La relación López Obrador-Gertz Manero se ha tejido, desde hace varios años, mediante una cadena de favores mutua. Servicios personales y políticos recíprocos, que hoy explican la influencia e interdependencia que tienen el Presidente y el Fiscal General de la República, bajo un signo inequívoco: la amistad cómplice y a conveniencia política.
Así inició su amasiato político:
Cuando a finales de los años noventa era presidente del PRD, Andrés Manuel López Obrador buscaba cómo financiar la carrera universitaria de su hijo mayor, José Ramón López Beltrán. Acostumbrado a la dádiva pública –durante el sexenio salinista, Marcelo Ebrard le entregaba a AMLO millones de pesos por órdenes del entonces regente Manuel Camacho Solís a fin de que abandonara el Zócalo capitalino durante sus famosos y lucrativos “Éxodos por la Democracia” (a mayor detalle, leer mi columna “Ebrard financiaba a AMLO” del 14 de julio pasado en SinEmbargoMX)–, el tabasqueño pretendía conseguir patrocinador universitario para el hijo mayor.
¿Por qué no la UNAM? Por una razón de insuficiencia académica: López Beltrán era un estudiante mediocre, y no le alcanzaba el promedio requerido para ingresar a la autollamada “Máxima Casa de Estudios”. La otra opción era una universidad privada.
Es entonces cuando Gertz Manero entró al rescate de López Obrador.
Durante los años cuarenta se fundó el México City College y en los sesenta cambió el nombre a University of the Americas. Allí estudiaban hijos de diplomáticos, empresarios y personalidades estadounidenses radicados en nuestro país. Al término de la guerra de Vietnam (1975) y ante los cambios político-sociales originados en EU, se estableció un patronato que dio paso a la que hoy conocemos como Universidad de las Américas (UDLA).
La mayoría de los integrantes de dicho patronato eran estadounidenses. Entonces, el hábil abogado Alejandro Gertz Manero, egresado de la Escuela Libre de Derecho y gracias a sus relaciones personales, logró ingresar al patronato. Y fue cuestión de tiempo para que desplazara a los americanos y se quedara al frente de la Universidad de las Américas. Posteriormente, en sociedad con la Fundación Jenkins y Manuel Espinoza Iglesias, Gertz les cedió la franquicia universitaria para abrir una sede en Puebla: la UDLAP.
Amo y señor de la UDLA, astuto y con agudo olfato político –quienes han trabajado con él lo tildan de déspota y prepotente–, Gertz Manero logró relacionarse con López Obrador, quien le comentó que no tenía dinero para enviar a su hijo mayor a una universidad privada. Entonces, Gertz decidió erigirse en el benefactor de José Ramón López Beltrán.
Vislumbrando un futuro político promisorio para AMLO, Gertz Manero becó a José Ramón en la UDLA sin tener un promedio mayor a 9 o 9.5, como se exige –en la mayoría de las universidades privadas– para otorgar y mantener una beca. Bastaba ser amigo del Rector para que Jotaerre (como lo conocen sus amigos y cercanos) quedara becado y beneficiado.
Como estudiante, José Ramón López Beltrán nunca fue brillante.
Aún más: se le recuerda como un alumno conflictivo.
Se informa a esta columna sobre un pasaje que lo ejemplifica:
Una mañana, José Ramón llegó tarde al salón de clases con un vaso de vinil en la mano. Entró como si estuviera en su casa. Ni siquiera saludó. La maestra en turno le llamó la atención: “Usted no puede entrar, ya es muy tarde. Por favor retírese”. Jotaerre se rió y de frente le soltó: “Chingue usted a su madre”. La profesora lo corrió del salón, pero antes de salir, les dijo a sus compañeros: “Los que quieran chupar conmigo, vengan…”.
Ese era el prepotente Jotaerre en la UDLA, pero nadie se atrevía a castigarlo por temor a represalias: era recomendado directo del rector Gertz Manero. Así que mejor guardar silencio.
Y ese favor de Gertz Manero hacia López Obrador, jamás se le olvidó al tabasqueño.
Por ello, desde el primer día del Gobierno de AMLO, Gertz Manero fue designado, primero, encargado de Despacho de la PGR, sólo para esperar el nombramiento como Fiscal General de la República desde el 18 de enero de 2019. Favor con favor se paga.
A partir de entonces, la FGR se ha convertido en una dependencia más al servicio de López Obrador. Lo que ordena AMLO es mandato supremo para Gertz Manero. La justicia supeditada al Presidente. La presunta autonomía de la Fiscalía que tanto cacarea AMLO, es tan cierta como si existiera un perro verde.
Los hechos lo confirman: la FGR está para lo que López Obrador ordene:
El 17 de agosto de 2020, durante su mañanera, AMLO pidió a la FGR informar sobre todo el contenido de la denuncia interpuesta en el caso de Emilio Lozoya. Ese mismo día, circuló un video en redes sociales en el que aparecen Guillermo Gutiérrez Badillo y Rafael Jesús Caraveo, recibiendo fajos de billetes.
6 de enero de 2021. AMLO consideró que la FGR ya se había tardado en proceder contra los involucrados en el caso Odebrecht, en el cual Lozoya es colaborador. En respuesta, la FGR informó en un comunicado que “la próxima semana” judicializará la investigación de ex funcionarios, incluidos Peña Nieto y Luis Videgaray.
25 de agosto. AMLO pidió, de manera expresa, que la FGR transparentara las motivaciones de las pesquisas contra el ex candidato presidencial Ricardo Anaya. Siete horas después, la FGR difundió un documento con los detalles de la indagatoria contra el panista.
2 de septiembre. AMLO se pronunció a favor de que la FGR difundiera el acuerdo que permitió al empresario Alonso Ancira salir de la cárcel y enfrentar su proceso en libertad. Casi cinco horas después, la FGR respondió con la publicación del comunicado 345/21, en el que se incluye un vínculo para conocer una copia del acuerdo. (Recopilación de fechas: Reforma 3-Septiembre-2021).
(Sobre el caso de Alonso Ancira en particular, esta columna tuvo conocimiento de que todo parece encaminado para que AHMSA y Ancira cumplan con un pago de 216 millones 664 mil dólares, prometidos para Petróleos Mexicanos y su filial Pemex Transformación Industrial, por el supuesto sobreprecio con el que fue vendida a Pemex la planta de fertilizantes Nitrogenados durante la gestión de Lozoya, que era propiedad de la acerera.
Si Ancira desconoce el acuerdo reparatorio, la FGR le reactivará la orden de aprehensión, por lo cual no se espera que haya marcha atrás y se finiquitará el pago por más de 216 millones de dólares que siempre fue considerado como una presión política, ya que Ancira está sujeto a proceso por el uso de recursos de procedencia ilícita, aunque en realidad no haya todavía una sentencia emitida).
La relación entre Andrés Manuel López Obrador y Alejandro Gertz Manero bien pudiera resumirse de la siguiente manera: una cadena de favores. Hoy por ti, mañana por mí. Quid pro quo.
¿FGR independiente?
¡Ajá!
FUENTE: SIN EMBARGO.
AUTOR: MARTÍN MORENO-DURÁN.
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