus nuevas unidades y su presentación mediática, el despliegue del grupo liderado por El Mencho constituye un reto abierto al Estado mexicano; no por lo que atañe al poderío bélico de la organización, sino por lo que hay detrás de las imágenes: su presencia, toma de control e imposición de condiciones en una zona estratégica de Michoacán en la que los gobiernos estatal y federal han sido incapaces de actuar con rapidez y efectividad.
Un fotógrafo de la agencia Cuartoscuro y el fotorreportero Enrique Castro captaron la presencia y patrullaje del comando Delta del grupo “Fuerzas Especiales Mencho” (FEM), unidad del cártel integrada por una veintena de individuos que se desplazan en al menos dos vehículos blindados.
Las unidades están artesanalmente adaptadas con una torreta en la que se ve el montaje para colocar una ametralladora automática M2 Browning, calibre .50, el arma más poderosa en manos de esa organización.
La otra novedad, junto con la aparición del comando Delta y de las FEM, es la utilización de drones para vigilar desde el aire la posible presencia de los enemigos del CJNG en las carreteras de Aguililla, Coalcomán, Buenavista Tomatlán, Apatzingán, Zamora, Tangancícuaro, Jacona, Vistahermosa, Aquila, Tocumbo, Ciudad Hidalgo, Zitácuaro, Uruapan, Tancítaro, Zinapécuaro, así como los alrededores de Morelia, la capital del estado, por citar las de mayor actividad criminal y choque entre facciones delictivas y de autodefensa.
No fue el primer despliegue paramilitar del cártel. Ya lo ha hecho en videos propagandísticos en Michoacán y Jalisco, lo mismo cuando sus integrantes reparten regalos, despensas, aparatos eléctricos y juguetes a los habitantes de decenas de rancherías y poblados, o exhiben el paso de camionetas pick up y sus blindados artesanales en carreteras y plazas de los municipios que controlan.
A esos videos se suman los que han hecho en lugares cerrados, con más armamento y equipo, amenazando a otros cárteles o funcionarios, como Omar García Harfuch, titular de la Secretaría de Seguridad Ciudadana de la Ciudad de México, quien sufrió un atentado el 26 de junio de 2020 en la zona de Lomas de Chapultepec. El propio funcionario atribuyó el ataque al CJNG.
El enfrentamiento de octubre
En el despliegue de 2020, el cártel del Mencho difundió los videos en los que se observa a decenas de sicarios con armas y equipo lanzando consignas contra el cártel de Santa Rosa de Lima y amenazan con expulsarlo de Michoacán y luego de Guanajuato.
En aquella ocasión el general Sandoval mostró en varias láminas datos sobre ese despliegue. El 20 de julio de 2020, al final de la conferencia de prensa mañanera de Andrés Manuel López Obrador, dijo que los videos mostraron al menos cinco tipos de armas en un lote de 80 piezas, así como a 75 sujetos que lanzaban consignas en apoyo a seis personas o grupos, y más de 20 vehículos con distintos niveles de blindaje y bases para armas largas.
Los sicarios estaban a un costado de decenas de vehículos pixelados en tonos similares a los que usa el Ejército; algunas unidades tenían logotipos del CJNG con la leyenda “Fuerzas Especiales Grupo Élite”. Algunos de los blindados artesanales llevaban torretas con afustes para el montaje de ametralladoras calibre 0.50 y 7.62 milímetros.
Este primer video causó revuelo. De inmediato se volvió trending topic, pues fue tomado como un reto abierto al Estado mexicano y a sus fuerzas armadas. Horas más tarde el CJNG publicó otro video del mismo despliegue, pero en otro sitio y con un mensaje en el que anunciaban que su guerra no era contra el gobierno, sino contra el cártel de Santa Rosa de Lima.
En su análisis de los videos, la Sedena destacó que los sicarios poseían una ametralladora antiaérea calibre 0.50, otras nueve de diversos calibres, así como 10 fusiles M-82 Barret calibre 0.50, 54 fusiles de asalto y seis aditamentos lanzagranadas (para calibre 40 milímetros).
Según Sandoval, los vehículos identificados eran una camioneta doble rodada de dos toneladas de peso, nueve pick ups con blindaje, una Hummer con blindaje, una Excursión con blindaje, cuatro pick ups con roll bar, dos jeeps Rubicón, un jeep con blindaje y tres unidades sin identificar.
Acerca del “Grupo Élite Fuerzas Especiales” del CJNG, el titular de la Sedena indicó que éste surgió en 2019, liderado por Juan Carlos González, El 03, y era, hasta hace un año, el único grupo armado de esa naturaleza. Asimismo, dijo que esa facción del cártel contaba con células en Michoacán, Guanajuato y Zacatecas.
Y agregó que el gobierno federal esperaba más escenarios de violencia por parte del CJNG, no sólo en Michoacán, sino también en Guanajuato, sobre todo por las amenazas directas contra El Marro y el aviso de que entrarían a esa entidad para expulsarlo o acabar con él. Un mes después de la difusión de los videos del CJNG, tropas de la Sedena detuvieron a Yépez Ortiz en una casa de seguridad en el municipio de Juventino Rosas, Guanajuato.
En octubre siguiente, tropas del Ejército fueron atacadas por el “Grupo Élite de las Fuerzas Especiales del CJNG”. En la refriega los militares destruyeron los blindados “monstruo” que aparecieron en el video difundido el 17 de julio de 2020.
La destrucción de la pista
La reaparición del CJNG en las inmediaciones de Aguililla a unos días del supuesto cumpleaños del Mencho, ocurrió en un ambiente de tensión y enfrentamientos entre civiles y tropas de la Sedena, a las que los lugareños critican por acuartelarse y por no enfrentar a los criminales del CJNG y de otros grupos que se disputan la plaza ganada por los hombres del Mencho.
Con los rostros descubiertos, mal equipados y mostrando varias armas de fuego viejas y poco útiles en combate contra unidades militares, los comandos Delta de las FEM dejaron al menos una ametralladora automática M2 Browning, calibre .30, la cual requiere tripié y al menos dos hombres para manejarla con toda precisión, explica Alexei Chévez Silveti, consultor en seguridad y especialista en manejo de armas de fuego.
Chévez Silveti considera que el armamento mostrado por la gente del CJNG en algún punto de Aguililla es viejo, no es más poderoso que el usado por el Ejército o por la Guardia Nacional. Entre las piezas que aparecen en las fotos de la agencia Cuartoscuro y del fotógrafo Enrique Castro se aprecian carabinas AR-15, una ametralladora M60, dos ametralladoras Browning calibre .50, fusiles M4 y la Browning M2, que requiere de un trípode y de dos o tres hombres para operarla.
Así como aparece en la foto no es posible dispararla, señala Chévez, para quien el blindaje de los llamados vehículos “monstruo” es artesanal y primitivo. “No hay consistencia en su equipo y uniformes”, añade el experto.
La secuencia fotográfica muestra a los integrantes del comando Delta con pantalones de mezclilla, algunos con botas de campaña y otros con botas de excursionista. Sus cascos balísticos ACH –Advanced Combat Helmet, estadunidenses– lucen desgastados y es difícil saber cuánto tiempo llevan con ellos, si se los dieron nuevos o usados. Lo mismo sucede con los chalecos, algunos de ellos balísticos, todos muy gastados, varios con parches que indican el tipo de sangre del usuario y con las iniciales del cártel.
El dron parece un Mavic Pro Platinum, tiene una capacidad para transmitir imágenes hasta una distancia de 10 kilómetros y hasta 35 minutos de batería en operación continua.
Con estos elementos el CJNG logró no sólo un nuevo golpe mediático; consiguió también renovar el reto al gobierno del presidente López Obrador, en un contexto de violencia y asedio permanente como el que se vive en Michoacán y en más de la mitad del país, con la estrategia de no confrontación ordenada desde el mando supremo a las tropas en todos los puntos críticos del territorio y con una tensión que no cede.
Desesperación en Aguililla
El 27 de junio y el pasado jueves 1, el cuartel del 65 Batallón de Infantería en Aguililla, Michoacán, que encabeza el coronel de Infantería Pedro Larios Guzmán, fue atacado por lugareños que exigían a los soldados salir a las calles y carreteras a vigilar, patrullar y protegerlos. Les pedían enfrentar a los cárteles, garantizar la libre circulación por las carreteras de la región; en suma, liberarlos del aislamiento provocado por la guerra entre cárteles.
El lunes 5, luego de la difusión de al menos cuatro videos tomados por la propia tropa del 65 Batallón –que mostraban desde el interior del cuartel la embestida de civiles derribando con un camión de basura las puertas del destacamento, además de la respuesta militar, cuyas tropas lanzaron gases lacrimógenos, así como las pedradas desde el exterior–, el párroco de Aguililla, Gilberto Vergara García, logró mediar una vez más para acercar a civiles, militares y habitantes del lugar en busca de soluciones, pero sobre todo para evitar un escalamiento de las agresiones.
Ese día, la Asamblea Comunitaria de Aguililla difundió un pliego en el que exige a los gobiernos federal y estatal, así como a las fuerzas del orden, actuar, liberar al pueblo, garantizar el libre tránsito, crear las condiciones para reactivar la economía y, en líneas generales, rescatarlos del asedio y la violencia imperante en la zona.
El texto establece un lapso de cinco días hábiles para dar a conocer un calendario tentativo de reuniones en las que se alcancen acuerdos encaminados a la pacificación. El plazo vence este fin de semana. El lunes 12 deberá darse a conocer el calendario y los detalles para poner en práctica los primeros acuerdos.
El martes 6 el presidente López Obrador llamó a la población de Aguililla a no enfrentarse a los grupos delictivos, “a que se ayude a conseguir la paz, que no se tome el camino de la violencia”. En respuesta, la tarde del jueves 8 un grupo de lugareños destruyó la pista de aterrizaje del 65 Batallón de Infantería. Utilizó traxcavos para impedir la llegada de helicópteros que abastecen al cuartel.
Reportaje publicado en el número 2332 de la edición impresa de Proceso
AUTOR: JORGE ALEJANDRO MEDELLÍN.
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