El Gobierno mexicano ubicó 4 mil 233 expedientes de reos torturados, sin condena, adultos mayores o con enfermedades crónicas que pueden beneficiarse del decreto del 25 de agosto para su liberación, según informó el Secretario de Gobernación, Adán Augusto López, quien esta semana anunció la liberación de 681 personas.
“Confiamos en que serán resueltos gradualmente para que las personas puedan obtener su libertad, lo que vamos a anunciar el día de hoy es sólo el principio de un proceso cuyos avances estaremos viendo cada mes”, dijo el titular de la Secretaría de Gobernación (Segob) el pasado martes en la conferencia matutina del Presidente Andrés Manuel López Obrador donde también señaló que serán liberados los indígenas sin una defensa adecuada, pero siempre y cuando cumplan con los supuestos establecidos.
El decreto que se publicó en el Diario Oficial de la Federación (DOF) ordena un comité para excarcelar a adultos mayores de 75 años, adultos mayores de 65 años con enfermedades crónicas y presos con 10 años sin sentencia y torturados. Es decir, no incluye de manera directa a los indígenas presos.
Donde sí se incluyen es en la Ley de Amnistía, aprobada en 2020 y que aplica a los indígenas que hayan sido procesados sin un traductor.
“El decreto no contempla a las personas indígenas que se encuentran privadas de la libertad, el que sí lo contempla es la Ley de Amnistía. Hoy por hoy este decreto se centra en personas torturadas, en prisión preventiva, que tengan más de 70 años y estén por delitos menores y personas que tengan una enfermedad crónico degenerativa”, mencionó José Luis Gutiérrez, director de Asilegal.
Al cierre de 2020 se reportó que del total de personas privadas de la libertad, 6 mil 889 (3.3 por ciento) pertenecían a algún pueblo indígena, de los cuales el pueblo Náhuatl concentró el 16.8 por ciento, de acuerdo con el Censo Nacional de Sistema Penitenciario en los ámbitos estatal y federal publicado por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
En el estado de Chiapas, donde hay 19 centros penitenciarios, se encuentran privadas de libertad 4 mil 192 personas, de las cuales 284 son indígenas (6.77 por ciento). La mayoría son tseltales (128), seguidos por choles (97), tsotsiles (45), zoques (6), tojolabales (6), zapotecos (1) y mayas (1), de acuerdo con el informe “El acceso a la justicia de personas indígenas privadas de la libertad en los estados de Chiapas y Oaxaca” publicado en 2017 por la organización Asilegal.
El Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de Las Casas, por su parte, tiene documentados al menos 20 casos de personas presas en donde se ha denunciado tortura, todas pertenecientes a un pueblo indígena.
“Los patrones de impunidad que hemos podido identificar en el marco del sistema penal acusatorio se deriva a partir de detenciones arbitrarias por faltas administrativas o bien, simulación de iniciar una investigación penal, lo que permite mantener a la persona detenida por 48 horas bajo custodia del Ministerio Público, dentro de las cuales se tortura como castigo, intimidación, para para obtener una declaración autoinculpatoria y/o otras pruebas ilícitas con las que posteriormente el Ministerio Público solicita orden de aprehensión al Juez de Control y por medio de esta orden, en la audiencia inicial, saltarse el debate sobre la legalidad o no de la detención”, explicó Rubén Moreno del Centro Frayba.
La organización destaca varias características que las autoridades cometen en contra de los indígenas, entre ellas están la falta de traductor desde la detención, la tortura para obligarlos a culparse por un delito que no han cometido, la falta de una defensa y la discriminación que se vive al interior de las cárceles.
“Por ejemplo, hay un grupo de presos que estamos acompañando en Comitán y San Cristobal de las Casas que tuvieron que presentar un amparo para que pudieran ser atendidos dentro de la cárcel porque tenían síntomas de COVID”, denunció Rubén Moreno.
Por estas razones, el Centro de Derechos Humanos Fray plantea que el beneficio de excarcelación no sólo aplique en la Ley de Amnistía, también en el decreto presidencial.
Pero la organización Asilegal va más allá y plantea una aplicación adecuada de la Ley General de Ejecución Penal para despresurizar las cárceles del país y beneficiar no sólo a indígenas, también a todos los presos que se encuentran purgando una condena de manera injusta.
“Lo que se tiene que hacer es un uso adecuado de la implementación de la Ley General de Ejecución Penal, tener más jueces de ejecución penal que estén capacitados y que éstos sepan que son garantes de los derechos de las personas privadas de su libertad”, señaló. “Estas acciones las tendría que estar haciendo el Poder Judicial, pero está muy pasivo y por eso el decreto del Presidente”.
INDÍGENAS PRESOS EN CHIAPAS
Uno de los casos que ejemplifica los abusos a derechos humanos en el sistema de procuración de justicia en Chiapas, es el de Carlos Antonio López Robles, detenido en octubre de 2019 y preso desde entonces en Centro Estatal de Reinserción Social (CERSS) número 14 “El Amate” luego de haber sido torturado y confesar un delito que, señala, no cometió.
En una carta dirigida al Presidente López Obrador, y difundida por el Centro Fray Bartolomé de las Casas, López Robles denunció el pasado 11 de febrero su situación. Expuso que fue detenido por agentes judiciales de la Fiscalía, quienes irrumpieron en su domicilio ubicado en la Colonia las granjas, en Tuxtla Gutiérrez, para sacarlo a golpes junto con su esposa, Julia.
“El día 29 de octubre del 2019 fuimos envueltos con vendas en la cara, en el cuerpo y envueltos en los codos para inmovilizarnos y torturarnos, con golpes, con agua y con toques eléctricos, con bolsas en la cara hasta dejarnos inconscientes y después colgarnos de pies y manos hasta dejarnos inconscientes hasta levantarme con el chorro de agua, con bomba de agua y franelas en el rostro”, acusó en el documento.
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