Cuando se habla de casos de desaparición de personas es común pensar en lo que se vive en otras entidades de México y no en la CDMX. Ya sea por la situación geográfica o porque la voz de sus familiares se ve opacada frente a otros fenómenos propios de la capital del país, la realidad es que la desaparición de personas en la ciudad no es un tema menor.
En 2019, la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, anunció la creación de la Comisión de Búsqueda de Personas de la Ciudad de México. En aquel momento la funcionaria refirió que desde 1992 en la capital del país se contabilizaban 792 personas desaparecidas vinculadas a un tema de derechos humanos.
Sin embargo, lo que se vive en la CDMX es mucho más alarmante.
De acuerdo con el Registro Interno de Personas Desaparecidas de la Comisión de Búsqueda de Personas de la Ciudad de México, solo entre el 25 de junio del 2019 y el 28 de junio de 2021 se contaba con el reporte de mil 666 personas desaparecidas.
De ellas, según la base de datos pública dispuesta en su portal de internet, mil 057 personas habían sido localizadas -89 de ellas sin vida-, mientras que a la fecha 609 continúan desaparecidas.
Unidos para ser escuchados
Hace tres años, el 27 de abril de 2018, Mariela Vanessa Díaz Valverde de 21 años, estudiante del segundo semestre de la carrera de Lengua y Literatura Hispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, desapareció luego de salir de su domicilio en la alcaldía de Iztapalapa.
Cuando sus familiares exigían una investigación y la búsqueda de la joven, se encontraron con otras personas que también tenían un familiar desaparecido y que enfrentaban a las autoridades al igual que ellos. Se unieron y juntos alzaron la voz para exigir el actuar de las autoridades.
Para marzo de 2019, y luego de advertir que, si no se unían formalmente, sus voces no serían escuchadas, decidieron constituir el colectivo Hasta Encontrarles CDMX.
“Se decide que se nombre como un colectivo de familias de personas desaparecidas en la ciudad de México sobre todo porque una vez que se van encontrando (las familias) se dan cuenta de que no son casos aislados como se cree en la ciudad de México y porque hay una especie de problema de reconocimiento del fenómeno en la ciudad”, dice Mitzi Robles, integrante del grupo.
Al configurarse como un colectivo de búsqueda asumieron que no sólo se ocuparían de dar cuenta de los estragos u omisiones que las autoridades suman a lo largo de los procesos de investigación, sino también la posibilidad de incidir tanto social como políticamente en la visibilización de un fenómeno del cual no se habla en la ciudad.
En poco más de dos años de existencia, el colectivo Hasta Encontrarles CDMX acompaña formalmente 15 casos de desaparición, sin embargo, subrayan que también han dado acompañamiento y asesoría a decenas de casos más sin importar que no estén integrados oficialmente en el colectivo.
“Ciertamente hemos aprendido en este tiempo que es muy difícil pensar en las desapariciones en la CDMX porque ya tenemos creada la idea del fenómeno de desaparición muy ad hoc a como sucede en los estados del norte (…) y porque hay una imagen de la ciudad de México como la ciudad de vanguardia, la ciudad de los derechos, una ciudad que además se supone hipervigilada en donde sería difícil hablar de desaparición de personas porque iría completamente en contra de un proyecto político y económico de una ciudad como esta”, explica Robles en entrevista con Animal Político.
La lucha del colectivo no se ha limitado a buscar a sus familiares desaparecidos, sino a hacer un llamado a las autoridades -tanto fiscalías, comisiones y gobierno- para que volteen a ver esta realidad, y aunque no ha sido fácil lograrlo, desde marzo del año pasado, mantienen comunicación directa con Claudia Sheinbaum quien les recibe por lo menos cada dos meses.
“Tenemos una reunión con ella para ver el estatus del avance de las investigaciones, pero también para poner sobre la mesa demandas y observaciones generales del funcionamiento estructural de las instancias encargadas de investigar y buscar”, detalla Mitzi.
Aunque se trata de encuentros que les permiten exponer sus inquietudes, admiten que el que hayan tenido que llegar hasta la jefa del gobierno es un indicativo de que algo está fallando en toda la estructura encargada de atender el tema de desapariciones en la CDMX.
“Nada más sintomático de que las estructuras no funcionan, que el que tengamos que llegar hasta el último nivel institucional para expresar cuáles son las inconformidades que se están teniendo”, destaca.
“Cuando llegamos a todas estas instancias nos damos cuenta de que hay un problema estructural muy serio de cómo funcionan las instituciones, que aún cuando se tienen protocolos muy establecidos que supuestamente están funcionando con una legislación de años, pues nos damos cuenta de que en términos de opertativizar esos protocolos y esa legislación, lo que hay es incapacidad, opacidad, corrupción e impunidad, todo esto asociado a procesos de revictimización de las propias familias”.
Desapariciones generalizadas y localizadas
“Tenemos la imagen de la desaparición asociado al tema de las fosas clandestinas, no quiere decir que aquí en la CDMX no existan (…) pero cuando hablamos de desaparición en la ciudad de México, para empezar dices ¿en dónde los encuentras?, ¿a dónde vas a buscarlos? En otros estados el propio escenario geográfico te puede dar un imaginario o una idea de dónde podrías empezar la búsqueda de una persona, pero en la ciudad eso se complejiza muchísimo”, detalla la integrante del colectivo Hasta Encontrarles CDMX.
De acuerdo con el trabajo que ha hecho el colectivo, alcaldías como Iztapalapa, Xochimilco, Gustavo A. Madero y Álvaro Obregón son las demarcaciones en donde se concentran los casos a los que han dado seguimiento, territorios que coinciden al analizar la base de datos pública que actualiza cada mes la Comisión de Búsqueda de Personas en la Ciudad de México.
De los mil 666 reportes con los que cuenta la comisión, la alcaldía de Iztapalapa es donde se concentra el mayor número de denuncias por desaparición con 245 casos. Le siguen Cuauhtémoc, Gustavo A. Madero, Álvaro Obregón y Coyoacán con 186, 163, 100 y 94 casos respectivamente. En 245 casos no se cuenta con la información del municipio donde ocurrió la desaparición.
A través de una respuesta de información pública, la Fiscalía General de Justicia de la ciudad (FGJ) informó que de febrero de 2012 al 23 de marzo de 2021 cuenta con el registro de 96 carpetas abiertas por el delito de desaparición forzada en la capital del país.
En este caso la alcaldía de Gustavo A. Madero encabeza las denuncias con 20 de ellas, seguida por la alcaldía de Cuauhtémoc con 11 carpetas de investigación.
“Intuimos, -porque aún no tenemos esta información sistematizada-, que (en estos territorios) tiene que ver la diversidad de las violencias que se asocian y se relacionan en una ciudad como esta y que claramente tendrían que ver con una lógica macrocriminal. Sería absurdo decir que en la ciudad de México no hay crimen organizado. El año pasado tuvimos sucesos que nos dieron cuenta de que sí hay crimen organizado en la ciudad de México, aunque tampoco esté del todo reconocido”, subrayó Robles.
Respecto a las edades y sexo de las personas desaparecidas en la CDMX, el colectivo no tiene identificado un grupo que prevalezca.
En un inicio, explican, se conformaron como un colectivo que acompañaba casos de desaparición de niñas y mujeres, pero al paso de algunas semanas se les acercaron familias de niños y hombres que pedían su apoyo para encontrarlos.
“Eso nos empezó a dar a nosotros una perspectiva más amplia del problema, porque ciertamente nos enfrentamos a la demanda de apoyo, aunque al inicio pensamos que íbamos a ser un colectivo para casos de mujeres, pues obviamente no podíamos cerrarnos y decir que no íbamos a apoyar a estas familias”, agrega.
Al preguntarle si acompañan más casos de mujeres u hombres desaparecidos, la integrante del colectivo dice que los casos están muy equilibrados, prácticamente es el 50% y 50%, sin embargo aclara que “a nosotros no nos gusta centrarnos en esta lógica de cuántos hombres y cuántas mujeres porque eso sentimos que nos quita un poco la atención del reconocimiento y la especificidad de las violencias, entonces cuando hablamos de desaparición decimos desaparición generalizada, pero reconociendo justamente qué desapariciones están sucediendo y quiénes están desapareciendo”.
En el caso de desaparición de hombres, detalla, hay una proximidad muy directa al tema de crimen y eso es una línea de investigación que siempre se sigue cuando les llega el caso de un hombre mayor de edad.
Cuando se trata de un menor de edad, muy probablemente está asociado a un tema de corrupción de menores, y en el caso de niñas y mujeres, claramente está toda la violencia que atraviesan los cuerpos femeninos o feminizados que les dan indicios de por qué se están dando las desapariciones y cuáles podrían ser los delitos asociados.
Fue a la tienda y no lo volvieron a ver
Édgar Guzmán de 42 años salió de su casa el 7 de agosto del 2020. Solo iba a la tienda a ponerle crédito a su celular, pero desapareció y desde ese día su familia no sabe de él.
“El último que lo vio aquí en la casa fue mi marido, eran las 17:30 horas y le pidió un cargador y un celular porque se había descompuesto el de él y le dijo que iba a salir a ponerle crédito y que regresaba. Esa fue la última vez que lo vimos”, dice Aida Guzmán, hermana de Édgar.
En entrevista con Animal Político la mujer narra que, aunque todos vivían en el mismo predio en la alcaldía de Álvaro Obregón, él tenía una entrada privada a su cuarto, así que no les llamó la atención que no volviera a los 20 minutos ni que no les avisara que había vuelto, pues era común que se quedara platicando con sus amigos de la cuadra.
“Nuestro problema es que eso fue un viernes y el sábado nosotros ya traíamos planes de irnos al estado de Morelos porque nos habían prestado una casa para despejarnos un poco de la pandemia porque ya estábamos hartos de estar encerrados en la casa. Mi hermano ya sabía, entonces salimos muy temprano y por costumbre de no estar atrás de él no se me ocurrió tocarle y decirle que ya me iba, solo le mandé un mensaje”, recuerda Aida.
En el breve texto le puso que ya se habían marchado y que no olvidara alimentar a sus perritos.
Durante el fin de semana no hubo respuesta al mensaje, pero no fue una señal de alarma para la familia porque sabían que ante cualquier emergencia él les escribiría o les llamaría de inmediato.
El miércoles 12 de agosto Aida y su familia volvieron a la CDMX. Sus perritos estaban más que hambrientos, no tenían comida ni agua. La reacción inmediata de la mujer fue de coraje, ¿cómo era posible que su hermano hubiera olvidado alimentar a sus animalitos?
El cuarto de Édgar estaba cerrado. Buscaron una llave y abrieron. Todas sus pertenencias estaban: su cartera, sus identificaciones, su tarjeta de banco, parecía que nada material faltaba. Su cama estaba hecha, pero él no estaba.
“Nadie de nuestros vecinos nos supo dar razón de si lo vio o no (…) así que decidimos ir a denunciar la ausencia”, dice Aida.
Ante la falta de información, uno de sus primos llamó al 911, quizá tuvo un accidente y estaba en algún hospital. También preguntaron en las unidades covid-19, pues pensaron que se habría enfermado y lo habrían internado, incluso preguntaron si estaba detenido. Al no recibir ninguna respuesta decidieron ir al Instituto de Ciencias Forenses (Incifo) y nada, no había rastro de él.
“Ahí empezamos el viacrucis de las autoridades que lo primero que te dicen ‘¿qué, tu hermano no es fiestero?’, ‘seguramente está de parranda’ y muchos días lo tuvieron catalogado como chavo de fiestero y eso nos lo dijo alguien que trabajaba ahí”, reclama Aida.
Solicitaron las grabaciones de las cámaras de vigilancia de su cuadra, pero no había nada. De las cuatro cámaras sólo funcionaban tres y la cuarta apuntaba a la copa de un árbol. “No es único caso que nos hemos encontrado en el que casualmente ese día no grabó la cámara o no funcionaba, ya dominamos sus justificaciones”, reprocha la mujer.
A un mes de la desaparición de Édgar, Aida recibió una pista a través del Messenger. Una mujer la contactó y le aseguró conocer el lugar en el que tenían cautivo a su hermano.
En compañía de policías de investigación, Aida acudió a una reunión con esta mujer quien informó la ubicación de la casa de seguridad en la alcaldía de Álvaro Obregón en la que supuestamente estaba Édgar y otros dos hombres. Según lo que la joven refirió, los tres cautivos estaban amarrados y gravemente golpeados.
“En ese caso las autoridades se movieron para conseguir la orden de cateo de la propiedad. (…) ahí detuvieron a una persona, le encontraron celulares, drogas y armas. No supe qué les dijo, solo me dijeron que sí reconoció a mi hermano y que tenía mucho tiempo que no lo veía por la zona. Supuestamente levantaron el piso para buscar si no había algo ahí enterrado”, comparte Aida.
Fue hasta ese momento que la carpeta de investigación que se tenía por la ausencia de Édgar cambió al delito de desaparición forzada.
Ahí empezaron los pensamientos negativos
Aida reconoce que hasta ese momento en su mente comenzaron a rondar los pensamientos negativos sobre lo que le pudo haber pasado a su hermano.
En la búsqueda de Édgar, dice, ha ido conociendo gente en la misma alcaldía lo que le ha permitido advertir que el crimen organizado y las bandas delictivas están creciendo.
“No han querido aceptar que la desaparición está creciendo bastante fuerte. Ya no es tan chiquito el grupo de desaparecidos que hay en la ciudad en comparación con otros estados que antes siempre estaban catalogados como donde más desaparecía gente”, asegura la mujer.
“Yo he visto en mi caminar que la CDMX ya no está muy debajo de la lista de dónde más desaparece gente. Ya no creo que seamos de los de más abajo y lo más triste es que en esta ciudad, yo creo que porque el mismo gobierno no quiere aceptar que la desaparición ha crecido, entonces no ponen a las personas adecuadas ni les dan dinero (presupuesto)”.
Aida se acercó a la Comisión de Búsqueda de Personas de la CDMX y aunque al inicio la atendieron, al paso del tiempo, cuando ella quería saber qué noticias se tenían de su caso, ya no le volvieron a contestar ni el teléfono, ni los correos electrónicos que enviaba.
“Yo me he dedicado a ir a los diferentes estados porque la Comisión de Búsqueda es la encargada de hacer oficios de colaboración a los diferentes estados, al menos los aledaños, para avisarles de la desaparición, pero no lo hacen, entonces nosotros como familiares tenemos que ir conforme nuestras posibilidades de tiempo y dinero”, reprocha.
Así, en los casi 11 meses que lleva desaparecido su hermano, Aida no sólo ha ido al Estado de México, Morelos, Hidalgo o Tlaxcala, sino que ha viajado hasta Jalisco y Guerrero para llevar el expediente de búsqueda de su hermano para que, si llegara a haber alguna noticia en aquellas entidades, de inmediato se le notifique.
En ocasiones, dice, cuando familiares con personas desaparecidas le dicen que irán a tal o cual estado a dejar sus expedientes, ella les coopera para el pasaje con el fin de que se lleven también sus documentos y los presenten en las comisiones de búsqueda de aquellas entidades.
¿Dónde buscar?
El fenómeno de las desapariciones en la ciudad es de tal complejidad que no se puede seguir solo un camino, por ello, explica Mitzi Robles, integrante del colectivo Hasta Encontrarles CDMX, se necesita una comisión de búsqueda que tenga la capacidad de hacer análisis macrocriminal, análisis de violencias por género y análisis ampliados de infancias y adolescencias, sin dejar de lado los análisis de violencias familiares porque es un tema del que no se habla en los fenómenos de desaparición pero que forman parte del contexto social de la capital del país.
“En la ciudad de México ha sido muy difícil incluso imaginar un mapa de las desapariciones porque los propios escenarios geográficos se vuelven muy complejos. En la ciudad de México cuando pensamos en salir a hacer búsqueda de campo, pensamos claramente en los lugares limítrofes que tienen que ver más con zonas boscosas, con campos abiertos o barrancas, pero también tenemos cuerpos acuíferos que también podrían estar funcionando como lugares de desaparición”, expone Robles.
“Pero también asumimos en esta lógica del espacio urbano que seguramente hay espacios cerrados en donde también podrían empezar a configurarse como espacios en donde la gente también podría estar siendo desaparecida”.
Aida, por ejemplo, ha participado en dos búsquedas de su hermano en las barrancas de Álvaro Obregón, sin embargo, éstas han sido infructuosas porque las personas que envían a hacerlas no están capacitadas para llevarlas a cabo.
“Geográficamente nuestra ciudad tampoco nos ayuda en la cuestión de desaparición (…) en otros estados como que sabes las zonas dónde buscar, pero en la CDMX hasta en el drenaje hay gente que vive ahí”, recalca la mujer.
“La gente de la comisión (de búsqueda de personas) no tiene los conocimientos ni la experiencia de una búsqueda. Solo los bomberos pudieron buscar porque se tuvo que hacer a rappel y los familiares no pudimos entrar. Se debió hacer otro tipo de búsqueda, de más días, pero no les interesa, solo de afuerita. Llevan herramienta que ni saben utilizar”, reclama Aida al contar cuando se hizo la búsqueda de su hermano en una barranca de Álvaro Obregón.
Mejor los familiares están capacitados para llevar a cabo estas búsquedas porque, afirma, han aprendido hasta con videos en YouTube.
Relevo sin experiencia
En octubre del 2020, Fernando Elizondo García, entonces comisionado de búsqueda de la CDMX, presentó su renuncia.
De acuerdo con el colectivo Hasta Encontrarles CDMX, de la noche a la mañana el funcionario se fue sin siquiera explicar los motivos. Ahí empezó un nuevo viacrucis para las familias.
“(Fueron) seis meses en donde solamente había una encargada de la oficina, pero que para los familiares con personas desaparecidas lo que representó fue el estancamiento total de las pretendidas acciones de búsqueda”, explicó Mitzi Robles, integrante del colectivo.
Aunque se estaba atravesando por la contingencia sanitaria por el covid-19, las familias urgieron a las autoridades locales que empezaran de inmediato el proceso para elegir a quien ocuparía el cargo, pues las plataformas para llevarlo a cabo estaban habilitadas.
Después de meses de presión, en los que no avanzaban las investigaciones por la desaparición de sus familiares, el gobierno local emitió la convocatoria para elegir a quien estaría al frente de la Comisión de Búsqueda de la ciudad, pero desde el principio el colectivo advirtió las inconsistencias.
La primera de ellas es que Lizzeth Hernández -quien fue elegida comisionada de búsqueda de la CDMX- no fue respaldada por ninguna organización o grupo de víctimas que denotara credibilidad para ocupar el puesto, sino que ella se autopostuló.
Después, tuvo un pobre desempeño en la entrevista pública que se hizo para conocer su expertise en el tema. En preguntas sobre legislación o principios rectores sus respuestas fueron calificadas por el colectivo como “vagas”.
“A nosotras nos dan la noticia del nombramiento de manera extraoficial en una reunión con Claudia Sheinbaum, ahí cuestionamos las razones (del nombramiento) y nuestra pregunta fue ignorada”, reprochó Robles.
En la Gaceta oficial del Gobierno de la ciudad del 1 de abril se publicó la designación de Hernández como la titular de búsqueda de personas de la CDMX, a lo que familiares y el propio Consejo Ciudadano de Búsqueda de Personas de la ciudad de México -quienes acompañaron el proceso- reaccionaron enviando cartas de inconformidad a la jefa de gobierno.
En estas misivas reprocharon la elección de Hernández al considerar “que no tiene los conocimientos básicos en materia de desaparición de personas dado que ignora elementos elementales de la normativa internacional y nacional en materia de desaparición y desaparición forzada de personas”.
A iniciativa y petición propia, integrantes del colectivo sostuvieron una reunión con la recién nombrada comisionada de búsqueda de personas de la CDMX. Un encuentro que, afirman, les sirvió para confirmar que no es la persona adecuada para el cargo.
“Esa reunión nos sirvió para reivindicar nuestras sospechas de que no era una persona que tuviera las aptitudes, las capacidades, porque no nos pudo presentar, ni siquiera de manera general, un plan de trabajo, lo cual es muy preocupante porque si te dices una persona experta en la materia (…) al menos un mapa mental tienes”, dijo Robles.
Cuando se le preguntaron cosas específicas sobre cómo coordinaría e implementaría el sistema nacional de búsqueda y el plan nacional de búsqueda, detalló, no dio ninguna respuesta precisa, demostrando que no tiene claridad de qué significan esas instancias.
Incluso, les pidió tres semanas para que les pudiera presentar un plan de trabajo.
“Es muy grave que a personas con familiares desaparecidos se les pida esperar (porque) lo que juega en contra a estas familias es el tiempo”, sostiene.
“Me parece que también es un tema de falta de sensibilidad de lo que se está señalando y que están llevando a las familias a los tiempos burocráticos y no se está entendiendo que un día, un mes, pone en riesgo la vida de las personas que están desaparecidas”.
Aida Guzmán, que desde agosto pasado busca a su hermano Édgar, consideró que la designación de una persona sin experiencia en el ramo es muestra de lo poco que interesa a las autoridades el tema de desapariciones en la ciudad de México, por ello, les urgió ocuparse de este fenómeno y aceptar que la capital del país ya no es el oasis que llegó a ser años atrás.
“Yo le pido a las autoridades que se quiten la venda de los ojos porque el crimen organizado aquí ya está. Hay muchas bandas de crimen organizado, de narcos, aunque no lo quieran aceptar. Lo que pido es que acepten que su ciudad ya no es la ciudad segura que ellos quieren creer, tienen que aceptar que la seguridad se les salió de sus manos y que no hay ninguna alcaldía segura”.
En tanto la titular de la comisión de búsqueda de personas de la CDMX presenta un plan de trabajo, familiares con personas desaparecidas continúan la búsqueda con sus propios medios, pidiendo prestado para llevar sus expedientes a otras entidades y saliendo a recorrer barrancas siguiendo pistas que ellos mismos encuentran porque ante la urgencia, las autoridades les han pedido que esperen.
FUENTE: ANIMAL POLÍTICO.
AUTOR: DALILA SARABIA.
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